Cuenta atrás para Zidane
En su adiós de 2018 sólo tardó cuatro días en anunciárselo al club. Tras poner punto final a la Liga, al vestuario le dio las gracias. El Madrid, expectante.
Las próximas 72 horas serán decisivas para Zinedine Zidane. El francés esquivó las preguntas sobre su futuro en sus últimas comparecencias con los medios de comunicación (hasta siete se le hicieron al respecto) tras el 2-1 al Villarreal porque primero quiere poner las cosas claras con el Real Madrid. Como pasó tras la final de Kiev, cuando se reunió tres días después con el club y al no ver satisfechas sus peticiones y sentirse vencido por las circunstancias, decidió dar un paso a un lado. Lo hizo al jueves siguiente de ser campeón de Europa. Sólo cuatro días. Zidane no es hombre de culebrones eternos. "En los próximos días hablaré con el club y veremos", fue lo más que concedió este pasado domingo.
El Madrid está a la expectativa porque aunque le llegan numerosos indicios de que el marsellés optará por irse, no han sido de palabra u obra de Zidane. Desde el club se viene transmitiendo una cierta tranquilidad para no alterar más las aguas mientras aún estaba la Liga en juego, pero eso significa poco teniendo en cuenta que en 2018 la decisión de marcharse pilló al club casi completamente desprevenido. El francés no tiene ahora la coartada moral de irse dejando un título grande en la mesa, pero eso tampoco garantiza nada.
De hecho, circulan versiones en el entorno blanco de que la renuencia de Zidane a dar pista alguna de que se va es una estrategia para ver cómo respira el Madrid. Y si capta que la entidad, como pasó en el tramo de noviembre a diciembre, está más por la labor de emprender un nuevo camino con otro entrenador. Zizou introdujo, antes de irse de la flash interview en Movistar+, una frase que quiso recalcar: "Tengo un año más de contrato". No fue casualidad.
Periodo de reflexión
De momento los jugadores están también a la espera. Zidane ha negado que haya comunicado de manera grupal a la plantilla que en efecto se marcha y en su último partido tampoco lo hizo. Se despidió de ellos dándoles las gracias por su temporada. De momento sólo la familia de Zidane (su mujer y sus cuatro hijos) y su entorno más cercanísimo, en esencia David Bettoni, saben con bastante exactitud qué hará. Zizou es muy celoso de todo lo que pasa por su cabeza. Por eso el Madrid, incluido Florentino Pérez, están a la espera. Como pasó con la negociación de la renovación de Ramos, hay gestiones de las que se encarga personalmente cara a cara el presidente y más por la relación personal entre ambos. Zidane no comunicará nada sin decírselo a Florentino primero. También estará envuelto José Ángel Sánchez, director general del club.
Ese encuentro se producirá en los próximos días. Una vez el técnico recargue un poco las pilas. Porque así lo quiere el propio Zidane y el club también está de acuerdo porque tiene perfilados los dos planes secundarios, Allegri o Raúl. Con el Siete ya ha habido toma de contacto y el italiano sigue a la espera pero recibiendo otras propuestas. La última, según indican desde Inglaterra, del Tottenham.
Con Zidane habrá un intento personal por parte de Florentino, pero también una cuestión de fondo que recuerda poderosamente al panorama de hace tres años. Entonces Zidane pidió renovación a fondo de la plantilla (los primeros que quería fuera eran Bale y Kovacic) por cuestiones personales y porque detectaba agotamiento, pero se encontró con el 'no' del Madrid, que le explicó que al proyecto aún le quedaba jugo.
Mbappé, Ramos, Varane...
Esta vez la baza es Mbappé, pero el modelo está mucho más agotado que entonces y encima Zizou tendría que manejarse probablemente sin Ramos y Varane, capitanes y hombres de su plena confianza. Se ha vuelto a mojar públicamente por la continuidad de los dos y si no siguen su credibilidad como voz para tomar decisiones de peso se vería menoscabada. Parte de la renovación tendría que venir de jugadores como Odegaard, que se fue cedido por petición propia y precisamente porque pensó que Zidane no le daba el espacio que merecía. Condicionantes que tampoco ayudan.