Don Álvaro, cuando la ilusión de la afición supera al censo
El conjunto blanquiazul está a dos partidos de convertirse en el pueblo más pequeño (770 habitantes) de la historia de la Tercera extremeña. 400 personas les acompañarán en la grada.
Piensen en el número de habitantes que tiene su localidad. Ahora imaginen que más de la mitad se dan cita en el mismo lugar. Complicado, ¿verdad? No para un pueblo extremeño que está a dos batallas de hacer historia. 770 personas es la población de Don Álvaro, un lugar donde estos días el fútbol seguro es el hilo conductor de cientos de conversaciones. Y es que, este domingo, unas 400 personas viajarán a Aceuchal para tratar de convertir una vez más aquello del jugador número 12 en verdad universal.
El CD Don Álvaro acabó con el Pueblonuevo, el pasado 12 de junio, en una tanda de penaltis donde consiguieron tapiar su portería (3-0, después de empatar a 0 durante los 120 minutos). Cuando se consumaba la victoria, el campo se llenaba de camisetas blanquiazules, 360 acompañaron a los suyos. Algo habitual, que no normal, en grandes tardes que más de la mitad del pueblo acompañe a su equipo. De hecho, Moisés Prieto (36 años), presidente de la entidad, lamenta que solamente dispongan de 400 entradas para el siguiente encuentro, como señala a AS: "Es una pena, porque muchos aficionados se quedarán sin poder entrar al campo el próximo partido".
Carrera contra la historia
Ese triunfo les colaba en la penúltima ronda, el partido del cual habla el máximo mandatario, por el ascenso a Tercera. Allí les espera La Estrella (el choque es a las 19:30), conjunto de Los Santos de Maimona, localidad con más de 8.000 habitantes. La diferencia es manifiesta, pero con la resiliencia por bandera, como si de una famosa aldea gala en medio del Imperio romano se tratase, las desigualdades quedarán a un lado cuando el colegiado sople el silbato. El premio es mayúsculo: convertirse en el pueblo más pequeño de la historia de la Tercera División extremeña.
"Hasta ahora, ese honor recae en el Hernán Cortés (965 habitantes). Cuando hablo con su presidente, buen amigo, siempre le amenazo que le quitaremos el récord", dice Moisés entre risas. Si nuestros protagonistas logran superar a La Estrella tendrán que verse las caras con el ganador del Jaraíz-Guareña, la otra semifinal. Eso sí, la final ya viene con premio: el campeón asciende, el subcampeón jugará la Copa del Rey el próximo año.
A muchos les sonará el Becerril, conjunto que se enfrentó a la Real Sociedad hace dos años. Fueron ajusticiados (0-8), sí, pero que un pueblo palentino de 742 habitantes juegue ante un gigante como los txuri-urdin. por mucho que Goliath fuese demasiado en esta ocasión para David, les colocó en el mapa futbolístico. Algo que podría ser el mal menor si en Don Álvaro se quedan en la orilla. Siempre, claro está, que consigan superar a los santeños.
Mucho más que dinero
Moisés nos recuerda que no es la primera vez que olfatean la gesta, pues en 2017 ya disputaron el playoff de ascenso. No cristalizó la proeza, pero no fue por falta de apoyo de la hinchada: "Hace cuatro años metimos a 1.000 personas en el campo en la fase de ascenso. 1.000 personas en un pueblo de menos de 800 habitantes, fue una locura". Es fácil encontrar cantidades superiores a las que abarrotaron el Pedro Manuel Barrero Macías, pero seguro que no lo es tanto que en un campo de fútbol haya más personas que habitantes tiene el pueblo o ciudad en cuestión…
Las cifras son espejo suficiente de la pasión con la que se vive el fútbol en Don Álvaro. Mérito doble, además, si tenemos en cuenta que los jugadores no lo hacen por dinero. "Muchos otros, en nuestra categoría, incentivan con una cantidad por victoria, por ir a entrenar o directamente con un modesto sueldo mensual. Nosotros les pagamos los viajes. La filosofía es que todos se sientan iguales y que solamente jueguen aquí quienes de verdad quieran hacerlo. No se obliga a nadie. Me gusta tener detalles puntuales, como comidas de grupo. Si ascendemos les he prometido un viaje", explica el presidente.
Sentimiento generacional
Conocer perfectamente cómo funciona el ecosistema de un club es la llave del éxito y el presi lo comprende, ya que antes fue jugador y después entrenador. Además, es el ejemplo perfecto de la conexión entre generaciones familiares a través del balompié, pues su padre también presidió la entidad. Jesús Abreu, el entrenador culpable de la ilusión que inunda las calles, también late por el equipo. Excapitán del club hasta hace un año, una rotura del cruzado le retiró y en su primera campaña en los banquillos ha demostrado no quedarle grande la banda.
Para mantener esto vivo y que el sentimiento germine desde la cuna, además de para nutrir al primer equipo, se creó la escuela de fútbol. Niños de los pueblos de alrededor acompañan a los alvarenses, algo que impulsa el marketing de la entidad. Es habitual ver los colores del club en los colegios, con los niños pidiendo el chándal del equipo a sus padres, algo que seguro es orgullo de los hinchas más veteranos del lugar.
Si bien no es una sorpresa sonora ver al CD Don Álvaro en la fase de ascenso, no hay que olvidar que era uno de los equipos fuertes de la Primera extremeña, ello no resta importancia a lo logrado. Es más, pone más pesas en la balanza de la meritocracia. Y es que, desde que la entidad fuera fundada en 1977 ha demostrado solidez y conseguido mantenerse siempre a flote, sin ninguno de los habituales baches, en forma de desaparición y reaparición, que afrontan otros equipos del fútbol modesto.