CHAMPIONS (FINAL) | M. CITY 0 - CHELSEA 1
Una metamorfosis en 124 días
Tuchel cogió un equipo a la deriva y le cambió la cara en unos pocos meses. La clave, la integración de los veteranos con gente de talento como Pulisic y Havertz.
Desconfiado por naturaleza con los directores de orquesta de sus millonarios proyectos, Roman Abramovich, que acababa de ajusticiar a una leyenda del club como Frank Lampard, no ofreció a Thomas Tuchel más que 18 meses de contrato cuando se hizo cargo del equipo a finales de enero. El equipo marchaba en mitad de la tabla de la Premier, había sufrido para pasar la fase de grupos de la Champions y había sido eliminado de la Copa de la Liga. Nada hacía pensar que el alemán pudiese dejar su huella tan pronto y tan rápido. Cuatro meses más tarde, los blues son campeones de Europa y Tuchel ha demostrado ser uno de los mejores entrenadores del mundo, por lo que no es de extrañar que ayer, nada más levantar el título, pidiese una mejora de contrato que se ha ganado a pulso.
“No estoy seguro de ello al 100%, pero igual esta victoria me lo ha garantizado directamente, tengo que comprobarlo con mi agente”, reconocía él, exultante, en la rueda de prensa de ayer. “He hablado con el presidente ahora mismo sobre el campo, y, la verdad, ¡creo que era el mejor momento para tener una primera reunión al respecto!”. La victoria, además, se produjo contra un Manchester City que se ha paseado por la Premier durante toda la temporada, pero que, sin embargo, no ha sido capaz nunca de derribar el muro planteado por Tuchel.
Ni en la Premier, ni en la FA Cup, de donde les eliminó en semifinales, ni en la final de la Champions. Guardiola va a tener pesadillas este verano con el entrenador alemán. Todo ello gracias a una transformación que se ha consumado en apenas 124 días y que ha convertido a un grupo de jóvenes con mucho futuro en campeones de Europa. La clave, sin duda, ha sido la capacidad de Tuchel de integrar la veteranía de jugadores como Azpilicueta o Thiago Silva con el talento de Pulisic, Mount y Havertz, al tiempo que convencía a todo el vestuario de la importancia del colectivo y de la necesidad del sacrificio defensivo para conseguir los objetivos.