San Mamés recupera el sonido
Los 9.324 espectadores que han poblado la grada en la vuelta paulatina de los aficionados han aportado vida, color y ambiente al fútbol. Bilbao palpitó durante toda la tarde.
La gente empieza a tomar posiciones en el fútbol. Lo que la pandemia borró, las vacunas y las mascarillas empiezan a rescatar, a sacárselo de las garras al virus, se va recuperando el terreno perdido. A Bilbao le ha tocado recoger esta tarde parte de esa 'vieja normalidad' que se está retomando. La Catedral ha sido un reino de silencio desde el 1 de marzo de 2020, ante el Villarreal. El gol de Raúl García en el minuto 56, de penalti, fue el último cántico victorioso con coro. Los largos 538 días de vacío y silencio son muchos y más en esta pasional ciudad que arropa al Guggenheim. A las siete de la tarde, a tres horas para el choque ante el Barça, las calles aledañas al estadio eran un hervidero de gente, con muchas dotaciones policiales vigilando para que no se descontrolara la situación. Terrazas y bares de la zona de ambiente en Pozas estaban a reventar y se escucharon los primeros cánticos apoyando al Athletic. "Se ha hecho muy largo, es casi año y medio, todos confiamos en la efectividad de las vacunas", resumía José Mari con una mascarilla roja y blanca.
Hoy era el día de chupinazo en las fiestas de Bilbao, la célebre Aste Nagusia, una algarabía conocida en todo el país. Pero se ha desplegado un dispositivo especial para mantener las calles lo más libres posibles. "Se juntan todos los ingredientes para un gran día", se relamía Zuriñe. Se han vivido al fin dos jornadas de verano sureño, algo desconocido en julio y lo que llevábamos hasta ahora de agosto. Eso ha animado a la gente a salir de casa, aunque al partido solo se apuntó un tercio de los 43.000 socios. En total, 9.324 seguidores han sido los afortunados en este primer partido con público en San Mamés. Y su ruido se ha amplificado como si fueran el triple.
La explanada del estadio ha sido un constante hervidero de camisetas rojiblancas durante la hora previa al encuentro. "No se puede beber", recriminaba una ertzaina a dos seguidores con la mascarilla bajada mientras apuraban dos latas de cerveza. "Sí, sí, ya las tiramos", obedecían. "Queremos que los jugadores sepan que siempre hemos estado ahí, aunque no podíamos venir", precisaba un aficionado ya mayor. El acceso escalonado desde una hora antes ha encontrado ciertas dificultades, con colas en muchas puertas. En la zona de prensa, también retenciones. Y entre la marea humana, la historia conmovedora de dos octogenarios, Luis Mari y Ana Mari. Ella sufre Alzheimer. "Es la mejor mujer del mundo, rezo cada día para que se mantenga así y no vaya a peor; llevamos 30 años juntos, ya pensaba: a ver si no voy a poder volver al campo", se sinceraba el veterano socio.
Ya dentro, todos los hinchas han sido salpicados por toda la grada, con la consigna de no poder moverse en los 90 minutos ni desprenderse de la mascarilla para comer o beber. La salida del Athletic a calentar ha estado acompañada por un griterío que ha recordado a aquellos días en los que la pandemia era solo una pesadilla que explotaban algunas películas norteamericanas. Después, una pitada en volumen equiparable al Barça. En cada retirada de un jugador a vestuarios para la última charla de Marcelino, las palmas ardían. Y el clásico 'Athletic, Athletic, geuria". Los locales posaron con camisetas de algunos socios para rendirles honores. A las diez menos diez se ha proyectado a modo de chivatazo por los videomarcadores la presencia de Aduriz, al que han aclamado los presentes como en los tiempos que vestía de corto.
El remate de chilena de Aritz Aduriz que sirvió para derrotar al Barcelona en San Mamés hace dos años y cinco días, ha quedado plasmado como una obra de arte, no solo en la retina de los aficionados por el virtuoso remate en el césped, sino en un lienzo que representa el remate y ha sido dibujado por el pintor bilbaíno Iñaki García Ergüin. El cuadro ha sido presentado en el palco minutos antes del choque con la presencia de los dos artistas, el del balón, y el del pincel, nombrado en su día Socio de Honor del Athletic y autor de un gran número de obras relacionadas con nuestro club, entre ellas el logotipo del Centenario, en 1998. El Athletic ha elegido el mismo rival de entonces, el Barcelona, para presentar la obra, que todo aquel que quiera podrá visitar temporalmente en una sala de exposiciones del Athletic Museoa. Está inspirada en la fotografía de Juan Echeverría del remate, que supuso el último gol de Aduriz, el 172, como león. El exdelantero salía en auxilio de su sucesor en La Catedral, Iñaki Williams: "Si sigue generando ocasiones, el gol llegará. Lo importante es que crea oportunidades. Seamos pacientes y prudentes y terminará marcando muchos. Los ha hecho y hará más", apuntó en Movistar.
Como marca el protocolo, hubo txalaparta. La parte más emotiva ha llegado a las 22:00 y no era el movimiento de balón desde el círculo central. Fue el saque de honor de Alazne Bárcena, de 27 años: su historia conmovedora fue elegida por el Patronato de la Fundación Athletic por tratarse de un homenaje a la figura de su aita, fallecido durante la pandemia. Se trataba de una iniciativa impulsada para recibir relatos de estos duros meses. Para acompañar a la joven distinguida se eligió también a Juan Bonilla, de 97 años, y Ekain Begoña, de 16 meses de edad. De esta manera, sobre el césped de San Mamés estaban representadas diferentes generaciones, eslabones de una única cadena, la que conforma este club único desde su nacimiento en el siglo XIX. Durante el partido, un aroma espectacular, contagioso. A la conclusión, ya casi con un día nuevo, se han reforzado las líneas de autobuses para un regreso escalonado a casa y sin multitudes. El fútbol ha dado un paso más hacia la normalidad, pero le quedan muchas cicatrices aún. Y algunas heridas que jamás se curarán.