Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

ENTREVISTA AS

Julio Alberto: "El fútbol y la montaña me mantienen vivo"

Atlético, Barcelona y Selección española, con una breve cesión en el Decano, el Recreativo. Una carrera deportiva en la élite no excesivamente larga, pero siempre intensa y plasmada en la fidelidad a tres camisetas y a un montón de recuerdos, títulos incluidos.

Julio Alberto, posando con su perro.
JOAN VALERA

El jueves cumplió 63 años y lo celebró donde ahora quiere estar. Haciéndose fotos con los trofeos cedidos por el F.C. Barcelona con sus niños de la Deportiva Piloñesa. Alejado del mundanal ruido, ha comenzado una nueva etapa de su agitada vida. Julio Alberto Moreno Casas (Candás, 1958) no quiere dejar de respirar el aire fresco de un fútbol que le catapultó a la élite, pero también le precipitó a un mundo que le maltrató y con el que ha cerrado página definitivamente.

—Le han pasado tantas cosas en su vida civil que realizar una entrevista con usted solo hablando de fútbol se antoja fuera de lugar. Parece como si no hubiera sido futbolista de los buenos y hasta internacional mundialista.

—Sí, eso parece y por eso ya me he vetado a mí mismo hablar de esa parte de mi vida que no quiero recordar. Salen muchas cosas de mí que no son verdad. Por ejemplo, la gente me asocia a Maradona y yo nunca he salido con Maradona. En mi vida. Yo he jugado con Maradona, que es otra cosa bien distinta y de la que podemos hablar lo que quiera. Lo que no puedo soportar ya más es que desde hace 30 años se sigan escribiendo sobre mí cosas que no son.

—Parece que ha jugado más partidos en su vida privada que en el campo…

—No solo en el campo. Yo he dado más de 400 conferencias a cerca del mundo de las drogodependencias. Estoy preparando un tema a nivel nacional para tratar este asunto a través de las nuevas tecnologías. Soy una persona que vive del fútbol y de ayudar a los demás y parece que eso no importa de Julio Alberto. Solo se habla de lo que se habla. La gente solo se acuerda de mí para hablar de lo malo y yo no quiero hablar más de lo malo. No quiero tenerlo presente más en mi vida. Por eso doy tan pocas entrevistas, pero aunque no las dé la gente recopila informaciones mías, de mis libros, de otros sitios y habla de mí sin conocerme de nada.

—Pues hablamos de fútbol, de su carrera…

—Eso es lo que me llena y me mantiene vivo cada día. El fútbol y la montaña, el campo.

—De repente, ha reaparecido en el mundo del balón como director deportivo de la Deportiva Piloñesa, un club de la Primera Regional asturiana fundado en 1917 y además entrena a uno de sus equipos cadetes…

—Iván y Andrés que son los alcaldes de la zona, del Concejo de Piloña, del Infiesto de Villamayor, me dicen que los directivos de la Piloñesa, dos hermanos, quieren que me implique un poco en el fútbol local. Ha sido una alegría, una maravilla. Son gente humilde. Es volver al fútbol de antaño. Nosotros pintamos el campo, la grada, retocamos los anuncios, arreglamos los vestuarios… Todo lo organizan los padres de los chavales que juegan… Yo voy a intentar que tengamos más ingresos y también implantar una metodología de trabajo y de formación desde el punto puramente futbolístico, ayudar a los entrenadores, que salvo los dos del primer equipo tienen poca experiencia…

—Porque usted es entrenador titulado…

—Me saqué el título en la promoción de Guardiola, Julio Salinas, Busquets padre, Rafa Alkorta, Manjarín, Nano Soler… y, además, en el Johan Cruyff Instituto, tengo el Masters Internacional de manager. Después de retirarme en lugar de dedicarme a entrenar, me dediqué a estudiar para conocer mejor la gestión. Comencé a entender otra parte del fútbol que se me escapaba. Estaba dentro del Barcelona en aquel momento, me hacía cargo de la gestión de sus Escuelas Internacionales y eso significaba no solo saber mucho a nivel deportivo, sino también tener muy asumidos todos los conceptos del club para su implementación en diferentes países con diferentes culturas y religiones. Se trataba de saber cómo posicionar la marca Barcelona a través de las Escuelas en todos los países del mundo. Empecé con Laporta y Rafa Yuste, que están ahora. Y otra parte de mí se vinculó a la Fundación para hacer formación de las escuelas. En el Barça trabajé desde 2003 hasta hace cuatro años que me fui.

—Es decir que usted como culé, sufre con este Barça que no gana en los terrenos de juego y atraviesa una situación económica más que delicada.

