El Espanyol falta a su fiesta
Los pericos, que para ser campeones debían ganar ya que lo hizo el Mallorca, no pasaron del empate ante un reivindicativo Tenerife. Y suerte de Raúl de Tomás.
Perder ante el Cartagena, tras asegurarse el ascenso, había sido como una mañana de resaca; no superar el día que aspiras a ser campeón de Liga al Tenerife, que no se jugaba nada, como quedarse dormido y faltar a la fiesta de fin de curso de un hijo. De acuerdo que siempre fueron los canarios de estropear fiestas, pero es que la del Espanyol se la desmontaron los propios pericos. Igual que la Federación tuvo que desmantelar todo el operativo dispuesto para entregarles la copa de campeones de Segunda sobre el césped del RCDE Stadium.
Del Espanyol había sido el título de LaLiga Smartbank casi todo el partido, pues a falta de ganar debían igualar lo que hiciera el Mallorca, que también empezó perdiendo. Pero los bermellones sí supieron materializar en Son Moix ante el Real Zaragoza la remontada que nunca llegó en Cornellà. Deberá esperar hasta la jornada final el Espanyol, ante el Alcorcón, si es que no se lleva el trofeo el Mallorca.
Regresaba Diego López a la titularidad por lesión de Oier y para tratar de asegurarse el Zamora. Un deseo que le duró solo cinco minutos, los que tardó Shashoua en burlar a medio plantel perico por la banda derecha, en orientar un pase a la frontal, donde Pomares –otro que volvía, por la sanción de Álex Muñoz– se inventara un preciso zapatazo con el exterior de su bota izquierda, cruzado y colocado. No se trataba de un espejismo ese madrugador 0-1, puesto que el Tenerife fue siempre que pudo un equipo reivindicativo, férreo, inteligente y bien situado atrás pero también incisivo, con presión alta, y creativo.
Enfrente, nada que ver el Espanyol con ese rodillo de Ponferrada, o de tantos otros partidos que le han aupado esta temporada hacia el ascenso. Desdibujados Vargas y Dimata, destacados en El Toralín, y con Raúl de Tomás, Puado o Melamed de entrada en el banquillo, únicamente Embarba –que se había perdido, sancionado, el partido intersemanal– probaba tímidamente y a balón parado a Serantes, quien pisaba el RCDE Stadium por primera vez desde su grave lesión de rodilla en 2016 con el Leganés.
Iban paliando los pericos su insólita ausencia de ocasiones de gol con el infortunio de terceros, en este caso de un Mallorca que iba perdiendo en Son Moix con el Real Zaragoza, lo que igualmente daba al Espanyol matemáticamente el título de Liga conforme se consumían los minutos. Por si acaso, ya en la reanudación, protagonizó Dimata la primera gran llegada local, pero su cabezazo se estrelló en el larguero, mientras Vicente Moreno iba sumando pólvora: primero Puado y Melamed, a la hora de partido De Tomás...
Y no hubo mucho más que decir, salvo un cortar-pegar de lo que tantas veces ha obrado esta temporada el ‘pichichi’ de Segunda, quien una vez más convirtió la primera que tuvo. Recibió un balón a unos diez metros de la frontal y, sin siquiera pensárselo, dirigió un mísil directo a la escuadra de Serantes. Ni la COVID-19 y sus secuelas pueden nublar el único pensamiento que ronda la cabeza de RdT: el gol.
Pero la emoción no iba a desaparecer, dado que en Son Moix empataba Dani Rodríguez, lo que mantenía al Espanyol como campeón pero a un solo gol del Mallorca de perderlo. Pudo remediar la tensión un ex del Tenerife, Lluís López, en un cabezazo que no encontró puerta. Un tiro a la desesperada de Embarba, ya en el añadido cuando Darder había sido expulsado por protestar y los bermellones ya ganaban su partido, fue el único atisbo de reacción de un Espanyol que pretendió celebrar la fiesta sin ocuparse de los preparativos. Y otros, concretamente el Tenerife en Cornellà y el Mallorca en Son Moix, lo hicieron mejor.