BÉLGICA
El milagro del líder de Bélgica
Clubes históricos como el Anderlecht, el Club Brujas o el Standard Lieja se han visto sobrepasados por un equipo que no jugaba en Primera desde 1973, el Royale Union Saint-Gilloise.
Desde hace varias jornadas, por primera vez en 86 años, el Royale Union Saint-Gilloise lidera la Liga de Bélgica. Clubes históricos como el Anderlecht, el Club Brujas o el Standard Lieja se han visto sobrepasados por un equipo que no jugaba en Primera División desde 1973 y que se encuentra en la cima gracias a una gestión excelsa cimentada en la captación de talentos a través de un "scouting" anti-egos.
Olvidado en los libros de historia, el Royale Union Saint-Gilloise ha renacido de sus cenizas para asombrar a un país que ya había olvidado las gestas de un club ubicado en Saint-Gilles, un municipio de Bruselas que hasta el curso 1935/36 vibró con los once títulos y ocho subcampeonatos de su equipo.
Pero, ¿cuáles son las claves del equipo revelación del fútbol belga?. Para llegar a ellas, antes hay que explicar su hazaña y, también, cómo no, su historia. Después de 17 jornadas de la Jupiler Pro League, es líder con 37 puntos, cuatro más que el segundo, el Antwerp. Además, es el equipo más goleador, con 43 tantos, y el segundo menos goleado con 17. Esos números no habrían extrañado a nadie entre 1903 y 1935, cuando se convirtió en el tercer club con más trofeos de Bélgica por detrás del Anderlecht (34) y del Club Brujas (17).
Del infierno al cielo 48 años después
Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, inició su declive hasta descender a Segunda División en el curso 1972/73. Aquella campaña fue la última en la elite. Durante casi cinco décadas, se sumergió en una espiral de fracasos con los que llegó a tocar fondo en la cuarta categoría del fútbol belga. En la temporada 2012/13, aún estaba en Tercera División, pero en la siguiente, subieron a Segunda.
Pero, en el verano de 2018 una figura llegó al rescate: Tony Bloom, jugador de póquer profesional, millonario y presidente del Brighton & Hove Albion de la Premier League desde 2009, es, desde 2018, el accionista mayoritario del club que consiguió revitalizar a un equipo cadáver gracias a una virtud de la que muchos dirigentes carecen: delegar en un grupo talentoso de gestores para revitalizar al Royal Union con una política de gasto cero y fichajes sobresalientes.
Con esas ideas, el Royale Union Saint-Gilloise consiguió su objetivo el curso pasado: fue campeón de Segunda División y ascendió a la máxima categoría del fútbol belga 48 años después de su última participación. La llave de ese éxito fue, sin duda, las personas de confianza de Bloom, en quienes delegó toda la responsabilidad de confeccionar un equipo barato, saludable y competente.
Captación de jugadores
El verdadero jefe del club es Alex Muzio, inversor y presidente a tiempo completo. Bloom no se involucra en las decisiones, que toman entre el CEO Philippe Bormans, el director deportivo Chris O'Loughlin y el mismo Muzio. Entre los tres, gestaron un sistema de captación de jugadores con especial atención a los datos. Pero no solo a los meramente deportivos, también a los referidos al comportamiento de los jugadores. De ellos, estudian todo lo que hacen dentro y fuera del fútbol.
Fruto de ese sistema de captación llegaron dos futbolistas que han sido importantísimos tanto en el ascenso a Primera División como en su llegada a la cima del liderato: el alemán Deniz Undav y el belga Dante Vanzeir. Entre los dos, suman esta temporada 25 goles y 17 asistencias. El primero, es el máximo anotador de la Liga con 16 tantos y el segundo ha sido premiado por Roberto Martínez, que le ha incluido en alguna de sus convocatorias con la selección belga.
También ha ayudado Bloom desde el Brighton, con cesiones como la del japonés Kaoru Mitoma, un jugadorazo en plena progresión que aporta electricidad y goles. Pero, ninguno de los tres habría firmado por el club sin haber cumplido con las estrictas políticas de comportamiento necesarias para evitar egos en el vestuario.
