El Córdoba CF también se hunde y se asoma a la cuarta categoría
Hace seis años estaban en Primera, y ahora el nuevo formato y su fatídica temporada llevan a los blanquiverdes a acercarse a lo equivalente a Tercera.
El Recreativo de Huelva, el Marbella, el Pontevedra, el Salamanca o el Real Murcia ya se han olvidado de la Primera RFEF (equivalente a la actual Segunda B). Otros como el Racing de Santander, el Numancia, el Hércules o el Deportivo sufren por lograrlo. A estos equipos hay que sumar otro histórico más que está escribiendo las peores páginas de su historia y se acerca al abismo: el Córdoba CF.
Hace seis temporadas el club blanquiverde estaba en Primera División plantando cara al Real Madrid de Carlo Ancelotti en El Arcángel. Muchos recordarán aquella expulsión de Cristiano Ronaldo por golpear a Crespo y Edimar, y el posterior gesto limpiándose el escudo de ganador del Mundial de Clubes. Meses antes, el Córdoba ascendió en Las Palmas contra los amarillos en la última jugada del encuentro con un gol de Uli Dávila, uno de los ascensos más agónicos que se recuerdan.
Momentos guardados en la retina de los blanquiverdes que ahora distan muchísimo de su actual realidad, en apenas seis años. Tras doce años consecutivos entre Primera y Segunda, la campaña pasada volvieron a estar en Segunda B, algo que ahora mismo se ve como el paraíso a dos escasos partidos de poder confirmarse su descenso de categoría.
La llegada a Primera, la cima desde la cual se ha caído
La gravedad dice que todo lo que sube baja. Sin embargo, en el fútbol, algunos pueden mantenerse arriba y no bajar. En la mayoría de casos, se baja, y el peligro está en el cómo. Puede ser lenta, hasta un nivel inferior, o el extremo contrario, rápida y hasta el punto de hundirte del todo. Es el caso del Córdoba CF.
El club andaluz logró ascender a Primera en el año 2014, categoría que no pisaba desde 1972. Lo hizo tras muchos años de travesía por Segunda, gracias al ya comentado ascenso en Las Palmas. Sin embargo, como estructura, tenía una grave crisis institucional y la propiedad estaba haciendo una gestión terrible de la mano de Carlos González, ahora mismo investigado por la Justicia.
Aquel Córdoba con Chapi Ferrer y Djukic en el banquillo o los Ghilas, Bebé, Cartabia, Fidel o Andone fracasó, quedó colista, y se despidió del sueño sin pena ni gloria, siendo uno de los peores colistas de la historia de la Liga. Fue el empujón al muerto por el acantilado sin posibilidad de ser rescatado o reanimado. El inicio de una caída hasta el fondo.
Otra oportunidad de ascenso, salvación histórica y vuelta a caer
De la cima cayó la entidad cordobesista al segundo escalón, a Segunda División, y tuvo una oportunidad histórica de regresar a Primera. Un salvavidas que no siempre aparece. Un equipo de ensueño con Florin Andone, Xisco y Raúl de Tomás arriba o con Pedro Ríos y Fidel en las bandas. Y se le escapó el ascenso en el playoff contra el Girona de Pablo Machín.
Tras otra temporada de transición hacia abajo llegó una de las salvaciones más impresionantes que se recuerdan en Segunda, con Sandoval en el banquillo, y jugadores como Reyes, Sergi Guardiola, Narváez, Javi Galán, Javi Lara, Aythami o Kieszek. En esa fase el club cambió de propiedad, y llegó el cordobés Jesús León como máximo accionista junto al conocido Luis Oliver. Los dos salvaron al equipo del descenso, pero terminaron de destrozar económicamente a la entidad, gastando dinero que no había y con otras cantidades desaparecidas aún por investigar. Jesús León también está siendo investigado y la Justicia ya le quitó el club de sus manos.
Dos balas tenía el Córdoba, dos salvavidas, y los dos los gastó. El equipo estaba sin nada en las arcas, destrozado por completo, sin poder pagar a los jugadores, sin poder fichar prácticamente por el límite salarial, y poéticamente, se consumó sin apenas resistencia el descenso a Segunda B en Gran Canaria, ante Las Palmas.
El presente: dos fracasos en Segunda B de la mano de Bahréin
El regreso a la categoría de bronce en la 2019/2020 estuvo marcado por cuestiones extradeportivas. Primero, Jesús León, entonces propietario del club, fue detenido, y tras una operación judicial pionera y seguramente única, el fondo de inversión Infinity de la familia real de Bahréin adquirió la unidad productiva, es decir, el esqueleto de la entidad, bajo una nueva sociedad, aunque teniendo que hacer frente a deudas y pagos acumulados por los dos propietarios anteriores.
Deportivamente, el equipo se quedó quinto, a solo dos puntos del cuarto clasificado, de manera que la finalización de la temporada por la pandemia en marzo dejó a los blanquiverdes sin poder luchar por el ascenso. Un golpe moral y deportivo al proyecto iniciado desde Bahréin con los exbéticos Juanito y Miguel Valenzuela en la dirección deportiva.
Tras ese gran empujón, ya en pleno hundimiento del trasatlántico hasta el fondo del mar, esta campaña ha llegado el mazazo definitivo. El club, saneado ya económicamente, se ha gastado 3,8 millones de euros solo en el primer equipo, una cantidad estratosférica en la categoría posiblemente solo superada por el Deportivo de la Coruña, con jugadores veteranos como Miguel de las Cuevas, Javi Flores, Piovaccari, Bernardo Cruz, Isaac Becerra, Mario Ortiz, Willy Ledesma o Carlos Valverde.
Pero nada ha dado resultado. Empezó con Juan Sabas como técnico, pero a las pocas jornadas tuvo que recurrir a Pablo Alfaro por el mal inicio. Con el que fuera capitán del Sevilla se recondujo la situación, llegando incluso a dieciseisavos de final de la Copa del Rey contra la Real Sociedad tras eliminar a Albacete y Getafe. Pero otra fatídica dinámica de resultados negativos acabó con las posibilidades de luchar por el ascenso a Segunda y sin la Primera RFEF asegurada.