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Mantovani, reestreno en Butarque

El histórico excapitán del Leganés pisó de nuevo Butarque tres años después de su despedida en 2018. Fue invitado al palco en el triunfo 1-0 ante el Málaga junto a Nereo Champagne.

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Butarque era otro. Nada que ver con aquella jaula de ruido del 19 de mayo de 2018. Hace tres años se disputaba el último partido de Liga y el Leganés recibía al Betis. Qué importaba el rival. Los importantes eran ellos. Asier Garitano y Martín Mantovani se despedían como entrenador y jugador del Leganés respectivamente. El primero regresó. Primero como rival (con la Real, con el Alavés) y ahora como, de nuevo, técnico pepinero. El segundo jamás lo había hecho. Ni como rival (Las Palmas le vetó su vuelta en la primera jornada de este curso), ni como aficionado. Nada. Hasta que el pasado lunes se coló de nuevo en sus entrañas para asistir al Leganés – Málaga que clasificó a los pepineros por primera vez para un playoff de ascenso a Primera.

Sí, Butarque era otro. Éste que ahora acoge partidos en la desnudez de un silencio que sigue sonando a efecto forastero, es diferente. Lo es en el sentido más físico de la palabra, porque cuando Mantovani abandonó La Avenida de los Once Leones no tenía la lujosa recepción que ahora le acoge en la zona de Tribuna. Las oficinas donde trabajan los miembros de comunicación que lo abrazaron a su entrada tampoco existían. Ni los palcos VIP que ahora, huecos, son esqueletos de una lujosa ambición que la pandemia se llevó por delante. Todo era más vetusto. Más Leganés.

Esa última tarde, hace tres años, Mantovani entró al recinto y al césped (jugó en la segunda parte "tieso" por una lesión) en medio de una ovación de hinchas que este lunes se mordían las uñas desde sus hogares, vetados en su acceso al estadio. Tampoco lo tuvo ahora fácil para entrar el que fuera capitán del equipo y primer pepinero en hacer un gol con el escudo del laurel en las tres categorías profesionales, a saber Segunda B, Segunda y Primera. Como reza el protocolo de LaLiga, el central italo-argentino tuvo que pasar una prueba de antígenos para certificar que no tenía COVID. Dio negativo. Obvio. Mantovani ya pasó la enfermedad esta temporada con el Andorra.

Un test, un retraso y muchos abrazos.

“Papá, tardé una hora en pasar el test y entré casi con el tiempo justo al partido”, se excusó con los amigos a los que saludó como una estrella (lo es) mientras accedía con Felipe Moreno, dueño del club, al recinto. A su lado, otro héroe del Leganés. Nereo Champagne también dejó Butarque esa tarde de 2018. A sus espaldas, la siempre recordada actuación en la noche del Pepinazo copero del Bernabéu.

Uno y otro repartieron más abrazos que pases tuvo el partido. De los más sentidos, los que compartieron con Cuéllar y Bustinza, los dos únicos compañeros que, en la grada o en el banquillo, quedaban en la noche del partido de aquel plantel en el que Mantovani y Champagne compitieron siendo jugadores del Leganés. Una caravana de afecto que terminó eyectando felicidad cuando, en el 88’, Róber Ibáñez marcó el tanto del triunfo pepinero. Ése que nuestro protagonista celebró casi como los hinchas que antes accedían a la grada de animación que tiene su figura grafiteada en las escaleras. Mantovani volvió a Butarque, aunque sin saberlo, él nunca se había ido. Un estadio distinto, pero con el recuerdo del capitán siempre tatuado en el alma.