Como si fuera la primera vez
Las gradas del Metropolitano se volvieron a llenar 532 días después. Las horas previas al inicio del partido fueron una sucesión de abrazos y reencuentros de la familia rojiblanca.
Como si fuera la primera vez. Así estaban los aficionados rojiblancos que acudieron al reencuentro con su equipo del alma. Sus ojos brillaban de la emoción por volver a casa. En su rostro, se esbozaba una sonrisa que ni la mascarilla podía ocultar. Mirando a todos lados, como si nunca hubieran estado allí. Pendientes de todo, querían inmortalizar en su memoria la vuelta a un domingo de fútbol.
De camino al estadio, las camisetas rojiblancas inundaban las calles. Era día de Atleti, era día de celebrar orgulloso que eres campeón de Liga. Pero, sobre todo, era día de celebrar la vida. Volver a lo de antes. Acordarse de quien no está y abrazar a los que siguen "partido a partido". Preguntar por la familia y recordar cómo se vivió aquel gol de Suárez en Valladolid.
Bajo un sol de justicia, encontrar una sombra era primordial. El bullicio en los aledaños era sinónimo de felicidad. Familias enteras vestidas de rojiblanco. Grupos de amigos que formaban un círculo. Parejas de la mano, sin importar la edad. Personas que llegaban solas, escuchando la radio, como se ha hecho de toda la vida, y, de repente, se cruzaban con su compañero de grada. ¡Qué felicidad!
Esto es la vida. Esto es el Atleti. Volver a donde eres feliz y disfrutar con los tuyos. Celebrar las victorias y apoyarse en las derrotas para salir más fuertes. Ayer, en los aledaños del Metropolitano, volvió a brillar el sentimiento rojiblanco. Que nunca se apagó, pero no se pudo disfrutar en familia.