Aprobados y suspensos de Las Palmas: Viera marca el camino
El capitán amarillo abrió el marcador tras un gran pase de Jesé. Lemos dejó el triunfo en casa con un remate en el tiempo de descuento.
Raúl Fernández. El guardameta no tuvo mucho trabajo hasta que lo tuvo. El Tenerife rondó la portería pero casi no tiraba. Después empezó la jornada. Primero el gol. De falta directa, la pelota tocó contra la barrera y le cogió a contrapié, nada que hacer. En torno al minuto 80 salvó el 1-2, con una ocasión que pudo caer del lado blanquiazul y algún que otro tiro y centro peligroso.
Álvaro Lemos. Empezó el encuentro subiendo algo más que en los anteriores partidos. Aunque no estuvo fino el gallego en ataque, más allá de una falta lanzada con algo de peligro. Eso sí, como el fútbol da revancha, en el último instante puso un centro chut tras jugada ensayada en un saque de esquina y se acabó colando en la portería de Soriano tras tocarla Larrea.
Raúl Navas. Mostró veteranía en algunas ocasiones en las que tuvo que mostrar templanza. Bien es verdad que el centro de la defensa no sufrió mucho, porque atacó el Tenerife más por bandas especialmente por la de Cardona.
E. Curbelo. Los últimos partidos se destacó defendiendo la espalda del equipo. Sin embargo, durante el partido no tuvo ninguna de esas situaciones. Se le ve con confianza creciente.
S. Cardona. Emparejado con Shaq en tareas defensivas. El lateral se vio superado en ocasiones por el estadounidense. Sin poder aportar mucho en ataque que es donde el catalán luce más.
Mfulu. El congoleño con pelota brilló más saliendo en potencia superando líneas de presión que repartiendo juego. Sin pelota, el gran primer obstáculo tinerfeño a superar en la medular.
Loiodice. El francés pasó algo desapercibido, atento a algún corte. Tras el 1-0 se pudo mostrar algo más. Se le ven destellos durante el partido aunque a veces no lo consiga puede que esa sea otra de sus virtudes, darle fluidez al juego y robar con con más astucia que potencia.
Moleiro. Muy activo por las dos bandas y mostrando detalles de calidad. Estuvo muy vigilado por los blanquiazules intentando robarle la pelota según la recibía. Salió a los pocos minutos de la segunda parte.
Jonathan Viera. En la primera parte cuando el equipo estuvo más volcado en tareas defensivas se le vio de manera discontinua. Eso sí se le vio mandando a sus compañeros a presionar más arriba. Pero Viera no necesita mucho para crear peligro. Por eso al principio del partido encontró un hueco con el que asistió, sin gol, a Jesé. En el 26 cambiaron las tornas y anotó un gol en un mano a mano a pase de Jesé. Tras el tanto tinerfeño se rebeló y mostró su liderazgo. En el saque de esquina que significó el 2-1 final se le vio pergeñando algún pase que sorprendiera a la defensa rival. No salió a la primera por poco, sí a la segunda.
Pejiño. Tiró alguna diagonal de derecha a izquierda que dio oxígeno al equipo. Estuvo a punto de perder una pelota con el equipo volcado en el ataque y acaba resolviendo con un chut que casi se cuela en la portería de Soriano. Cortó yendo al suelo una contra peligrosa recorriendo muchos metros hacia atrás. Da la sensación a veces de célula dormida, se activa de cuando en cuando llevando mucho peligro o, al menos, amenzando. Donde no llega el palo, llega el miedo al palo.
Jesé. Estuvo haciendo de boya en punta, batallando contra la defensa rival, controlando de espaldas y abriendo a bandas. En el minuto tres tuvo un mano a mano que pudo significar el 1-0 a pase de Viera. Pero en el 26 le devolvió la asistencia al capitán amarillo. Va cogiendo tono físico poco a poco el exmadridista y llega más entero al final del partido.
Pinchi. Entró por Moleiro aportando rapidez. Pudo marcar en el 81, pero no llegó por centímetros para empujar desde dentro del área a puerta vacía.
Ferigra. Entró con el 2-1 con el partido casi acabado, no tuvo participación.
Benito. Entró sin posibilidades de realizar ninguna acción, más que defender algún centro a la desesperada del Tenerife.
Sadiku. Al igual que Ferigra su cambio estuvo encaminado a enfriar un partido que llegaba con vértigo al final.