La afición del Levante vibra con el nuevo Ciutat
Los 4.437 abonados disfrutaron por primera vez del remodelado estadio y gozaron de la megafonía y del espectáculo de luces. Pero el color, realmente, lo pusieron ellos.
La expetación era máxima. 440 días después, volvía el público al Ciutat de València y lo hacía en el renovado fuedo granota. El equivalente a entrar en otra dimensión. Fueron 4.437 abonados, de las 5.000 localidades disponibles, los que disfrutaron del primer encuentro de LaLiga en casa desde el fatídico 8 de marzo de 2020. La emoción se vivió en la grada de Orriols. La piel de gallina.
"Ha sido una noche muy emotiva. Increíble. Esperábamos ansiosos que viniera la gente, pero ha sido más especial de lo que podíamos esperar. Se me ha puesto la piel de gallina. Con 5.000 no me quiero ni imaginar lo que será con toda nuestra gente. Cómo resonaba el estadio. Nos ha faltado brindarles la victoria", aseguraba Paco López tras el encuentro. "No tiene color, el fútbol es de la gente. Me he puesto hasta un poco nervioso. Ojalá mejore la situación y podamos ver el Ciutat lleno", apuntaba Melero. Son, que cuajó su mejor encuentro de granota, pudo recibir la visita de sus padres y le vieron por primera vez jugar en la élite. Las emociones se sucedían, con miles de historias en la grada.
Fue una noche emotiva a la que sólo le faltó el broche de la victoria. Hubieron dos despedidas improvisadas, las de Augusto Fernández y Estrada Fernández, con pasillos durante y después del partido. Una bonita imagen. Quizá sobraron, eso sí, algunos de los abucheos al árbitro desde la grada, tras 12 temporadas en LaLiga, 241 partidos a sus espaldas e internacional desde 2013. Con 45 años, una norma caduca le obliga a retirarse del arbitraje.
No fueron, sin embargo, las únicas. Toño salió del campo tras un gran partido, asistencia en el primer gol incluida, y con una ovación con sabor a despedida. El club tiene una opción de rescindir su contrato a final de temporada y parece que será el camino que tomen con el lateral izquierdo después de siete temporadas en la entidad. Rochina y Doukouré, sin minutos ni celebraciones, vivieron también su último baile en Orriols.