Sin liderazgo y sin discurso
El Barça evidenció en el Wanda que va perdido. La discusión entre Piqué y Busquets evidencia un vacío de poder en un equipo que un día dice que no se conforma con ser segundo y al siguiente asegura que “la cosa está muy mal”.
Cuando un equipo va a la deriva como le pasa al Barcelona, un conjunto que se va a la lona al primer soplido del oponente, es cuando los futbolistas buscan un líder sobre el terreno de juego. Ese líder, a día de hoy no existe ni en el césped, ni en el banquillo ni en el palco.
Entre los jugadores la sensación de que cada uno hace la guerra por su cuenta es palmaria. Los jóvenes quedan fuera de la ecuación por motivos obvios y entre los veteranos no hay consenso. La discusión que se vivió entre Piqué y Busquets, dos de los capitanes, sobre el césped del Wanda Metropolitano es la mejor prueba.
En el banquillo, el técnico es una figura que por mucha confirmación que reciba a última hora está más que señalada. Su credibilidad está bajo mínimos ante sus jugadores, a los que no duda en criticar públicamente ya sean vacas sagradas o jóvenes como Nico, de 19 años, señalado en la sala de prensa por el holandés. La figura del presidente Joan Laporta debería ser la que liderara la entidad, pero la sensación de improvisación también afecta a una directiva que se ve maniatada por la dramática situación heredada de parte de la junta de Bartomeu.
Ante la falta de liderazgo, el mensaje es confuso. Empezando por el palco, donde Laporta pasa de querer destituir al entrenador a confirmarlo de manera pública en cuestión de horas. Un discurso que llega al sonrojo cuando el vicepresidente Rafael Yuste declara que “nunca nos hemos planteado destituir a Koeman” 24 horas después de que el propio técnico diera por hecho su despido en la sala de prensa diciendo que “tengo ojos y oídos, no me han dicho nada, pero sé lo que se filtra”.
En el vestuario también se envían mensajes contradictorios. Incluso Gerard Piqué, la única voz autorizada en la caseta, es capaz de decir hace una semana que “no estoy aquí para ser segundo o tercero” a afirmar el sábado después del partido que “podemos estar tres horas jugando y no marcaríamos un gol, la cosa está muy mal. Ahora toca descansar y aprovechar el parón”.