Mujica y Wu Lei, el yin y el yang
Espeso debut de un Espanyol sin caras nuevas ante Las Palmas, que impuso su juego asociativo y encontró el gol precisamente en uno de sus refuerzos.
De no ser por la maldita pandemia, que cierra puertas y levanta muros, quien hubiera comprado entrada para ver este Las Palmas-Espanyol marbellí se habría marchado del cine sin ver la película de lo que puede ser la campaña 2021-22, sí el tráiler en el caso de los canarios y apenas los títulos de crédito en cuanto a los pericos. Complicado extraer conclusiones en los albores de la pretemporada, más que el Espanyol muestra más de lo mismo, con los jugadores de antaño pero espeso todavía en ideas y ejecuciones –verbigracia Wu Lei–, mientras que Las Palmas enseñó esos destellos de fútbol canario que siempre tuvo y retuvo, hasta obtener la recompensa del gol.
Una pretemporada sin fichajes es como un verano sin playa o, al menos, piscina. Y el Espanyol, el único equipo de Primera y Segunda sin caras nuevas, por no presentar no contaba ni con su entrenador, Vicente Moreno, ausente en Marbella por COVID-19; los ‘Dani’, Pendín y Pastor, le sustituyeron con energía. A falta del principal aliciente de las novedades, y con Raúl de Tomás intentando en vano emular aquel gol desde el centro del campo que anotó ante el Almería el pasado curso, se depositaron las miradas durante el primer tiempo sobre Víctor Gómez, a su regreso de la cesión en el Mirandés, y Pol Lozano, pretendido precisamente por Las Palmas.
Al primero se le vio mucho, en una banda diestra muy activa con él y Embarba, que merodeó el gol en sendas faltas laterales, una con cabezazo de Dídac. Lozano, sin embargo, no pudo lucirse ante una Unión que presionaba mucho y bien y que hizo valer su superioridad por dentro, empezando por esa defensa de tres centrales que la Eurocopa ha vuelto a poner de moda. Ni el canterano ni Mérida ni Melendo supieron imponerse en la medular a los de Pepe Mel, quienes sí presentaban novedades, como Peñaranda y Ferigra de inicio, y que entre Lemos y Moleiro pusieron en aprietos a Oier.
Aunque, para exigencias, la del chut lejano de Pejiño en la reanudación que obligó a desviar con la punta de los dedos al guardameta blanquiazul poco antes de ser sustituido por Diego López. Si hizo rotaciones el Espanyol, en el que la gran noticia fue el retorno a los terrenos de juego de Miguelón tras cinco meses lesionado, y directamente cambió toda la alineación Las Palmas. Pero, contra todos los cánones del fútbol, no solo no se resintió sino que pasó a dominar, con juego asociativo, iniciativa, criterio, y concediendo poco. Salvo en el despiste, eso sí, que pudo desembocar en un gol de Wu Lei, al que le faltó chispa.
Llegaban los minutos para Vargas y Vadillo, candidatos a salir cedidos, y también para jugadores del filial como Alejandro Pérez, Nabil u Omar en el Espanyol, frente a Unai Vega o Rafa Mujica en calidad de fichajes en el conjunto grancanario. Fue este último, el hijo pródigo que ha regresado a Gran Canaria tras su paso por Barcelona B, Cornellà o Leeds –del que aún es jugador en propiedad–, quien sacudió el partido cuando se introducía en el túnel del tedio. Aprovechó el delantero una acertada asistencia de Aridai para controlar bien con la testa y definir mejor.
Todo lo contrario que Wu Lei, quien a siete minutos para el final se quedó completamente solo ante Raúl Fernández, con tanto tiempo para meditar su ejecución que al chino, futbolista de impulsos rápidos y recién incorporado tras dos meses concentrado –y encerrado– con su selección, se le hizo de noche y malgastó la bala del empate.