Simeone, director de orquesta
Como si el tiempo no hubiese pasado, el técnico argentino volvió a dejar esa foto en la vuelta del público al Metropolitano: brazos en molinillo, pidiendo intensidad desde el 95'.
Hay cosas que, pasará el tiempo, la afición lejos del Wanda Metropolitano, nunca cambiarán. Es imposible. Porque si algo sabe el Cholo que tiene su campo es la voz convertida en un futbolista más. Por eso, cuando toca, cuando el rival aprieta, aunque no ahogue, el entrenador levanta los brazos. Es su señal. Los brazos en molinillo. La jugada del jugador número 12, esas gargantas de los aficionados que, ayer, ante el Elche, volvían al estadio rojiblanco. Imagen icónica. Como su solidez defensiva, como el 4-4-2 de antes y el 5-3-2 de ahora, como el Ángel en el que se ha convertido Correa.
Hacía un año, cinco meses y quince días que no podía tomarse esa foto. La del Cholo alzando los brazos, pidiendo rugir al público y que el Elche no se acercara. Porque ganaba el Atleti 1-0 desde que Correa marcara ese gol en el 39', antes del descanso, pero no terminaba de quitarse de encima la tela de araña tejida por Escribá. Bien plantado su Elche, pellizcando poco a poco túneles hacia el área de Oblak.
Se vio ante el Liverpool, se vio ante Cristiano, se vio ante el Madrid y ante el Barça, ante el Valencia, ante el Getafe. Se ve en cada uno de los partidos del Atleti que no son tranquilos, que llegan con código binario al final. O sin código, 0-0 que necesita de un empujón a la bota para terminar de desatascar. Papa Simeone mueve las aguas. El campo sube el volumen. Y suma, claro que suma, desde que el Wanda Metropolitano se inauguró, en la 2017-18, sólo en cinco ocasiones ha hincado la rodilla en su césped en Liga. Sólo cinco. Incontables son ya, sin embargo, las veces que Simeone levantó sus brazos. A la grada. En molinillo. Inigualable director de orquesta.