Y, aunque antes de iniciar su regreso a la máxima categoría del fútbol belga después de casi cinco décadas Bloom aumentó el presupuesto en 15 millones de euros, no gastó ni uno en fichajes. Todos los jugadores llegaron libres o cedidos bajo las citadas estrictas normas de comportamiento. El éxito de esa política es evidente.
"No hay muchos egos en el club y creo que eso tiene una correlación positiva con el éxito que hemos tenido durante el último año. Quieren personas que trabajen duro y sean desinteresadas. Han creado un buen grupo en el que la gente quiere jugar unos para otros", afirmó después de un partido el defensa Christian Burgess, licenciado en Historia aparte de futbolista y fichado el curso pasado tras cumplir los parámetros de comportamiento.
Talento femenino
La gente trabajadora a la que se refiere Burgess no sólo debe estar sobre el césped. También en los despachos. Bormans, Chris O'Loughlin y el mismo Muzio forman un equipo joven que también busca y encuentra talentos para la gestión diaria del club. Una de ellas es Annelie Menten, "Team Manager" del club, que, en un mundo habitualmente copado por los hombres, se abre paso con trabajo para acabar con los estereotipos.
Menten, exfutbolista profesional del KRC Genk Ladies, colgó las botas relativamente joven, con 28 años. Una grave lesión del ligamento cruzado aceleró su retirada y, después de estudiar gestión deportiva en la Universidad de Ciencias Aplicadas XLS en Hassel, fue fichada casi de inmediato por el Royale Union Saint-Gilloise.
Llegó al club belga la temporada pasada, cuando consiguió el ascenso a Primera División después de ganar la Liga. Como Team Manager, se encarga de acomodar a todos los jugadores nuevos: darles material de formación, buscarles un piso nuevo, inscribirles en el municipio, asuntos administrativos para aquellos que no hablan ninguno de los idiomas belgas, seguros médicos... En definitiva, múltiples gestiones imprescindibles para que los miembros de la plantilla del Royale Union Saint-Gilloise se sientan cómodos.
Sin embargo, como afirmó en una entrevista al medio regional Het Belang van Limburg el curso pasado, "aún siguen existiendo clichés sobre las mujeres en el fútbol", aunque en su actual trabajo la confianza creció en ambos lados y ahora se siente muy integrada y como si llevase "años" en el Royale Union Saint-Gilloise.
Nietos de inmigrantes españoles
Menten es una pieza importante del engranaje que alimenta la maquinaria del club belga. Pero, quienes más disfrutan de este momento de renacimiento del Royale Union son sus aficionados, muy relacionados con la inmigración española que llegó a Bruselas en los años 50 y 60 a Bruselas. Una gran mayoría se instaló en Saint-Gilles, municipio donde cada fin de semana los nietos de aquellos españoles acuden a un estadio con aroma al pasado.
El Stade Joseph Marien, con una capacidad para 9.400 personas, fue inaugurado en 1919. Todavía tiene bancos de madera, un interior "vintage", el escudo del club en una vidriera y los árboles de Duden Park como fondo para adornar el horizonte. Se respira el aroma del de siempre. Pero, además, la afición es la más respetuosa de Bélgica. Está prohibido silbar, insultar o cantar contra el rival, que es considerado un invitado a la casa del fútbol.
El público, sin duda, ha sido otro factor más del éxito de un equipo histórico que ha renacido. La política de gasto cero, el sistema de captación de jugadores, junto a la llegada de unos gestores de nivel como Menten, Bormans, O'Loughlin y Muzio, jóvenes, preparados y con hambre de triunfos, han reverdecido a un club que hasta hace no mucho caminaba por las cavernas del fútbol belga. El Royal Union Saint-Gilloise está a 17 partidos de hacer historia y ganar la Liga 86 años después. Y todo, sin egos.