La fe de Miguel invoca el playoff
El Leganés sentencia a un Logroñés descreído con un doblete de ahínco del delantero y un golazo de Sabin. Los pepineros se consolidan en el playoff y el Logroñés, en el descenso.
El Leganés lució por primera vez en mucho tiempo músculo ofensivo (en la alineación, en su despliegue) para asentarse en puestos de playoff merced a un triunfo con más pólvora que juego. El doblete de fe Miguel (primero de la temporada) mantiene a los blanquiazules como cuarto clasificado, con un colchón de cinco puntos con la periferia de la promoción y a sólo uno de la tercera plaza que defiende el Almería, objetivo último para un final de temporada que al Logroñés se le está haciendo cuesta arriba. Los riojanos encadenan ya cinco partidos sin ganar. En Butarque se exhibieron deslavazados y sin continuidad. Apenas rondaron la meta de Riesgo y se empeñaron en sus deslices defensivos para dibujar un futuro incierto. El presente, por ahora, los mantiene en descenso.
Uno se imagina a Asier Garitano con una chupa de cuero, pelo largo y vaqueros de pitillo sólo por carnavales. Alejado del prototipo de roquero, de inicio dibujó el de Bergara un once tan hardcore que parecía de otro. Cuatro delanteros. Sí, cuatro. Sin Eraso (sancionado), ni Arnáiz (lesionado) los reemplazos escogidos fueron dos medio ‘9’: Juan Muñoz y Sabin Merino. Con Miguel y Avilés, repóquer de pegada. Dinamita pa’ los pollos (Centennials, busquen la referencia en Google).
El pálpito que destilaba el once pepinero se hizo carne sobre el verde. Fue el Leganés de la primera parte un alma ofensiva con cierto espíritu pendular. Ahora te domino. Ahora no. Juego sincopado con lagunas de dominio entre las que asomó el Logroñés para gestar ocasiones impetuosas, pero incompletas. Como si les faltara la fe de quien cree por pasión, más que por obligación. Olaetxea y Paulino tuvieron las más claras en sendos remates lejanos. Insuficientes frente a un Leganés que controlaba, pero no aplastaba.
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Jugando en el abismo de su once ofensivo enjauló al enemigo amagando sin golpear, aunque sí con polémica. Gorka tocó dos veces la pelota con la mano dentro del área, pero dijo el permisivo González Esteban y Prieto Iglesias desde el VAR que no, que aquellos no eran penaltis. Injusticia del destino, luego Gorka se tuvo que ir lesionado y sustituido al descanso de esa misma extremidad izquierda. En un forcejeo con Miguel se le salió el hombro. El ariete pucelano destacó y batalló con ahínco hasta que encontró el gol en una jugada que no estaba llamada a ser gol. El pase largo de Sergio debía encontrar a Juan Muñoz, pero el sevillano (rozando el fuera de juego) no la peinó y la bola entró en el área para sorpresa de un Santamaría que, a media salida, no tapó bien el único hueco posible para que Miguel la colara rasa (minuto 22). Fue el gol que adelantó al Leganés para cerrar una primera que no terminaba de romper en algo definido.
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El triple cambio del Logroñés al descanso (el de Gorka, obligado) prometía con hacer de la reanudación algo diferente. Misión cumplida. Emergió un bloque más hilvanado que al compás de Petcoff se asomó al área de Riesgo con reiteración. El argentino estaba en todas frente a un Leganés resucitado en sus pánicos. El guion no es nuevo por Butarque: mitad no sentenciada, zozobra desatada. Hasta que el sainete se hizo fútbol en el 2-0. Un despeje de la defensa rebotó en Sierra y dejó sólo a Javi Hernández. Santamaría pudo con su latigazo, pero no frenó la entrada impetuosa de un Miguel que a la remanguillé la embocó.
Gol feo. Pero gol al fin y al cabo (minuto 57’). El tanto dejó tan grogui al Logroñéscomo a su portero (necesitó de atención) y prolongó el partido en media hora de la basura con verdugos y condenados prolongando el statu quo por la inercia de unos minutos que al Leganés lo consolidaban en el Olimpo y al Logroñés, en el infierno. Solo el bello y violento bombardeo de Sabin en la escuadra rompió la inercia y sentenció el duelo en el descabello (minuto 81).