Año I después de Messi
Después del trauma de la marcha del argentino, el Barça abre nuevo ciclo contra la Real. Depay fue inscrito a tiempo. Isak no llegó en los donostiarras.
Derrotado clamorosamente a niveles de imagen institucional y proyección mundial, el Barça de estos días se enfrenta a un trabajo que no sabe si será capaz de completar, porque el vacío que deja Messi no se va a poder llenar. Transformarse con éxito es un desafío gigantesco. A partir de ahora, seguramente como desde mayo de 1996, cuando Núñez echó por las bravas a Cruyff, los años en el Barça se contarán antes y después de Messi. Y construir un nuevo Barça ganador, más en la situación de ruina económica y caos social y directivo que se advierte, no parece cuestión de apretar un botón. Sea desastroso o no, es evidente que, ahora sí, el Barça empieza un nuevo ciclo.
Hay un millón de cosas alrededor del Barça. Pero todas han quedado reducida a la anécdota, incluso su debut en LaLiga (20:00) ante la Real 'olímpica', que estrena las platas de tres jugadores magníficos, Oyarzabal, Zubimendi y Merino, que han querido estar a las órdenes de Imanol (sigue el partido en directo en AS.com).
El Barça 2.0 de Koeman es la casa de los líos. Para empezar, no tiene a su portero titular, Ter Stegen, operado del tendón rotuliano de la rodilla derecha. Su mayor esperanza, Ansu Fati, también sigue fuera de combate. No ha sido capaz de sacar a jugadores más allá de Matheus y Júnior, de arreglar su rebaja salarial y ha inscrito a última hora a Depay y Eric por obra y gracias de Piqué en un ejercicio de improvisación que no habla de la mejor manera de los primeros meses de trabajo de Mateu Alemany.
Eso por no hablar de jugadores perdidos en el limbo como Dembélé (otra vez lesionado de gravedad en la Eurocopa) o Coutinho; y de operaciones que ahora pierden sentido como Agüero. La campeona Real, que hoy no tendrá a una de sus estrellas, Isak, empieza la temporada con pocas incorporaciones (Ryan, Rico), los conceptos de Imanol bien asimilados hace tiempo y una línea continuista y prometedora. Todo lo contrario al Barça de la ruptura.