Athletic, ¿y ahora qué?
El peor finalista de la historia de la Copa está obligado a la autocrítica, Marcelino debe liderar la transición hacia una nueva etapa y la entidad tendrá que hilar fino con las cuentas.
Esta es una historia de perdedores. Del peor finalista que nunca haya existido en la Copa del Rey, un Athletic incapaz de vencer a sus miedos y ser medianamente competitivo en las citas que le ha deparado el destino desde hace 37 años: ante el Atlético en 1985; ante el Barcelona en 2009, 2012, 2015 y 2021; y ante la Real Sociedad en la edición de 2020 celebrada este año. Nadie en más de un siglo se ha dado tantos batacazos seguidos. Es una época de renacimiento rojiblanco tras dos décadas y media de escasa relevancia mas allá del subcampeonato en la liga 1996-97 que le permitió debutar en la Liga de Campeones, pero al final ha provocado más impotencia todavía. Tiene la pesadilla hasta recorridos cortos como estos 14 días de abril, que según el técnico no conviene subrayar como los peores de la historia. El consuelo de que ha habido "abriles peores". Caparrós, Bielsa, Valverde y Marcelino se han topado contra el mismo muro de la impotencia. Desde 1984, cuando Dani alzó la última Copa, ha habido once equipos que han reinado, y el Athletic se ha quedado a dos velas en esos seis intentos, que se unen a otro golpe duro en la final de la Europa League en 2012. Ya van 16 subcampeonatos en el torneo del KO.
En estas dos finales seguidas, ni rastro del grupo heroico que ha sacado eliminatorias con un instinto de supervivencia conmovedor. Al técnico asturiano le toca ahora el enésimo ejercicio de entereza tras un fracaso. Europa se ha vuelto a escapar vía Copa y se ha puesto casi imposible alcanzar la séptima plaza, habilitada hacia la Conference League por la derrota de los leones ayer. Quedan 24 puntos por jugar y el Villarreal, situado en ese peldaño, está a nueve. Pero por encima de esa distancia, están las horribles sensaciones que ahora mismo transmite el equipo.
El 'efecto Marcelino', una bendición de aire fresco de enero, se ha diluido. El preparador de Villaviciosa falló en La Cartuja. Sacó al once rojiblanco más veterano en 13 meses y ni por esas. Propuso un cerrojazo ante un Barça que ni de lejos es aquel cohete de 2009 y el Athletic fue una sombra en cuanto a la propuesta de la Supercopa. El tridente Muniain-Raúl-Williams tuvo nulo protagonismo, y la zona de creación también pasó inadvertida. Los cambios fueron de hombres, pero el esquema se mantuvo en todo instante, con los dos de arriba ocupando mal los espacios ante los tres centrales de Koeman. En medio campo la superioridad culé era manifiesta y el castillo se fue al suelo pronto. El técnico tiene contrato el año próximo y debe abanderar una nueva etapa, con protagonismo a los chavales que vienen empujando, casos de Vencedor, Morcillo y Villalibre. Los Nicos, Serrano y Williams, tampoco deberían tardar en dar el salto. Lo que ocurre es que no se atisba un jugador como Muniain que pueda mezclarse entre líneas, moverse en el uno contra uno y asociar el medio campo y los de arriba, y hace falta para ir dando relevos al capitán. En Sevilla jugó lesionado y por ahí empezó al naufragio. "Hice todo lo posible para ayudar al equipo, lo que dio el cuerpo de sí, estoy bastante mal, tengo una lesión. Nos levantaremos, como siempre hemos hecho, estamos desilusionados, pero esto continua y a terminar bien lo que queda. La temporada que viene volveremos como siempre. Esta situación la hemos vivido más veces y en eso consiste, en levantarse cada vez que uno recibe golpes. Cinco finales en diez años quiere decir que las cosas se han hecho muy bien, que el equipo por llegar ahí tiene un premio que no hemos podido conseguir", sostuvo Iker.
Este desplome viene de lejos. Todo comenzó en tiempos todavía prepandémicos, cuando el Athletic logró en Granada en un partido agónico un puesto en la final de la Copa del Rey 2019-20. Y con ello también un sitio en la Supercopa de España 2021 que logran los finalistas. Apareció el coronavirus, el mundo cambió y, ante lo especial del partido entre dos equipos vascos, la final de Copa se aplazó a la siguiente temporada para que hubiese público. Lo que impidió al Athletic pelear por la clasificación europea vía Copa.
Y luego está la quiebra institucional. Otro año posiblemente fuera de Europa, con el campo más de 12 meses vacío va a suponer una costalada buena en las arcas del club. Elizegi afronta la recta final de su mandato y deberá hilar muy fino con los siguientes presupuestos. Propondrá una cuota COVID que a ver cómo reciben los socios. En el palco de La Cartuja era la viva imagen de la desolación, mientras el Barça desataba el jolgorio. "Es difícil de absorber, pero es nuestra obligación". Pues eso.