Aprobados y suspensos del Pucela: El derbi del sainete
El Real Valladolid volvió a acusar defectos que arrastra de jornadas anteriores ante un Burgos sobreexcitado y que puso más mordiente.
El Real Valladolid cayó goleado en buena lid ante un Burgos meritorio, ansioso de triunfo en el derbi, algo palpable en la intensidad de los pupilos de Calero, que olieron la sangre después de la pausa para la hidratación e hicieron tres goles en un pispás. El conjunto de Pacheta adoleció, como equipo, de algunos rasgos que requiere cualquier equipo que se considere sólido a la hora de defender, así como, individualmente, de conexión y revoluciones en algunos casos particulares.
Roberto: Evitó el gol de Berjón en un error de Janko. Hizo un paradón a Guillermo, aunque se decretó fuera de juego. Estuvo cerca de parar el penalti de Juanma. Seguramente revivió fantasmas al encajar tres goles sin demasiada oposición.
Alcaraz: Se le vio incomodísimo, tan encimado por los atacantes burgaleses que cometió numerosos errores. El intento de dar continuidad al dibujo que venía funcionando fracasó, en parte, por los problemas que sufrió.
Kiko Olivas: Sufrió en ocasiones a sus espaldas, debido al buen juego de Guillermo. Perdió la disputa en el centro del campo que deriva en el 3-0. Fue de más a menos, contagiado por el nivel de sus compañeros de la línea trasera.
Javi Sánchez: Quizás el menos malo de los tres centrales. El Burgos aprovechó el golpe que recibió en la cara para poner el 2-0 mientras él estaba siendo atendido. Fue sustituido después de recibir varias grapas.
Janko: Una autopista que el Burgos supo aprovechar. Dio alas a Saúl Berjón, que le cogió pronto la medida. A menudo en tierra de nadie y desubicado, fue sustituido al descanso después del enésimo desastre.
San Emeterio: Todo lo que ofreció el centro del campo en días anteriores lo regaló en esta ocasión. En su caso, supuso una alternativa más bien escasa; Roque Mesa se vio desbordado ante la presión burgalesa, en parte por esa inoperancia.
Roque Mesa: Su primer periodo no fue precisamente para el recuerdo, algo que confirmó con el penalti que cometió, segundo del curso. Además, perdió el balón del 2-0. Llegado cierto punto, entre la desesperación, se tiró hasta las zapatillas.
Olaza: Sigue sin encontrarse. Agobiado en defensa, arriba se le vio poquito. Pasó de jugar de carrilero en la primera parte a hacerlo como central izquierdo en la segunda, en la que, más a favor de obra, no se le vio tan mal.
Toni Villa: Protagonista en los primeros compases, después de que un energúmeno le escupiera en un intento de llegada. Comenzó activo, intentando un eslalon interior en el que no encontró acompañantes. Se desactivó pronto del todo.
Óscar Plano: En contra de lo que cabría pensar, el dibujo parece no estar favoreciéndole, o por lo menos no acaba de dar con una versión correcta suya. Desaparecido, tocó poco el balón y con escaso acierto. Terminó sustituido con un golpe.
Cristo: Más participativo en la segunda parte, aunque sin grandes alardes. No le ayudó el hecho de que la presión rival desactivara cualquier opción de ataque. El infortunio quiso que fuera suyo el golpe a Plano.
Queirós: Asomó en campo rival en un par de ocasiones. Intentó cosas con balón, como con algún envío en largo. Cuando el Burgos transitó, sufrió.
Luis Pérez: De más a menos. Intentó llegar al último tercio, aunque el equipo no acompañó demasiado llevando el esférico hacia adelante.
Nacho: No fue demasiado incisivo, pero sí fue voluntarioso. Cometió alguna faltita. Mejor en ataque, aunque sin incidir en los últimos metros.
Aguado: Ágil, móvil, culebril, con ganas de mostrarse. Lo pudo hacer porque el Burgos renunció a metros y espacios en la segunda parte.
Hugo Vallejo: Entró para acompañar a Cristo, aunque no se encontraron. Bajó a recibir algún balón, aunque, como el resto de atacantes, sin poner en peligro a Herrero.