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Villarreal VLL
1 (11)
Gerard Moreno 28'
M. United MNU
1 (10)
Cavani 54'
Finalizado

FINAL EUROPA LEAGUE | VILLARREAL 1-M. UNITED 1 (11-10)

El Villarreal toca el cielo

El Submarino se impone en la final al United en la tanda de penaltis tras 22 lanzamientos. Rulli paró el último a De Gea. Gerard había hecho el 1-0 y Cavani empató.

El Villarreal toca el cielo
MICHAEL SOHNPool via REUTERS

Primera Europa League a la vitrina, pasaporte a la próxima Champions y premio extra con la Supercopa de Europa del 11 de agosto. Nunca un triunfo tuvo tanto valor. Y pese a la recompensa, recogida en los penaltis tras 22 lanzamientos y una parada de Rulli a De Gea, jamás lo material pesó tan poco en la inolvidable noche de Gdansk. En la épica victoria del Villarreal, un cohete amarillo, frente al Manchester United, un diablo rojo, lo verdaderamente impactante es, fue y será la magnitud popular de tan impagable alegría. Un pellizco al alma del fútbol español a la altura, y con mayor dificultad, dicho sea de paso, que terremotos como la Séptima del Real Madrid, la primera Copa de Europa culé de Wembley o, más cerca de la tierra, la dictadura del Sevilla en esta competición. Hitos que sirven como semejanza en esta ocasión para reconocer que el Submarino no sólo ha hecho llorar de felicidad a un pueblo entero sino que, además, ha cambiado el curso de su historia definitivamente. Es leyenda. Lindelöf aún está buscando a Gerard. Y nosotros, celebrando. La Conference League, a la que estaban abocados estos héroes, puede esperar otro año.

El gol de Gerard (29’) tras una magistral falta de Parejo sirvió para encender la chispa. No podían ser otros. El delantero suma 30 goles esta temporada y 11 asistencias, demostrando que es un mediapunta brillante y delantero centro insaciable. Normal que vaya a ser el delantero de la Selección en la Eurocopa y ya sea ídolo pop de La resistencia. Lo del mediocentro es la confirmación de que su carrera está muy por encima de su fama. Di Stéfano sabía de esto. Sin embargo, el triunfo empezó a cocinarse en la pizarra de Emery. Sabedor de las fortalezas y debilidades de su equipo, y de las del United, planteó un encuentro a fuego lento, llegando incluso a perder tiempo en el minuto 15 como si ensayara para la prórroga que luego llegó, olvidando la presión en campo contrario para apretar las líneas en un solo cuarto de campo. La velocidad de Rashford y de Greenwood exigía un plan sin metros a la espalda de la defensa. Y aunque de primeras los nervios y un accidente de Foyth hicieron temer lo peor, el Submarino se recompuso poco a poco a lomos de Pau y al galope de Yeremy, dos críos, para ir sacudiéndose un dominio inglés que no se concretaba en ocasiones. Un centrochut de Shaw y un remate en propia puerta de Albiol. No hubo más para desesperación de Solskjaer en esos primeros cuarenta y cinco minutos. Cavani espoleaba sin morder, mientras Pogba y Bruno Fernandes se agobiaban sin espacios entre tanto furor amarillo.

La reanudación nos mostró a un Villarreal más seguro de sí mismo y a un United bastante más agobiado y nervioso. A diferencia del equipo castellonense, ya tenía la Champions en la mano vía Premier. Sin embargo, lleva tantos años perdiendo el paso que su futuro es hoy, y el estrés por recuperar el tiempo le carcome. Sin Maguire sufría en la salida, y la estrategia de sentar a Fred tampoco pareció darle demasiados frutos. Emery también supo leer esa ansiedad. Porque Unai es entrenador, ya lo saben, pero bien podría haber tenido una consulta de quiromancia. Cuatro Europas League no son casualidad. Mantuvo la estrategia inicial, reforzada por la pasión donde ya aparecía el cansancio. Hasta que una jugada aislada en el 55’, un córner botado por McTominay desde la izquierda, acabó en un disparo desde la frontal de Rashford y en una acción oportunista de Cavani en la melé. Empate, palo al Villarreal y vitamina para el United.

Emery empezó entonces a mover su banquillo, quitando a Bacca, errante, por los tres pulmones de Coquelin. Si a alguien se echó de menos fue a Chukwueze (lesionado) con sus arrancadas. El Submarino agradeció la decisión. Se sintió por momentos con un escudo del que carecía ante el impotente físico de su adversario, que reclamó sin éxito algún penalti de esos de moda. El problema del Villarreal es que comenzó la noche metido atrás por estrategia y convicción y acabó los noventa minutos en el mismo lugar de partida obligado y por frustración. Menos mal que en la prórroga resucitó. Cavani pudo rematarle en el 72’. El Villarreal necesitaba aire, y fútbol ya de paso. Así que Moi y Alcácer hicieron acto de presencia. Un jugón y un matador. Después se renovaron los laterales. El United, por contra, tenía fe a su once inicial o miedo a hacer retoques. Sus primeras sustituciones llegaron a los cien minutos. Y lo pagó. Pasó de mandar a obedecer. Y suerte que el VAR no estimó una pena máxima por mano a tiro de Gerard en el 114’. Los penaltis le condenaron. Se quedó sin lanzadores titulares y el Villarreal lo aprovechó sacando a relucir los poderes de Rulli en el cara a cara ante De Gea. Hicieron falta 22 penaltis, pero mereció la pena alcanzar la medianoche con el corazón en la boca.

Fue conmovedor observar tanta alegría cañí en estos tiempos de desgracias y ver alzar el título al aire. Los éxitos tienen muchos más padres que los tropiezos. Roig, que tuvo que ver la final desde casa por otro capricho del coronavirus, Llaneza, Emery, Pau, Albiol (Luis Enrique, piénsatelo), Parejo y Gerard se han ganado acaparar más titulares que nadie. Su trabajo les ha costado por unas u otras bondades y peripecias. Pero convendría recordar a todos aquellos entrenadores, jugadores y trabajadores del club que remaron en su momento para insistir sin desfallecer hasta llegar a Polonia, en la piel de otros, pero con el mismo latido. Ver a Bruno en el estadio vestido de paisano y no de corto fue duro, emocionante y sanador. Porque, por este mismo orden, estuvo cerca de levantar ese título y no lo consiguió, porque animó sin envidias como si nunca se hubiera retirado y porque, a fin de cuentas, lo visto ante el Manchester United fue el acto público y notorio de la alternativa soñada a sus herederos: su ejemplar legado continúa en las piernas de Pau y en las de esos otros 12 canteranos que son los héroes junto a Rulli de un humilde pueblo, los abanderados de un país orgulloso ante la tiranía de la Premier y la envidia del mundo entero.