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ESPAÑA 1 - SUECIA 0

Sevilla se convirtió en fiesta

La Cartuja se vistió de gala con más 50.000 espectadores para celebrar el pase de la selección al Mundial. Se rindió a Morata y vibró con Gavi.

Aficionados de la selección, durante el partido.
Aficionados de la selección, durante el partido. MIGUEL MORENATTIDIARIO AS

Sevilla quiso vestirse de gala para celebrar el pase de la selección española al próximo Mundial. Luis Enrique quería una fiesta en La Cartuja y la ciudad lo puso todo para ello. Un lleno prácticamente absoluto en las gradas del estadio olímpico, un ambiente del fútbol a veces añorado en este condicionado presente, una energía contagiada por la ilusión que despierta esta selección de Luis Enrique. No todo fueron instantes de felicidad. Cientos de aficionados se perdieron gran parte del envite debido a las dificultades por entrar en el recinto al tiempo que Forsberg amenazaba con destrozar cualquier festejo.

En las gradas había quizás menos miedos que sobre el césped. "Gavi, Gavi, Gavi" sonó cuando el palaciego tomaba roles de experimentado líder. El canterano del Betis despertó quizás más emociones que nadie. Sus conducciones. Su atrevimiento. Del temor ante Forsberg se pasó al temor ante Isak. Pero La Cartuja sobrevivía. Con el reloj como aliado y a la vez como enemigo. La grada suspiró cuando Zlatan Ibrahimovic saltó al campo y despertó cuando apareció Morata. Con la Eurocopa en el olvido. Con la esperanza de que el ariete de la Juventus entregara un respiro.

Los miedos multiplicados sobre el césped también aparecieron en las gradas con más de 50.000 espectadores deseosos de revivir otro pasaporte mundialista. Como en aquel envite de 1993 que condujo a Estados Unidos. El "España, España" se mantuvo presente hasta el final. Y el destino quiso que fuese Morata quien apagase cualquier atisbo de duda y sellara la clasificación. El mismo que fue pitado en este mismo estadio durante la Eurocopa cuando las sensaciones no eran las deseadas. Su gol rompió el amago de silencio de La Cartuja. Sevilla era una fiesta. Ovacionó a Gavi. Se rindió a Morata. Y Luis Enrique encontró la caldera que deseaba. De La Cartuja a Qatar. De un billete en entredicho a un pase directo al esperado Mundial.