"Obi Mikel está fuera control, '¡Te voy a romper las piernas!', grita"
Mark Clattenburg fue acusado de racismo por John Obi Mikel y Juan Mata tras un United-Chelsea de 2012 y vivió un auténtico calvario que narra en su autobiografía.
Antes de entrar en materia, contextualicemos. Mark Clattenburg es uno de los árbitros más célebres del fútbol inglés y un habitual en la Champions League. Pero el suceso que al que ha arrojado luz sucedió en un Manchester United-Chelsea que tuvo lugar en 2012. En él, John Obi Mikel y Juan Mata le acusaron de racismo. Las quejas llegaron tras la derrota londinense por 3-2, en un choque envuelto en polémica.
El colegiado expulsó a Fernando Torres y Branislav Ivanovic, además de obviar un fuera de juego en el tanto de la victoria de los Diablos Rojos. Hubo lío, tanto sobre el terreno de juego como luego en vestuarios. Clattenburg fue acusado de haber dicho "cállate mono" e "idiota español" (se enteró cuando ya estaba en el aeropuerto de vuelta a casa), algo que no se demostró y el colegiado siempre negó. Alex Ferguson creyó a sus jugadores: "Mark, he hablado con mis jugadores y no te han escuchado decir lo que alega el Chelsea. Nos creemos lo que dices. Creemos en la justicia, por lo que te apoyaremos".
Las palabras de Oriol Romeu, en el Chelsea por aquel entonces, afirmando que Mata no había escuchado nada hizo que la acusación fuera retirada, mientras que la queja presentada por los blues a la FA fue desestimada a los 25 días. Sin embargo, Clattenburg acabó perdiéndose más partidos que los jugadores (Obi Mikel tuvo una sanción de tres partidos por incidentes en los vestuarios) y en su autobiografía 'Whistle Blower', en la que también muestra su tensa relación con Jürgen Klopp, ha querido explicar todo lo ocurrido desde su propio prisma, algo que relata a través de una columna en el 'Daily Mail'.
El incidente
"¿Qué diablos está pasando ahí fuera? Antes de llegar a la puerta, se abre con algo de fuerza. Salto hacia atrás, instintivamente. Entonces, John Obi Mikel irrumpe. Puedo ver la rabia en sus ojos. El entrenador del Chelsea, Roberto Di Matteo, y el entrenador Eddie Newton, lo están frenando. Mikel está fuera de control, está tratando de agarrarme. ¡Te voy a romper las piernas! me grita. Un tipo de seguridad está lidiando con Mikel, alejándolo. Eso no es fácil, Mikel es fuerte. Me he puesto las botas, me estoy resbalando por todos lados. Soy empujado hacia unos asientos. Solo trato de defenderme. Todavía está empeñado en hacerme daño. ¡Sácalo de aquí! Mikel finalmente es arrastrado de regreso al pasillo. ¿Qué carajo acaba de pasar?
Di Matteo finalmente regresó a mi vestuario. Como yo, estaba temblando. Me dio la impresión de que el Chelsea estaba preocupado por lo que iba a incluir en mi informe. (...) Esto me puede arruinar la vida. Durante esas primeras horas de la noche del domingo del partido, me di cuenta del poder de los clubes de fútbol, el control que tienen sobre los medios y su influencia en la opinión pública, impulsada por la lealtad ciega de su base de fans. Fue espantoso. Fueron los campeones de Europa contra un árbitro, ¿a quién creerías?
Estoy atrapado. Prisionero en mi propia casa. Un prisionero en mi propia cabeza. No se me permite hablar. No puedo decirle al mundo que soy inocente. No puedo dormir. Leo los periódicos, veo las noticias de la televisión, reviso las redes sociales. No es sano, pero necesito saber lo que se dice, necesito tratar de darle sentido a esto. Si me atrevo a mirar por la ventana, los fotógrafos y periodistas están ahí, esperando. Luego se esconden, como francotiradores, por todas partes, todos queriendo la primera foto. Ha habido muchas lágrimas. Esto podría arruinar mi carrera. Podría arruinar mi vida. El miedo es peor que ir a la cárcel. Me llaman racista. Esa es una verdadera sentencia de por vida, no vuelves de eso".
En cursiva, extracto de la autobiografía.
El zapatazo a Mourinho
En la mencionada autobiografía, también recuerda un incidente con José Mourinho. Tras un empate entre el Manchester United y el Stoke City, el portugués no estaba contento con el arbitraje y entró a la caseta de los colegiados para reclamar a Clattenburg un penalti que, a sus ojos, se había 'comido'. Nuestro protagonista reaccionó lanzando su bota al técnico, algo que dejó fuera de juego al de Setúbal. Más tarde comprobó que hizo bien no señalando la pena máxima. "Me fui a la cama esa noche y supe que había tenido suficiente, ya no podían molestarme más esos idiota", zanjó.