Sergio Araujo, 150 partidos de amarillo cargados de alegrías y sinsabores
Llegó a esta cifra ante el Albacete facturando dos goles y se despide de la temporada con 11, su segunda mejor marca anotadora desde que llegó al club en 2014.
El tiempo vuela, que dice el tópico, y así es realmente. Parece que fue ayer cuando un joven argentino, apenas conocido por la afición amarilla, pisaba el verde del Gran Canaria por primera vez y, siete años más tarde, ahí está, cumpliendo 150 partidos con la elástica de la UD Las Palmas, después de sus idas y venidas durante los últimos años. 29 primaveras tiene ya, un futbolista maduro, y sigue hambriento de goles para rellenar su hoja de servicios con el equipo que ha marcado su trayectoria. Dos más contra el Albacete sellan el broche de oro a un año personal duro, marcado por el COVID-19, que ha terminado superando con creces para convertirse en el máximo goleador del equipo. Pero hoy es día de echar la vista atrás...
El Chino que enamoró y ascendió a una isla
Todo comenzó en 2014, cuando Las Palmas anunciaba, allá por el mes de julio de aquel año, la llegada de un prometedor futbolista argentino de 22 años, que aterrizaba en la isla en calidad de cedido por Boca Juniors. Regresaba así a la Liga Adelante, llamada entonces de este modo, tras su paso previo por el Barcelona B en la 2012/2013, donde había anotado 7 goles.
Sin embargo, volvía a Europa, quizás, forzado por las circunstancias, tras no haber cuajado una buena campaña en el Club Atlético Tigre, en la 2013/2014, donde había disputado 23 partidos y solo marcado 4 tantos. El Chino Araujo buscaba minutos en la UD y su reconciliación con el gol, y vaya que si la encontró.
Menudo año firmó con la UD. Sin duda, fue el hombre gol del equipo entrenado por Paco Herrera, con 23 dianas en la liga regular, en 39 partidos, más dos que fueron clave en la promoción de ascenso, siendo uno de ellos el que devolvió al equipo insular a la élite del fútbol profesional 13 años después. Esas imágenes del 21 de junio del 2015 siguen grabadas en la memoria colectiva de toda la isla, cómo no. Quién si no tenía que marcar el gol del ascenso... ¡pues El Chino! Un héroe para la afición amarilla, que siete años más tarde le siguen teniendo cariño por aquella gran campaña.
Tras aquel maravilloso año, el club hizo efectiva su compra por 2,5 millones de euros y, cómo no, sería el delantero titular de los amarillos durante buena parte de la siguiente temporada junto al brasileño Willian José. Sin embargo, en sus 30 partidos en Primera, solo anotó cinco goles y su brillo comenzó a apagarse. El Chino de Segunda ya no era el mismo. Que si la mala vida, decían algunos, que hay que trabajar más, decían otros. La cosa es que no cuajaba en la mejor liga del mundo y su tiempo en la UD parecía que se marchitaba.
De héroe a esconderse en Grecia, lejos del foco de la UD
Se iniciaba una nueva temporada en Primera, con Quique Setién al mando desde el inicio, pero, al igual que en el tramo final de la temporada anterior, el idilio de Araujo con el gol en Primera estaba gafado y, a pesar de las oportunidades que le daba el técnico cántabro, el argentino no le cogía el pulso a la categoría. Solo once partidos en la primera vuelta, con dos goles en liga y uno en Copa del Rey bastaron para que pusiera rumbo a Grecia de la mano de Manolo Jiménez. Destino: AEK de Atenas. El Chino buscaba así una liga menor donde redimirse y lo consiguió: 9 goles en 26 partidos y se convirtió en un ídolo de masas para la afición griega, cuando en Gran Canaria su figura ya era más que cuestionada por varios incidentes extradeportivos que cuestionaban su rendimiento en el campo. La idea de venderlo ya hacía tiempo que estaba sobre la mesa, pero el presidente del club, Miguel Ángel Ramírez, siempre fue contrario a dicha opción, incluso cuando tras el ascenso le ofrecieron desde Italia 10M€ por el jugador, que rechazó tajantemente.
Y en esas, Araujo tenía que regresar del sueño griego en el verano de 2017, aunque sin mucho entusiasmo tanto por su parte como por la de la UD, por lo que fue sencillo para ambos ponerse de acuerdo y mantener su estancia en tierras helenas. Disputó dos partidos de liga, con escasos minutos ante Valencia y Atlético Madrid en agosto e hizo las maletas para volver a su querida Atenas, donde, de nuevo, cosechó un buen registro, 14 goles. Todos contentos. El futbolista se revalorizaba fuera de la isla y ahora sí que la UD se contentaba con la esperanza de que los helenos pusieran el dinero sobre la mesa para ficharlo, algo que nunca llegó a ocurrir.
