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EUROCOPA (E) | ESPAÑA 0 - SUECIA 0

España está seca

La Selección empata a cero con Suecia en su estreno en la Eurocopa. Luis Enrique no dio entrada a Gerard Moreno hasta el minuto 73.

Actualizado a
Morata, en el partido ante Suecia en La Cartuja.
Morata, en el partido ante Suecia en La Cartuja.Pierre Philippe Marcou / POOLEFE

Faltó lo de casi siempre, el gol. Por lo visto tampoco se escondía en Sevilla y el problema se agrava porque se ha convertido en una canción de estribillo odioso. España pinchó con Suecia y arranca la Eurocopa sin premio. Se abre ahora un plazo de cinco días (hasta el duelo ante Polonia) con las tertulias echando humo, pues basta con tener los oídos medio abiertos para darse cuenta del sentir popular: ¿Por qué no jugó Gerard Moreno hasta el minuto 73 cuando ha sido el máximo goleador español de LaLiga? “Fútbol es fútbol”, decía Boskov. Ni siquiera la frase de Vujadin nos ayuda.

Mientras sonaban los himnos quise hacer un experimento, un ejercicio facilito, sin riesgo alguno. Tecleé ‘Luis Enrique’ en Twitter y aguardé cuánto tardaba en figurar su nombre en un comentario. No llegó al minuto. Y decía así: “Luis Enrique es otro Clemente. Nos va a dar días de gloria”. ¿? Así que mejor aparqué las redes sociales y me centré en el césped de La Cartuja, donde Luis Enrique había alineado el once más previsible de todos los previsibles, y eso en el asturiano ya es acertar. Unai Simón de nuevo bajo palos (y van ocho partidos seguidos), lo que le otorga la condición de meta titular de la Selección. Era una España de izquierdas, con dos centrales zurdos como Pau Torres y Aymeric Laporte, acompañados en defensa por otro zocato como Jordi Alba. Detalles, simplemente eso, porque lo cierto es que el cuarteto que escoltaba a Simón fue un seguro de inicio.

Bastaron cinco minutos para dibujarnos lo que nos quedaba por ver de ahí a las once menos cuarto. Una Roja que movía de lado a lado el balón en su intento de encontrar un resquicio en esa multitud amarilla que ordenó Jane Andersson. Isak y Berg no tenían otro cometido en ese arranque que el de perseguir a los centrales españoles para tratar de obstaculizar la salida de balón. Costaba lo suyo.

El primer uy llegó en un cabezazo de Olmo en el minuto 15 tras pase de Koke. El balón botó en el césped pero fue bien despejado a córner por Robin Olsen. El meta del Everton pegó un par de voces en un intento de que sus compañeros dieran unos pasos adelante. Porque era cierto que Suecia solo corría detrás del balón, hasta tal punto era tal la desconexión ofensiva del equipo que Forsberg, posiblemente el pie con mayor clase a la hora de armar juego, tuvo su primera intervención reseñable al paso por el minuto 20. Reseñable no quiere decir brillante, pues su remate se fue a las nubes.

Un dato: en el 26’, la posesión de España ascendía al 82%. Otro: por entonces, los de Luis Enrique habían botado ya cuatro córners y rematado cuatro veces a puerta. Pero en muchas ocasiones lo realmente difícil en el fútbol es traducir esos números en peligro real. Que se lo pregunten a Koke, que en apenas cinco minutos disfrutó de dos ocasiones claras de gol. En ambas, sus disparos no encontraron portería. El rojiblanco y Pedri eran los centrocampistas más móviles, mientras que Rodri ejercía de ancla. Por cierto, del canario no podemos dejar pasar por alto el hecho de que ante los suecos se convirtiera, a sus 18 añitos, en el jugador más joven en la historia de la Selección en ser titular en la fase final de un gran campeonato. Casi nada.

España jugaba bien, pero no marcaba. Y en esas estábamos cuando revivió el debate nacional: Morata, sí, Morata, no. Una pifia monumental de Danielson dejó el balón regalado al de la Juve junto al punto de penalti. Pero Morata erró, tiró fuera lo que veíamos dentro. Y ese fallo tuvo un efecto del que no se supo recuperar. Solo tres minutos después se invirtieron las tornas y fue Isak, el mejor de los suecos, quien tuvo una clara ocasión, pero su remate se convirtió en una especie de pinball en el que el balón rebotó en Llorente, botó junto a la línea de gol, dio en el poste y quedó finalmente en manos de Simón. Un regalo como caído del cielo.

Iniciada la segunda mitad, estuve tentado de teclear ‘Morata’ en Twitter, pero no me atreví. Por ese río baja de todo y preferí creer fervientemente en que el delantero de la Juve se desquitase con un golazo que nos diera los tres primeros puntos en esta Eurocopa. Pero no pudo ser y fue sustituido, entre pitos de la grada, por Sarabia, al mismo tiempo que Thiago relevaba a Rodri. Ya en el 73’, cuando La Roja flaqueaba, Oyarzabal y Moreno entraron por Ferran y Olmo.

Pero el trueque tampoco sirvió para reconducir lo que se había torcido con el paso de los minutos. El 75% de posesión y los 953 pases no tenían premio. Ni siquiera en el 90’ el remate de Gerard Moreno acabó en gol. Olsen estaba ahí. España empezó bien y acabó mal. Esa es la peor noticia. El resto es debate, vueltas y más vueltas a la alineación, aquello del “fútbol es fútbol” del recordado Vujadin.