Golpe en la mesa del Chelsea… y tres titulares lesionados
El Chelsea se tomó su venganza después de perder la final de la FA Cup el pasado sábado contra el propio Leicester City. Una victoria que deja a los londinenses prácticamente en Champions.
Si el Chelsea tenía alguna duda, el Bridge se ha encargado de despejársela. Justo cuando al equipo parecía que le entraba el mal de altura, que encadenaba dos derrotas consecutivas y perdía un título tan importante como la FA Cup, los blues han recuperado a su público, y eso en la Premier es mucho decir. Fantásticas noticias para los de Tuchel también en cuanto al resultado, una victoria merecida que prácticamente garantiza un puesto entre los cuatro primeros, pero que ha salido muy cara, pues Azpilicueta, Kante y Mount se retiraron con molestias antes de tiempo. Con la final de la Champions a la vuelta de la esquina, saltan todas las alarmas en el oeste de Londres.
Lo que tiene que haya público en las gradas es que, cuando Werner protagoniza alguno de sus ya tristemente habituales fallos, las gradas le devuelven algo más que un triste silencio. Y, aunque parezca increíble, lo que le dedicaban sus aficionados eran aplausos, aplausos de apoyo para un jugador al que no le salen las cosas pero que lo cierto es que nunca deja de intentarlo. Aun así, en su triste haber de la noche se llevó dos goles anulados, uno por fuera de juego y otro por mano previa.
La muralla del Leicester, que era quien tenía más ventaja para defender un puesto Champions antes de la jornada, parecía que no iba a caer, pero finalmente en un córner fue Rüdiger quien empujó a gol el primero. Poco después, un penalti cometido sobre Werner lo transformaría Jorginho en el segundo, y, si parecía que un partido de Premier podía quedarse ahí, los foxes se tiraron a por todas.
Iheanacho, haciendo historia al convertirse en el primer jugador en marcar todos los días de la semana en un curso de Premier, recortó distancias, y, con las pulsaciones tan a flor de piel que hubo una tangana al final, los últimos minutos fueron dignos de lo que era: una final por asegurar un puesto en la Champions del año que viene.