La transformación de Asensio
El balear hace trabajo extra en un gimnasio en su casa, cuida al detalle su alimentación y ha fortalecido mucho el aspecto mental para recuperar la confianza en su juego.
Marco Asensio es otro. A sus 25 años, el balear ha alcanzado el punto de madurez perfecto para conocer al detalle su cuerpo y su cabeza. Detrás del futbolista que brilló con tres goles y dio una exhibición contra el Mallorca hay muchísimas horas de trabajo en la sombra. Su carrera, meteórica en sus inicios, le ha ayudado a conocer lo mejor y lo peor del fútbol, en una montaña rusa de emociones que le han ayudado a formar un entorno sólido para triunfar.
La lesión de rodilla que sufrió en 2019 marcó un antes y un después en su carrera. La vida del futbolista está repleta de viajes, concentraciones, partidos, entrenamientos... Es una rutina que deja poco espacio para detenerse, pensar y analizar. Todo el tiempo que normalmente le faltaba lo tuvo de sobra Asensio durante la larga recuperación. Lo primero para lo que sirvió fue para cribar aún más las personas que le rodean: es reservado, familiar y esos meses alejado de los focos le ayudaron a comprender en quién podía confiar incondicionalmente. Además, se produjo un cambio fundamental: conocer su cuerpo. Comenzó a cuidar la alimentación al detalle, a interesarse por cómo ayudaba a su cuerpo cada tipo de comida. Como es lógico, tuvo que cuidar la dieta en los tiempos de inactividad para no coger peso, algo que le permitió conocer qué tipo de alimentos le convenían para cada momento. Ahora se ha vuelto detallista y meticuloso en el apartado nutricional.
En cualquier recuperación de ese tipo se crea una rutina de trabajo, con largas sesiones de unas ocho horas diarias. Esa dedicación la ha mantenido después: se machaca en su tiempo libre con su entrenador personal. Las dobles sesiones diarias se han convertido en un hábito. Ha colocado en su domicilio un gimnasio en el que tiene todo lo necesario para hacer horas extra, siempre como complemento del trabajo físico que realiza en Valdebebas a las órdenes de Pintus. Durante esas sesiones en su casa, con un entrenador personal, trabaja en profundidad dos aspectos decisivos: la fuerza y la prevención de lesiones. Ha ganado musculatura sin que eso suponga un aumento de peso, por lo que ahora se siente con más potencia en las arrancadas y en los choques con los rivales sin que ello haya provocado una pérdida en su velocidad y su agilidad, dos de sus grandes virtudes.
Mente
Por otro lado, el aspecto más importante es el mental. Recuperar la confianza tras la lesión necesitó de una fuerte labor psicológica por parte de su entorno y del club, que han trabajado codo con codo con él para superar cada obstáculo. El miedo a arrancar, a encarar, a girarse... Son muchos pequeños detalles que marcan la diferencia en un terreno de juego y que Asensio ha debido trabajar paso a paso hasta llegar al momento actual, en el que vuelve a ser aquel jugador que maravilló a Europa cuando irrumpió en el fútbol profesional...
Por último, queda el paso decisivo sin el que nada de lo anterior tendría sentido: el feeling con el entrenador. Eso lo tuvo desde el primer momento con Ancelotti, que por fin le ha colocado con libertad en zonas interiores, algo que Asensio reclamaba desde hace años. Siempre se ha adaptado a cualquier demarcación, pero ha estado condenado a estar pegado a una de las bandas cuando su demarcación natural siempre ha sido la de ‘10’, detrás de un punta con el que asociarse para asistir y marcar en los metros finales.
Carletto le dejó claro desde el principio que le veía como un futbolista de juego interior, no como un extremo al estilo de lo que ofrecen Rodrygo o Vinicius. Esas palabras y esa idea han sido claves en la transformación de este nuevo Asensio.