—No sufro tanto porque ya he vivido esto con el Barça. Ya lo vivimos en 1982 cuando llegué al club y se llevaba sin ganar una Liga desde 1974 con Johan. Ya vivimos lo que ocurre en un club grande donde no está permitido perder. El club debería ser más objetivo, más claro, más crítico, más responsable en los procesos. Estamos en un proceso de cambio y como tal vamos a tener que perder y renunciar a muchas cosas para luego volver a ganar otras. En este proceso de cambio hay que tener tranquilidad y no puedes estar todos los días en los medios de comunicación transmitiendo incertidumbre, intranquilidad y nerviosismo. Eso se traspasa al primer equipo, a todos los equipos de las secciones, a La Masia…

—Sigue hablando del Barça en primera persona…

—Es que yo me siento del Barça y del Atlético de Madrid. Y de la Selección, por supuesto. Nunca me olvido del Atlético. Cuando se celebró la despedida del Vicente Calderón estuve invitado por el club y quise salir al campo, aunque mi estado físico no era el mejor. Quería ponerme esa camiseta para despedirme en el sitio y el lugar que me vio nacer. Yo al Atleti lo llevo grabado en el corazón. Me ayudó a dar de comer a mi familia, a dar una educación a mis hermanos, a poder alquilar y pagar una casa, a ser un hombre de provecho y se lo agradeceré eternamente.

—Allí pasó de niño a hombre…

—De juvenil al primer equipo visto y no visto. Aquel Atlético lo fue todo. Ayala me dio mis primeras botas. Luis Aragonés me llamaba niño, porque lo era. Me acuerdo de don Vicente Calderón, Víctor Martínez, Ángel Castillo, Víctor Peligros, que me dio el pase para debutar… De Ayala, Alberto, Pereira, Leivinha, de mi gran amigo Marcelino. Tengo un recuerdo tan transparente de esa época que nunca me podré olvidar.

—A Luis Aragonés le traía por la calle de la amargura…

—Tengo muchas anécdotas con él… Los días de partido se metía en la sauna y Marcos y yo le cogíamos un cubo de agua fría y se lo tirábamos a la cabeza. Teníamos que salir corriendo por todo el vestuario con él en pelotas detrás de nosotros. Marcos Alonso es mi amigo del alma. El amigo que siempre se quiere tener toda la vida.

—Usted comenzó de delantero y acabó de lateral.

—Sí. Estando en el juvenil un día me pasaron atrás y vieron que iba mejor porque tenía más campo para correr y allí me quedé. Fue visto y no visto. Dos partidos con el amateur, dos con el filial y al primer equipo. En el Atlético no gané nada, pero estuvimos a punto de ganar una Liga con García Traid de entrenador. Llegamos a tener 12 puntos de ventaja, perdimos un partido contra el Zaragoza y no ganamos más. Hubo una gran reconversión de la plantilla del club. Fichamos a Hugo y Dirceu y subieron muchos jugadores desde abajo. Yo era el más normalito de todos, pero había grandes jugadores.

—Para los aficionados más jóvenes que no le vieron jugar, ni han visto partidos suyos en 'youtube', ¿cómo se presentaría como futbolista?

—Tenía una velocidad increíble, la mejor arma que puede tener un lateral. Tenía mucha facilidad para incorporarme al ataque. Me salía natural. Tenía buena zancada. Iba bien de cabeza. Defendía bien, aunque me gustaba más atacar porque mi obsesión era ganar. Nunca entendí que se hablara de sacar un buen resultado… Esa frase es horrorosa. Es como decir que tienes miedo y eso no cabía en mi cabeza. Yo solo quería ganar. Tenía buen manejo de las dos piernas. Zurdo, pero manejaba la derecha correctamente porque me entrené mucho. A balón parado la pegaba también con potencia, a lo peor no regateaba con la derecha, pero podía pegar buenos centros con la 'mala'.

—El Barcelona, en 1982, pagó por usted 65 millones de aquellas pesetas. Un dineral para un lateral.

—Era el mercado de entonces. Y allí comienzo a ganar. Dos Ligas, tres Copas del Rey, dos Copas de la Liga, una Supercopa de España, una Recopa… y perdemos la final de la Copa de Europa en Sevilla contra el Steaua de la que prefiero no acordarme…

—Usted puede contar a sus nietos que jugó con Diego Armando Maradona.

