La segunda juventud de Bravo
El portero chileno fue decisivo para el Betis ante el Atlético de Madrid y aparca sus problemas físicos. Pellegrini lo considera un jugador clave pese a sus 38 años.
Claudio Bravo emergió como salvador del Betis en su última cita ante el Atlético de Madrid. Sus paradas ante Saúl y Correa volvieron a reflejar su buen momento tras haber retomado un papel protagonista a las órdenes de Manuel Pellegrini. La confianza del técnico es uno de los alicientes para el guardameta, que alternó titularidades con suplencias en esta campaña debido sobre todo a sus frecuentes problemas físicos, los que parece haber aparcado de cara a este tramo final de campaña. Tras el derbi, tomó la delantera a Joel Robles en una dura competencia que mantuvo muy viva el técnico a lo largo de la presente campaña.
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A sus 38 años, es una de las bazas claves para Pellegrini. Lo es no sólo por su aportación sobre el césped, sino también por su peso en el vestuario. Su capacidad de liderazgo fue halagada en múltiples ocasiones por su técnico cuando estaba fuera del once y resulta un elemento diferencial a la hora de mantener más firmeza en la portería. Más allá de unos números mejorados a lo largo del curso, su papel en los últimos duelos fue creciente y hay tranquilidad en Heliópolis respecto a que pueda tener continuidad en estas ocho jornadas que restan del torneo liguero.
Sobre la mesa también hay un futuro con dudas. Su contrato dura hasta 2022, al igual que el de Joel Robles. Todo ello con la sombra de la llegada de Rui Silva para asentarse en la portería verdiblanco del curso 21-22. Pero Bravo atraviesa su segunda juventud y quiere más en el Betis. Su objetivo es seguir a las órdenes de Pellegrini a sabiendas que la figura del técnico es un gran aliado para seguir contando con tiempo de juego. De momento, su papel es providencial en el equipo verdiblanco, sin mirar ni a un pasado de dudas ni a un futuro incierto.