El futbolista con adicción al juego
Felipe Hernández, jugador de la MLS, ha sido suspendido por apostar y reconoce que está en tratamiento. Rooney o Gudjohnsen padecieron ludopatía en su día.
23 años, centrocampista, internacional con las categorías inferiores de la selección de Estados Unidos, titular habitual en el Sporting Kansas City de la MLS. La vida de Felipe Hernández podría ser la de un futbolista más. Sin embargo, todo acaba de cambiar para él. Esta misma semana la Major League Soccer informaba oficialmente de que no volverá a jugar más esta temporada y, con ello, se le privará también del sueldo debido a que ha apostado a dos partidos de la competición.
Felipe Hernández, lejos de quejarse por la decisión o justificar de alguna forma su comportamiento, ha relatado el calvario que está viviendo debido a las apuestas deportivas y los juegos de azar. Con su sueldo, lo ingresado a lo largo de estos años y lo que le queda por recibir en posteriores, perfectamente podría retirarse de por vida y vivir sin preocupaciones y con los lujos que él considerase. Entonces, ¿por qué alguien de su estatus habría realizado dos inocentes apuestas a la competición en la que juega?
Él mismo explica que no se trató de una casualidad, que ni siquiera pudo controlar sus actos. Su testimonio es impactante. Felipe Hernández habla sin tapujos de su enfermedad: sufre adicción al juego. En una carta publicada en redes sociales lo reconoce: "Este verano me alejé del fútbol, el deporte que significa tanto para mí y comencé a recibir tratamiento por mi adicción al juego. Durante los últimos meses, he podido reevaluar lo que me sucede, asumir la responsabilidad de mi comportamiento y recibir la atención adecuada para algo que me ha afectado mucho".
El primer paso para salir de su problema es tratarse. Y así lo hace Felipe Hernández, que incluso considera que su alejamiento de los terrenos de juego le puede venir bien para curarse con tranquilidad. De hecho, en su carta, agradece a la Major League Soccer y al Sporting Kansas City, club en el que juega, todo el apoyo. También a los aficionados, entrenadores y compañeros que, lejos de juzgarlo, le brindan cariño a diario en este momento tan complicado.
Las apuestas en el fútbol
Muchos campeonatos de todo el planeta tienen en su normativa de conducta la imposibilidad de apostar a partidos de la misma competición, por el hecho de salvaguardar su deportividad y limpieza. Por supuesto, las apuestas de Felipe Hernández no mancharon el resultado de los partidos en cuestión, si bien es un terreno pantanoso que la MLS ha decidido cortar de cuajo. Su caso, eso sí, no es el primero ni será el último.
El pasado año Wayne Rooney reconoció haber estado enganchado al juego en su etapa como jugador. Empezó como un simple entretenimiento y acabó reconociendo que eso puso en jaque su carrera deportiva y su mismo matrimonio. El ahora entrenador admite haber perdido casi un millón de euros en un plazo de cinco meses. En su caso, no supuso un problema mayor, ya que sus ingresos eran superiores, pero entró en un bucle y no supo parar. Define su estado como "absorbido" en esa época, debido a que se enganchó tras haber ganado en sus primeras inversiones.
Pese a que los jugadores manejan recursos para no tener que estar pendientes del juego, Rooney explica en qué situaciones comenzó a sufrir: "Como futbolista te quedas en un hotel. Te aburres y haces cosas para llenar el tiempo. Es fácil hacer apuestas por el teléfono. No parecía dinero real. Antes de que te des cuenta, has perdido un poco. Gané al principio y pensé que era dinero fácil. Eso te va absorbiendo y terminé perdiendo, terminé abajo". Y cayó en uno de los problemas más habituales del jugador: empezar a apostar más fuerte para recuperar.
"Terminé subiendo las apuestas para intentar recuperar mi dinero. Estaba allí para jugar con mi país o con mi club y eso me afectaba. Afortunadamente logré pagar lo que perdí y no volví a jugar. He aprendido de mis errores", recuerda. Rooney pudo salir, pero no todos tienen esa facilidad. El ex del United llegó a llevar el 32 en el Derby County para concienciar sobre el control en el juego, como parte de la campaña 'Stay in control' de, precisamente, la casa de apuestas 32Red. Fue criticado, si bien él considera que ese dorsal ayudaría a la gente a no olvidar el peligro que tiene la adicción al juego.
El vacío legal de los casinos
Si bien las competiciones suelen regular las apuestas deportivas, nada impide a los deportistas entrar a los casinos para jugar a la ruleta, el póker o el blackjack. Es más, un porcentaje alto de jugadores tienen curiosidad por el juego. Es el caso, por ejemplo, de Gerard Piqué o de Neymar, ambos habituales en el póker. Por supuesto, esto no supone ningún problema para su rendimiento, siempre y cuando no acabe en casos como el de Felipe Hernández.
Desgraciadamente, no todos los que entran, salen indemnes. Paul Merson, exjugador del Arsenal, perdió más de ocho millones de euros en apuestas. Pete Rose, leyenda del beisbol, llegó al drástico punto de incluso apostar continuamente a favor o en contra de su propio equipo. De Michael Owen se estiman pérdidas de tres millones de euros. Durante el Mundial de 2002, pasó una tarde libre jugando a las cartas con inversiones de 40.000 euros a fondo perdido. Townsend, actual centrocampista del Everton, llegaba a gastarse 50.000 en una noche para "entretenerse": "Nunca he bebido, nunca me he drogrado, pero me volví un adicto al juego". Todos ellos lograron superar este hecho.
"La adrenalina de un gol"
Gudjohnsen, el que en su día fuera jugador del Barcelona, vivió un episodio traumático con 24 años. En ese entonces jugaba en el Chelsea y una lesión le privó de poder estar con sus compañeros. Su novia y sus dos hijos había regresado a Islandia y la soledad le pesó. Por eso, para "matar el tiempo" iba cada día a los casinos. En ellos, corría el tiempo y se liberaba: "Jugando tenía mi mente apartada de todo". Lo que comenzó siendo un oasis, acabó en pesadilla. El futbolista se llegó a endeudar, pese a que hubo un día en el que ganó 150.000 euros apostando.
Su relato explica bien por qué acabó enganchado al juego: "La alegría cuando gané sólo la puedo comparar al subidón de adrenalina al marcar un gol. Me sentí en una nube, era algo mágico, pero era un sentimiento falso. Ganar hizo las cosas peor de lo que ya estaban y me arrastró cada vez más hondo. Quiero ser un ejemplo para los jóvenes, avisarles de lo fácil que es caer en malos hábitos cuando tienes dinero y tiempo en las manos". Cerró su historia, datada del año 2003, con una sentencia: "No volveré a pisar nunca un casino".
Han pasado casi veinte años desde entonces, pero los casos de deportistas con problemas en el juego siguen existiendo. Ahora es Felipe Hernández el que sufre de adicción y el que está recibiendo tratamiento para superarlo. Por el momento, la Major League Soccer le ha suspendido y, lo que es más importante, él es consciente de ello.