Los estados de ánimo del Cholo: lágrimas, resoplidos, euforia...
El peso de la responsabilidad está poniendo al límite a Simeone, que casi ni celebra los goles de su equipo. Ante Osasuna sufrió y este domingo, en el Mirandilla, se quitó otro lastre.
Simeone es un animal competitivo y sufre desde el banquillo con cada revés del Atlético, igual que disfruta de cada buena acción. Tampoco lo disimula, pero últimamente la tensión le invade. En el Nuevo Mirandilla, las cámaras de televisión captaron bien las emociones del Cholo después de cada gol y cómo se fue sacudiendo los agobios del resultado. "Todos hemos sido Simeone", comentaban muchos aficionados atléticos al ver cómo Simeone resoplaba y se dejaba caer sobre la butaca casi desmayado.
Centró Carrasco desde la banda izquierda y, a la vez que Lemar cabeceaba en el segundo palo, el Cholo empujaba el balón con el mismo gesto desde la zona técnica. El balón entró y el míster ni lo festejó, se dio la vuelta, se acercó al banquillo y ahí se sentó suspirando. El 0-1 le quitaba un buen peso de encima. Por eso, cuando Griezmann marcó el segundo, ahí sí, Simeone explotó de alegría. El técnico salió corriendo y se fundió en un abrazo con Nelson Vivas. El argentino pasó por todos los estados en Cádiz, de la congoja a la euforia.
El golpe de Milan fue duro, por mucho que Simeone admitiera tras el encuentro que era "más optimista que nunca". Pero la tensión viene acumulándose de antes. En el partido anterior, el Atlético-Osasuna, el entrenador también sufrió de lo lindo. El encuentro se encaminaba peligrosamente hacia el 0-0, hasta que Felipe marcó de cabeza en el 86'. El Cholo no dio los saltos ni las carreras de otras veces, se giró casi desinflado y se abrazó, con lágrimas en los ojos, con su segundo. Mientras los jugadores enloquecían a su alrededor, él apenas podía contener la emoción.
El Atlético pasa por un momento delicado, enderezado en parte con el contundente triunfo ante el Cádiz. Pero el fútbol del equipo, salvo momentos puntuales, no se acerca al de los mejores momentos de la temporada pasada, en la Liga los resultados no han empezado como se deseaba y en Champions el pase está muy crudo, aunque si los rojiblancos dan la talla en Oporto lo tendrán al alcance. Y Simeone no elude la responsabilidad. Sabe que la exigencia sube y por ahí vienen los agobios. Por eso cada gol es una liberación y cada triunfo, un bálsamo para las heridas del Atleti. Y Oporto será el punto de mayor tensión en mucho tiempo...