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SUIZA

Seferovic, el camaleón suizo que fracasó en Anoeta

El delantero será la gran amenaza ante España, aunque su carácter díscolo le hace recibir muchas críticas en su país.

Seferovic, el camaleón suizo que fracasó en Anoeta
JUSTIN SETTERFIELDPool via REUTERS

Uno de los delanteros suizos más carismáticos de los últimos años, el inolvidable Kubilay Turkilmaz, criticó duramente a Haris Seferovic después de los dos primeros partidos de la Eurocopa. “Parece que haya que provocarle para que juegue bien”, escribió en una columna de un diario del país. Y dicho y hecho.

Desde aquella crítica, el rendimiento del delantero del Benfica se ha disparado. Tras no marcar ante Gales e Italia, se destapó ante Turquía con un golazo y definitivamente se convirtió en héroe nacional de Suiza con su doblete ante Francia en octavos. “Hemos cerrado muchas bocas”, dijo el capitán Granit Xhaka después de la histórica victoria. “La gente puede decir lo que quiera, nosotros hablamos sobre el campo”. le secundó Seferovic.

Es la realidad de un delantero que siempre ha sido vigilado con lupa, a pesar de su buen nivel. La indolencia, incluso apatía, que muestra en algunos partidos contrasta con el hambre de algunos otros, por ejemplo el de Bucarest en el que Francia acabó hincando la rodilla en una derrota en la que Seferovic tuvo mucho que ver. Con su doblete, suma ya tres goles en el torneo y está entre los máximos anotadores de la Eurocopa.

La historia de Seferovic con Suiza siempre ha sido turbulenta, pese a los incuestionables éxitos. Hijo de padres bosnios, aunque nacido en tierras suizas, su nombre entró de lleno entre los analistas del país durante el Mundial Sub-17 de 2009, en Nigeria. La inolvidable generación suiza se proclamó campeona del mundo de manera brillante y él fue su máximo goleador y mejor jugador, junto a Xhaka. Es más, suyo fue el único gol de la final, ganada ni más ni menos que a los nigerianos en su propio país.

La Real. Para entonces, muchos grandes clubes ya habían apuntado su nombre. La Fiorentina lo fichó del Grasshopper, aunque después de varias cesiones acabó traspasándolo por 2 millones a la Real Sociedad. Nadie dudaba de sus condiciones, pero su carácter era complicado. En Anoeta tuvo un inicio fulgurante, especialmente gracias a un golazo en la previa de la Champions en Lyon. Apenas se le vio más y acabó desquiciando a la afición de Anoeta.

Para entonces ya había debutado con la absoluta de Suiza, a pesar de declarar que no le importaría jugar con Bosnia. Los suizos estuvieron rápidos para convocarlo y así evitar la tentación de irse a jugar con el país de su familia. Con Suiza ha disputado los dos últimos Mundiales y las dos últimas Eurocopas. Algunas de sus participaciones fueron decisivas, como el gol ante Ecuador en Brasil 2014. También se recuerda su hat-trick ante Bélgica en un 5-2 que les clasificó para la Final Four de la Nations League.

A nivel de clubes siguió desesperando, más que ilusionando. En el Eintracht mantuvo esa línea de altibajos y en el Benfica le ha costado mucho ser el nueve decisivo, hasta que esta temporada se desató con 22 goles. Las críticas le han perseguido siempre, incluso en esta misma Euro. Afortunadamente para él, con sus goles ante Francia ha logrado pasar de villano a héroe.