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ESPANYOL

El Espanyol y el desenfreno

En un alocado encuentro ante el Levante, el conjunto perico ofreció dos caras y se llevó tres puntos de valor, con un Puado que por fin halló ese primer gol que tanto andaba buscando.

Sergi Darder.
GORKA LEIZA

Hijo pródigo. Viva el desenfreno, el área a área, los ataques impulsivos, rápidos, de manos a la cabeza, de corazones exaltados. Así se vivió, con los dientes apretados, los últimos 25 minutos del Espanyol-Levante, con 3-3 en el marcador y los dos equipos en busca de los tres puntos, que finalmente cayeron en manos de un Espanyol que se reencontró después de una mala primera mitad. Puado, el hijo prodigo, convirtió el 4-3. Unos goles, ambos, que nunca olvidará.

Autopista sin peajes. El partido tuvo distintos episodios, como la Casa de Papel, con un Levante que quería robar los puntos de uno de los estadios bandera de LaLiga. Un Coliseum donde los invasores acaban devorados, también el Levante, que se creyó victorioso gracias a los errores defensivos de un Espanyol desconectado y con problemas comunes. Su banda derecha debe haberse afiliado a la nueva normativa de las autopistas en Cataluña. Ya no hay peajes, cualquiera puede acceder sin barreras. Da igual que sea Janujaz con la Real, Álvaro García en Vallecas o un De Frutos que volvió loco a Aleix Vidal, impreciso y superado una vez más. Por ese carril, a toda velocidad, se abrió una brecha que comenzó a ser preocupante.

Los anárquicos. Y eso que, hablando de brechas, la que se hizo Darder en Vallecas de 11 puntos, no le impidió atinar en el brillante 1-0 con el que comenzó el encuentro. Había pasado solo seis minutos cuando el mallorquín ejecutó un disparo de alta dificultad con el empeine exterior que besó la red. Una acción individual para rescatar a un Espanyol con problemas colectivos, que como siempre le costó presionar y tejer ataques posicionales con orden, anulado por un Levante militarizado y los grilletes de algunos jugadores anárquicos, que entienden el juego desde el libre albedrío y no desde las reglas básicas.

Cabrera, Puado y Darder.
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Cabrera, Puado y Darder.Alex Caparros

Sospechosos habituales. Uno de ellos es Embarba, cabizbajo y fallón, que acabó por los suelos en un penalti fingido que fue la viva imagen de la desesperación. No le sale nada al extremo, que no asiste ni golea, no desborda, y tampoco cierra la banda. Su anarquía desesperó a Morlanes, el centrocampista del sentido común que está pagando las cosas del fútbol, pues su aportación al equipo es tan útil como necesaria para crecer colectivamente pero siempre acaba marcado porque siempre se sospecha más de los que construyen que de los que destruyen.

Dos miradas. Un Espanyol que se comportó como bloque armónico en el caos del segundo tiempo ante un Levante peligroso en los espacios, muy vivo pese a estar en los infiernos. En esa locura, jugadores como RdT, Nico Melamed o Puado marcaron las diferencias. De sus botas nació ese 4-3 que levantó a una grada que había pasado por todos los estados posibles y que sigue enamorada en el RCDE Stadium de un equipo que, aunque la montaña sea alta, es capaz de derribarla. Un partido que no gustó tanto a Moreno, que prefiere tenerlo todo controlado. ¿Pero no es la misión del fútbol provocar también que los aficionados se emocionen?