Una década sin la flor de Dani
Aunque parecía perpetuo, un día Sánchez Llibre amaneció lejos de la butaca de presidente del Espanyol: de Sarrià a Cornellà, las Copas, las plusvalías… Y Chen.
Tanto se lo tomaba todo en broma, o eso parecía, que a Dani Sánchez Llibre le sucedió como en el cuento del lobo: después de tantos amagar con dejar la presidencia, pocos le creyeron cuando finalmente iba a ser cierto. Y un 13 de julio de 2011, ahora se cumple una década exacta, se convirtió en el primer día en que el empresario conservero amaneció lejos de una butaca que llevaba ocupando literalmente desde el siglo anterior, concretamente desde aquel 26 de junio de 1997 en que parecía estar asumiendo un ‘marrón’ para un mandato efímero.
Cuando nadie quería ser presidente, porque comportaría salir en primer plano en la foto de la demolición de Sarrià, apareció Dani, cual ‘yo, Claudio’, con un despiste tan estudiadamente impostado que le valió para convertir un desolador exilio en el Estadi Olímpic de Montjuïc en la época más dorada del Espanyol, al menos en cuanto a títulos: dos Copas del Rey en solo seis años y una final de la Copa UEFA al siguiente. También la inauguración de la Ciudad Deportiva. El auge de la cantera. Y la flor. La sempiterna flor. Bajo el mandato de Sánchez Llibre, escurrió el Espanyol descensos cantados, especialmente los de 2006 y 2009.
Popular o populista según quién lo defina, para sus afines, Dani fue el mejor presidente de la historia. Sus detractores harán hincapié en su habilidad para dividir y vencer. Le sucedió con entrenadores, como Paco Flores o Juande Ramos, con directivos y accionistas de toda índole (como el mismísimo José Manuel Lara Bosch) y hasta con Raúl Tamudo, el jugador más determinante de siempre en el club perico.
También se vio envuelto en una polémica sobre las plusvalías que supuestamente le generaron traspasos como los de Pablo Zabaleta, Nico Pareja, Walter Pandiani o Dani Osvaldo, a la vez que patrocinaba con su conservera al equipo –nunca se sabrá cuál fue exactamente el millonario retorno que le reportó publicitarse en el fútbol– y que firmaba –junto a otros consejeros– un crédito sindicado solidario para sostener la construcción de Cornellà-El Prat.
El nuevo estadio fue su otro gran legado, a la vez que su principal quebradero de cabeza, hasta el punto de que a día de hoy asegura Dani Sánchez Llibre que de volver atrás en el tiempo no lo habría mandado edificar. Claro que él siempre tuvo como máxima que “lo que hoy es blanco, mañana es negro”, como para tomar por segura su sentencia.
Del crédito sindicado se liberó gracias a la aparición de Chen Yansheng, a través de un restaurador chino, en una verbena de San Juan. Uno de esos capítulos ‘made in’ Dani que le salió redondo, para agrandar una flor que hoy hace una década abandonó la presidencia para siempre. Bien, tratándose de Sánchez Llibre lo de ‘para siempre’ habrá que ponerlo siempre en cuarentena.