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REAL SOCIEDAD-ATHLETIC

Tranquilidad en medio de la euforia en San Sebastián

La Real sigue soñando. Continúa en una nube de la que no quiere bajarse porque los méritos que está haciendo son para lanzar las campanas al vuelo.

Celebración realista en Vigo
MIGUEL RIOPA

La Real Sociedad sigue soñando. Continúa en una nube de la nadie puede bajarle, y de la que tampoco ella quiere caer, porque los méritos que está haciendo con para soñar despierto, y disfrutar sin pensar en qué puede pasar el domingo. Todo le sale bien al equipo donostiarra, que está en esa ola en la que cualquier cosita que toca su entrenador, Imanol Alguacil, es positiva. Como en Balaídos con la portería. Cambia Ryan por Remiro, y el portero australiano se erige en la figura del encuentro, en el auténtico salvador, con seis paradas espectaculares de un mérito tremendo. Paradas que dan puntos, paradas que sirvan para mantener el liderato de Primera por tercera jornada seguida.

Está tocada por la varita esta Real. Gana hasta cuando no tiene su día. Como pasó en Balaidos, donde siendo honestos el Celta debió quedarse con los tres puntos, porque hizo un mejor partido y tuvo más ocasiones. Pero el fútbol son goles, y en eso a día de hoy a la Real no le hace sombra nadie. Está teniendo una efectividad bárbara el equipo donostiarra, y luego en defensa hay que reconocer que el paso dado adelante es evidente y muy sorprendente. A esta Real cuesta horrores hacerle gol. Hasta ahora estábamos acostumbrados a que le elogiarán por su fútbol de toque y ataque, pero ahora empezamos a ver como algo habitual que se destaque el aspectos defensivo. El dato es elocuente, la Real ha dejado su portería a cero en ocho de los once partidos ligueras que ha disputado hasta la fecha.

Isak y Aritz Elustondo firmaron en Vigo la enésima jornada en la que Real debe recibir todo tipo de piropos, aunque no terminen de gustar dentro del cuerpo técnico, que es más de pasar desapercibido. Así deberíamos ir, de tapados, sin hacer mucho ruido, sin que parezca que estamos invitados a una fiesta a la que no hemos sido invitados. Es una forma de quitar presión a los jugadores, de evitar que se vayan muy arriba, y de preparar con mucho mimo el derbi del domingo. Porque si ahora se comete el error de pensar que ya está todo hecho, o que por ser el líder vas a tener más facilidades, el golpetazo contra el Atlético puede ser morrocotudo. En la euforia desatada es cuando más tranquilidad hay que tener.