Descenso a Segunda, retorno a regañadientes a la UD y vuelta a Atenas otra vez
Con el equipo descendido a Segunda y un supuesto macroproyecto para querer volver a Primera cuanto antes, la UD necesitaba a su añorado goleador, y más a las órdenes de Manolo Jiménez, que ahora era el entrenador elegido para Las Palmas. El andaluz había conseguido que el argentino rindiera en el AEK de Atenas. El club necesitaba al hombre que les había devuelto años atrás a Primera y, con sus goles de vuelta, más los del infalible Rubén Castro, que regresaba a la isla después de muchas temporadas, ¿qué podía fallar? Sin embargo, todo empezó mal. Un 4 de agosto, en un amistoso contra el Marítimo, El Chino cayó lesionado por una fisura en el segundo dedo del pie izquierdo, según la versión oficial de la UD, luego desmentida por Jiménez en la radio del club, que estimaba un periodo de baja de entre 3-4 semanas, pero finalmente no fue tal y le hizo perderse los 2 primeros meses de competición.
Regresó y acabó disputando 26 partidos, pero solo anotó cuatro goles en su vuelta a Gran Canaria, puesto que también en la segunda vuelta sufrió otra lesión en forma de esguince de grado II-III del ligamento colateral externo de la rodilla derecha, que le mantuvo mes y medio parado. Año marcado por las lesiones que nunca le permitieron coger ritmo y el equipo acabó en mitad de tabla, sin pena ni gloria.
Esa mala temporada hizo que Araujo se empleara a fondo en verano para ponerse a tono de nuevo, y ya con Pepe Mel tomando las riendas de la plantilla en la 2019/2020 intentara que, finalmente, fuera su año con la UD después de mucho tiempo, pero ¿qué pasó? Nuevo contratiempo en pretemporada. El argentino se lesionó un 31 de julio del año 2019 durante un partido amistoso de Las Palmas frente al Cádiz en el estadio de La Línea de la Concepción, en el que, supuestamente, solo tenía una lesión leve en el tobillo y, sin embargo, se le acabó realizando una artroscopia para revisión articular y una reparación del ligamento deltoideo y sindesmosis del tobillo izquierdo, que le acabó dejando sin jugar hasta diciembre. De esta forma, disputó solo cuatro partidos con los amarillos hasta que acabó cedido en el AEK de Atenas hasta junio, disputando 19 encuentros, en los que anotó solo tres goles.
Ni el COVID-19 ha podido con su hambre de gol con la UD
Y, por fin, llegamos a esta temporada, donde tampoco lo ha tenido nada fácil, ya que nada más comenzar los entrenamientos de pretemporada vio truncada su progresión al dar positivo de Covid-19 a mediados de agosto, por lo que tuvo que ser aislado durante dos semanas, algo que le ha traído verdaderos quebraderos de cabeza durante todo el año y que, sin embargo, ha sido capaz de superar.
Tras ese percance tuvo un inicio fulgurante que sorprendió a todos con cuatro goles en seis partidos. Ese comienzo de curso, después de haber dejado atrás al virus hacía pensar que podíamos estar ante el milagro de volver a ver al gran Araujo del año del ascenso de la temporada 2014/2015. Debido a esas secuelas del COVID-19, el argentino no debutaría con los insulares hasta la segunda jornada contra el Fuenlabrada, con solo 30 minutos en el campo, sumando otros 11 la jornada siguiente frente al Zaragoza, para ponerse a punto. Ahí vino su despegue.
Le marcó al Logroñés en la 4ª jornada, doblete al Almería en la 6ª y anotó otro gol al Castellón en la 7ª, pero se retiró lesionado. A partir de ahí, comenzaron a llegar diversas molestias musculares, se cree que derivadas del virus, como le ha ocurrido a muchos otros futbolistas de la plantilla, que lastaron su dinámica y apenas pudo disputar dos encuentros más hasta el 2021, ante Oviedo y Sabadell.
Tras un periodo de puesta a punto, con el inicio del nuevo año El Chino ya estaba listo y, tras cuajar una buena actuación en el primer partido ante el Espanyol, anotaría el tanto de la victoria una semana más tarde en Mallorca. Recuperado, sin molestias y sin explicación alguna llegó una racha muy mala hacia la portería rival que duró 10 jornadas, contando el encuentro que vio desde la grada por su expulsión en Castellón, que le privó de jugar ante el Rayo. Y parece que le sentó bien el castigo, ya que en las últimas trece jornadas ha anotado 5 goles para convertirse en el máximo goleador de los insulares con 11 en 29 partidos (se perderá el de Logroño por sanción), siendo éste su mejor registro desde aquel que consiguiera el año de su debut con la elástica grancanaria.
Siete años, con idas y venidas a tierras helenas. 150 partidos y 47 goles en total para el argentino que un día hizo vibrar y gritar a toda una isla y que, por mucho que intenten enterrarlo, sigue erre que erre en querer demostrar que no ha perdido al goleador que lleva dentro. A pesar del COVID-19, sus secuelas y molestias musculares derivadas del maldito bicho, el argentino ha peleado este año contra viento y marea para seguir en la brega y mantener su hambre de gol. Y, como dijo ayer al finalizar el encuentro: "Quiero soñar en grande y volver a Primera con la UD Las Palmas", así que hay ambición y Chino para rato.