Un minuto y 27 segundos frenéticos del Espanyol y la de Mbappé
Los más de 400 seguidores pericos en Elche pasaron de inmediato de la frustración a la felicidad. Un error y un rebote se empeñaron en llevarles la contraria.
Dos arrebatos, dos desaciertos y una lesión. Como si la lujosa carroza de la Cenicienta que supone para el Espanyol jugar en el RCDE Stadium se convirtiera en una humilde calabaza a domicilio, ni siquiera pudieron los pericos alcanzar la victoria en el Martínez Valero, donde primero lo tuvieron todo perdido y después acariciaron esos tres puntos. Desde el punto de vista blanquiazul, hubo por una parte dos arrebatos: los primeros cinco minutos, con tres remates a la meta del experico Kiko Casilla, y el minuto y 27 segundos en que anotó sus dos goles. Y también dos errores, traducidos en condenas: el de David López que fue el 1-0 y el desafortunado rebote que Benedetto tradujo en el 2-2. Puede el empate saber agridulce, sobre todo para Vicente Moreno, que encima se lesionó, pero es un punto más ante un Elche que en el 95' habría ganado de no ser por un providencial Diego López. El triunfo, en cualquier caso, fue acordarse de Gori, con esas camisetas antes del pitido inicial.
Un hallazgo científico. No lo apunta el clásico estudio de la universidad de Pensilvania, ni lo ha publicado la revista científica The Lancet. Aunque bien podrían. La distancia temporal que separa la frustración de la felicidad es de exactamente un minuto y 27 segundos. Justo los que bastaron en Elche para que el Espanyol pasara de la derrota a la momentánea victoria, del 1-0 al 1-2, en virtud de los goles de Morlanes (50' 0'') y –sí, lo han adivinado– de Raúl de Tomás (51' 3''). Es también el tiempo que rompe la barrera del sonido, al pasar los más de 400 valientes pericos desplazados hasta el Martínez Valero del silencio a hacerse oír más que la afición local. Un frenesí que la propia ciencia se encargó de disuadir posteriormente, con el gol de Benedetto, para desmentir que pudiera el Espanyol alcanzar su primer triunfo como visitante y el Elche, perder por primera vez como local.
Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
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Morlanes, Yangel, Melendo. Todo lo que le salió mal a Vicente Moreno en el primer tiempo le resultó en la reanudación. Providencial la entrada de Morlanes, no solo para ayudar a mantener un equilibrio defensivo paradójicamente perdido con más jugadores de corte defensivo, sino para marcar. Básica la agitación de Nico Melamed partiendo desde la banda izquierda. Y conveniente tanto la entrada de Aleix Vidal, minutos tras su recuperación, como el debut como jugador del Espanyol de Yangel Herrera, llamado a afinar problemas en la medular que en Elche saltaron a la vista. El lunar estuvo en las lesiones de Óscar Gil y de Melendo, indiscutible este último en un tramo de la competición en el que el conjunto blanquiazul se ha reconciliado consigo mismo.
El mediocentro que fue. Como buen capitán, siempre que le pregunten dirá David López que se siente cómodo en el pivote, su demarcación primigenia. Como si le piden que sea portero: lo hará. Pero hace un lustro, desde su retorno al Espanyol, que David es central. Y notable. Si a ello se le añade una evidente falta de ritmo, tras un verano de convalecencia, por tener que jugar de la nada dos partidos como titular en cinco días –la tormenta perfecta entre la lesión de Keidi Bare, el alta demasiado ajustada de Yangel Herrera y, por qué no decirlo, la decisión de Vicente Moreno de alinearlo–, suceden acciones como la del 1-0 del Elche. David se perfila mal, probablemente nadie le lanza un grito avisándole del peligro latente y Lucas Boyé irrumpe revolucionado para dejarlo en la estacada.
El desaparecido Wu Lei. No fue el capitán el único damnificado en el descanso, por una apuesta menos defensiva pero más creativa como Morlanes. También entró Nico Melamed por Wu Lei, que salvo en la hoja de alineaciones apenas había aparecido en el partido. Se había atisbado en los primeros minutos la intención del entrenador, similar a la del día del Sevilla-Espanyol, de situar al chino en la banda izquierda como falso extremo y casi como segundo punta, en un 4-4-2 mentiroso que permitiera a Pedrosa adueñarse de toda la banda cual carrilero. Wu Lei ni estuvo ni se le esperó, mientras que el zurdo se convirtió en el único jugador perico capaz de generar desequilibrio en el primer tiempo, y en el segundo brindó una exquisita asistencia para el 1-2 de Raúl de Tomás. Su quinta diana, la primera lejos de Cornellà.
La de Mbappé. Tuvo el Espanyol la victoria en sus manos. Y la hubiera conseguido de no ser por un desventurado rebote, más propio de una carambola de billar, con el despeje de Cabrera que, tras rebotar en Yangel, cayó en los pies de un voraz Benedetto. Si el central del Espanyol cabeceaba era justo porque tenía al argentino detrás, y con la cabeza situada en fuera de juego, en el instante en que Fidel centraba. Es decir, una acción idéntica en su ejecución al célebre gol de Mbappé en la final de la Nations League. En aquel Francia-España, Eric García rompía el 'offside' por el mero hecho de despejar. En el Elche-Espanyol sucedió lo mismo: si Cabrera deja pasar el balón, es posición antirreglamentaria de Benedetto y no hay gol. Pero la norma es la que es y, finalmente, los pericos se marcharon con un punto del Martínez Valero. Suma y sigue.