—Tengo una nieta en Madrid… que me ha salido del Real Madrid, a quien se lo puedo contar. Pero no solo eso. Formé parte de la selección Resto del Mundo que en agosto de 1987 jugó en Wembley el partido para celebrar el Centenario de la Liga inglesa. Españoles solo estábamos Zubizarreta y yo. El seleccionador era Venables. En nuestro equipo estaban Maradona, Futre, Platini, Lineker, Dasaev, Belanov, Elkjaer … Y además he jugado contra Zico, Sócrates, Rummenigge, Matthäus, el propio Platini, con quien llegué a irme de vacaciones… De Maradona solo se puede decir que como compañero en el vestuario era un 10 y como futbolista un 100. Espectacular…

—Y la comparación con Messi…

Me hubiera gustado jugar con Leo porque me parece el mejor jugador del mundo a años luz de cualquiera. Lo que nunca haré es comparar épocas. El fútbol de Maradona, el mío, no es el de ahora. La comparación no existe. Como tampoco se puede comparar con el de Di Stéfano o Pelé que jugaban con cinco delanteros. Es en la etapa de Cruyff cuando el juego hace una gran evolución. Están las escuelas holandesas, alemana, italiana… entonces eran las que marcaban la diferencia.

—Su tercera camiseta… es la de la Selección. 37 partidos. Una Eurocopa (Francia 1984), un Mundial (México 1986)…

—Una de las cosas de las que estoy más orgulloso en mi vida. Jugué con la Sub-21, con la Sub-23, con la B, con la de aficionados hasta que debuté con la Absoluta contra Luxemburgo en un amistoso en febrero del 84. Miguel Muñoz me llevó a la Eurocopa. Entré de suplente en el primer partido contra Rumanía y ya me quedé en el once titular hasta la final. Me hice un hueco jugando también Camacho y Gordillo. ¡Qué se dice pronto! Camacho era más marcador y Gordillo jugaba por delante, de interior. Para pasar por esa banda tenían que venir los talibanes. ¡Vaya banda izquierda!

—Recuerdo que cuando jugaba con la Selección se le disparaban las revoluciones…

—No era para menos. Jugar un Mundial es lo máximo a lo que puede aspirar un futbolista. Solo lo juegan los privilegiados y si encima lo ganas como Iniesta, Xavi, Sergio, Piqué… y todos ellos. No quiero ni pensarlo. Eso debe ser tremendamente bonito.

—Un hombre de mundo, viajado, que ha vivido en Las Maldivas y ha dado tres o cuatro vueltas al globo terráqueo, ¿qué hace ahora viviendo en un pueblecito de Asturias en plena naturaleza…?

—Busco la libertad de la montaña, algo que hubiera querido tener durante toda mi vida. Vivo con una hija adoptada y con tres perros. El río, las aves, la montaña, los animales… me dan vida. No tiene precio. Soy feliz aquí.

—Esta noche se juega un Oviedo-Sporting…

—La fiesta del fútbol asturiano. ¿Qué de quién soy? De los dos… Tengo grandes amigos en el Sporting, pero realmente nací en Oviedo, aunque siempre digo que soy de Candás, porque cuando salí de los orfanatos, la calle como tal la conocí en Candás. Fue lo primero que vi en el mundo. De allí era Alberto, que jugó en el Atlético, allí era Dios. Tenía vacas… ¡Qué gran tipo Alberto!

Ampliar
David CannonGetty Images

"Tengo ganas de revancha con Francia"

Anda bien de memoria Julio Alberto. Con el España-Francia en el horizonte de mañana, la final del 84, en el Parque de los Príncipes, con las mismas selecciones en juego, recobra un valor sentimental. Guarda fotos del partido y se sabe de memoria el once español y casi el francés.

"Nos faltaban los dos centrales Goiko y Maceda, además de Gordillo. Muñoz dispuso de un marcaje al hombre sobre Platini. Camacho se pegó a él y yo me quedaba de lateral izquierdo. En el centro de la defensa jugaron Salva y Gallego. No merecimos perder ese partido. No fuimos peores que Francia y perdimos por un error nuestro que le puede pasar a cualquiera y esta vez le tocó a Arconada. Pero lo primero que quiero decir es que no hubiéramos llegado a la final si no hubiera sido por Arconada. Estuvo inmenso contra Alemania y Dinamarca, por lo que no se le puede reprochar nada. Es el mejor portero que ha tenido este país de largo".

El asturiano se confiesa admirador de Platini con quien llegó a fabricar una buena amistad. "Daba gusto verle jugar, qué jerarquía, qué elegancia, qué liderazgo… Y a su lado se movían los demás, Giresse, que venía por mi banda, Tigana, Luis Fernández… Los dos delanteros Bellone y Lacombe. Se me cae la baba recordando ese partido que pudimos ganar por juego y ocasiones. Lástima de ese gol…".

Confiesa 27 años después que tiene ganas de revancha. "Después de ver a la España del otro día, la España de Luis Enrique, otro asturiano, tengo más ganas de revancha. No olvido aquella derrota, hay que ganarles, pintarles la cara…".