De exhibirse en Los Anexos a la portería de Zorrilla
Miguel Morro y Diego Altube ya saben lo que es completar actuaciones heroicas contra un Real Valladolid ejerciendo de local.
La División de Honor es esa categoría donde termina de brotar el talento, allí donde los jóvenes con proyección agotan su periodo solo formativo antes de asomar entre mayores. A veces cuesta, y no siempre lo hacen, aunque de cuantos germinaron en dicho escalafón hay dos del Fuenlabrada que ya saben lo que es exhibirse como visitantes en Zorrilla. Concretamente, sus dos porteros. Curiosamente, los dos en la misma temporada y en Los Anexos.
Miguel Morro y Diego Altube llegaron esta campaña al Fernando Torres en calidad de cedidos y bajo una condición curiosa, y es que además de ser ambos prestados prácticamente comparten generación. Así lo hicieron durante la 2018-19, en las filas del Rayo Vallecano y del Real Madrid, clubes que mantienen a día de hoy sus derechos, y en la que fueron los mejores cancerberos de la categoría, condición que probaron ante el Real Valladolid.
El exblanquivioleta fue el primero en brillar allá por septiembre. El entonces equipo de Javi Baraja cayó por un 1-3 excesivo, dado que el Divi generó ocasiones suficientes como para puntuar, algo que evitó con varias acciones salvadoras. Más fueron las del alcalaíno, a quien dio igual que se la tiraran por alto, a bocajarro, de vaselina, en un mano a mano... salvó un 0-1 completando la mejor actuación de un portero que se recuerda en Los Anexos.
Antes de acabar la temporada, Morro debutó con el Rayo B en Tercera División y disparó el interés de otros clubes en él, aunque la hoja de ruta marcada por 'La Franja' le permitió estrenarse un año después en Segunda, donde, sin embargo, no terminó de hacerse con el sitio en medio de la alta competitividad y la competencia con Dmitrievski y Luca Zidane. De ahí el abrazo a la aparición del Fuenla en el horizonte, tímido por culpa de Altube.
Altube vuelve a casa
Madrileño de nacimiento, pero pucelano de cuna, el cancerbero se crió desde edad alevín en el Real Valladolid hasta su salida antes del salto a juveniles, cuando todo parecía indicar que iba a poder quemar etapas en un club muy distinto al actual, acuciado por las necesidades económicas y en que poder hacer un contrato a un canterano era un logro. Él no llegó a tenerlo profesional, pues en su camino se cruzó el Real Madrid.
Su estatura, siempre muy por encima de los niños de su edad, llamaba la atención tanto como su cuerpo fino en aquellos primeros tiempos formativos, en los que se adivinaba en él un proyecto de portero de élite. Tanto es así que cuando Víctor Fernández, entonces responsable de la cantera merengue, puso las miras en él, las dos entidades no dudaron en acordar de manera tácita una compensación en forma de cesión al primer equipo blanquivioleta.
Varios fueron los jugadores en los que puso las miras Braulio Vázquez, hasta que finalmente recaló en Zorrilla Raúl de Tomás, flamante internacional por España, a quien Paco Herrera no aprovechó lo suficiente, y quien vino en una situación muy ventajosa para el Pucela con el recuerdo del pase de Altube, quien después de visitar varias veces Zorrilla como tercer guardameta del Real Madrid, puede debutar al fin delante de los suyos. En su casa.