El Unión Berlín aprovecha el bajón final del Athletic
Remontada del equipo alemán cuando llegaron las rotaciones rojiblancas tras un gran primer tiempo bilbaíno. Berenguer sigue siendo el más clarividente con el gol. Lesiones de Iñigo Martínez y Petxarroman
El Athletic de las dos caras volvió a saborear el vinagre de la derrota. Tras dos compromisos redondos saldados con victoria ante rivales de Champions, el equipo mostró muchas fisuras en el tramo final, cuando quedó relevado el potente bloque inicial y aparecieron en el campo muchos meritorios. La blandura en el área propia y alrededores y el escaso colmillo en la ajena aún no han encontrado remedio en la botica de Marcelino. La vida sigue igual en eso, casi peor que con Garitano. Si el año pasado el más clarividente de cara a la meta contraria era Berenguer, este es primo hermano de aquel. El control de partido, dominio y posesión durante una hora fueron abrumadores, pero si eso solo le sirve para adelantarse con 0-1, está expuesto a que, por su habituales pecados de despistes en campo propio, le igualen o le remonten, como pasó en el campo del animoso equipo berlinés, arropado por un amplio sector de la grada lleno de aficionados sin mascarilla. Los nuevos tiempos en algunos puntos del planeta en los que las vacunas y el fútbol hacen olvidar que las alarmas aún resuenan por una pandemia.
García Toral sacó un once con muchas piezas que van a estar en el inicio de curso en dos semanas en Elche. El Unión remontó el tanto de los rojiblancos con una falta escorada que no parecía entrañar peligro y un centro al área a la buena de Dios. Así de fácil le fue neutralizar la exigua de desventaja. En el primer caso, un rechace que recogió Haraguchi para, con la complicidad de Nico Williams por tener poca atención, lanzar un zapatazo imparable a la red. Y en el segundo, Baumgartl cazó por arriba un buen centro a la caldera superando a otro inexperto en estas lides como Paredes. Pero ese parcial de 2-0 llegó con un puñado de jugadores llamados a estar por detrás de los titularísimos. Sólo Núñez, De Marcos, Vesga, Raúl García y Villalibre tal vez se escapen de esa condición de meritorios.
Marcelino va modificando la estructura de rotaciones. Esta vez hubo cuatro cambios al descanso, pero por ejemplo Williams y Berenguer ya estuvieron una hora, mientras que Dani García y Vivian se pasaron 70 minutos sobre el verde. Con el libreto habitual del técnico asturiano fueron llegando ocasiones de gol en cascada. Como un contraataque de Sancet, que cedió atrás a Morcillo y este la lanzó por encima del marco en el minuto 12. O seis más tarde en una falta que sacó Berenguer y tras un despeje defectuoso, le cayó a Iñigo Martínez, pero tampoco la tiró entre los tres palos. El central, que ya andaba entre algodones, abandonó la cita por molestias en el gemelo izquierdo y luego desfiló por Petxarroman, solvente y sin adornos en defensa, por molestias en los isquios, cosas de esta fase de la temporada.
Los leones tenían claros los automatismos y no cedía su pujanza: Williams va a por todas las disputas y Sancet está atento en las caídas, mientras Berenguer ataca el espacio. En una de estas, un tuya-mía de Oihan con Morcillo, tiró el primero y pegó en el palo izquierdo. La pelota se paseó caprichosa por la línea de meta y rozó el otro poste. La metáfora de lo que es este equipo: el esférico anda de turismo a ras del suelo bajo el larguero, por la raya, pero no entra. Berenguer siempre lo intenta, no desiste, y en una pugna con Knoche en un contraataque, tras pase de su mejor socio Sancet. Tuvo la fe y la fortuna a partes iguales para llevarse un balón que por fin pudo embocar. Parece indetectable muchas veces el exjugador del Torino. Los cambios de sentido y la velocidad del balón suelen llevar su sello. Y en el 37, encontró una grieta en la barrera a tiro de falta, pero se la detuvo abajo el meta local.