Leganés, revolución que no cesa
En el último lustro, desde el ascenso a Primera, los pepineros han acometido 86 fichajes en verano, que son 104 si se suman los de los mercados invernales.
El Leganés es una revolución que no cesa. Verano tras verano. Mercado tras mercado. Agitación que, transformada en cifras en el último lustro, impresiona. Desde que subió a Primera, en 2016, ha ejecutado un total de 86 fichajes. Eso sólo en el periodo estival. Sumado a los inviernos, la cuantía se eleva hasta los 104 fichajes, entendidos como fichajes aquellos jugadores que, en el momento de empezar el mercado, no pertenecían al Leganés, sino a otros equipos, aunque sí hubieran jugado con el Leganés el año justo anterior a su 'refichaje'.
El caso es que, desde ese ascenso, el Leganés jamás ha bajado en verano de las dos cifras de fichajes. Siempre hizo más de diez. En la 16-17 fueron catorce, el curso siguiente, quince. El récord se fijó en la 18-19, el curso del relevo de Garitano a Pellegrino, con 17 incorporaciones en la ventana estival. Un año después, la temporada del descenso, fueron 15, las mismas que en el retorno a Segunda en la 20-21.
Diez fichajes apurando el mercado
Esta temporada han sido un total de diez caras nuevas. A saber: Quintillà, Palencia, Doukouré, Bárcenas, Villar, Fede Vico, Bautista, Pardo, Bruno y Randjelovic. Las dos últimas llegaron en el último día de mercado. Una resolución, la de apurar al máximo el margen, que en Butarque se ha convertido en costumbre.
La tradición se inauguró precisamente en el curso del estreno en la élite (cuatro fichajes al cierre de mercado) y se ha perpetuado como una seña de identidad amparada en parte por las circunstancias. Insisten en el Leganés que hay ciertos fichajes que no se puede permitir antes de esos días finales, cuando las opciones escasean y los clubes o jugadores deseados ven ya con mejores ojos la opción de llegar a Butarque.
Recogida de beneficios
También es habitual que el Leganés haga caja en estos mercados de fichajes. De hecho, sólo en una ocasión, en el verano de 2019 (curioso, el que antecedió al descenso a Segunda) Butarque sufrió déficit en los fichajes, con dos millones de euros de diferencia entre lo invertido y lo recaudado.
Esa tendencia a recoger beneficios con las ventas también se ha repetido este verano gracias a la salida de Jonathan Silva, que ha dejado 2,5 millones de euros (más las plusvalías de una futura venta) por su marcha al Getafe. Es casi lo mismo que costó su fichaje (2,7 millones más los 200.000 de su cesión) y el total del superávit generado en esta ventana de fichajes en la que el Leganés no ha invertido ni un euro en las llegadas. Es decir, todas se han producido a coste cero, bien por ser cesiones, bien por ser jugadores libres.
Y es que este verano la obsesión del Leganés era no hipotecar el futuro con grandes inversiones que pudieran lastrar a los pepineros más adelante, como sucedió con casos como los del Deportivo de la Coruña o el Málaga de hace un par de temporadas. Ejemplos que en Butarque han sido esgrimidos con frecuencia para explicar la estrategia de este verano, otro de revolución permanente al sur de la capital.