Las travesuras de 'Perro Loco' Gravesen: petardos al fisio, un cambio de coche...
Varios compañeros del ex del Real Madrid cuentan cómo era dentro del vestuario en su etapa como 'toffee' y recalcan su gusto por los fuegos artificiales.
Thomas Gravesen es un tipo que entró en el imaginario popular de casi todo aficionado al fútbol español desde su llegada al Real Madrid. Un danés peculiar que llegó procedente del Everton y dejó su sello con un regate único, la Gravesinha, y un carácter aún más especial que le convirtió en inolvidable para la hinchada madridista, pero también para las rivales.
Aunque en Madrid no gozó de demasiado tiempo para exhibir sus cualidades futbolísticas, en el Everton se convirtió en todo un jugador de culto. Así le bautizan en The Athletic donde varios compañeros suyos no hablan tanto de lo que hizo sobre el verde (carácter, contundencia y fuerza) y más de lo que hacía fuera de él.
Un fan de todos los coches
Después de percibir un buen sueldo, a Thomas le interesó disfrutar de buenos coches. Según narra su excompañero Kevin Campbell, el danés tenía un Porsche, un BMW X5 y una camioneta Ford F150, pero de un día para otro, todos esos vehículos desaparecieron. "Le gustaba la velocidad, pero un día volvimos de pretemporada y estábamos en Bellefield (campo de entrenamiento del Everton) cuando alguien me llamó y me dijo que fuera al parking. Tommy apareció en Nissan Micra verde y le dije "¿Qué has hecho con todos los otros coches?". "Este es mi coche ahora", me contestó. Pasó de superdeportivos a un Micra y le encantó. Eso lo resume todo. Era un danés loco y bullicioso", rememora.
Campbell, por otra parte, reconoce que nunca dio ningún problema a pesar de sus locuras. "Era un tipo cariñoso. Era muy buen compañero. Trabajador, divertido y buen tipo en todos los aspectos. Yo era capitán y le cogí cariño. Era fácil tratar con él y nunca tuvo una discusión", añade.
Un humor peculiar y una afición por los fuegos artificiales
Su excéntrica personalidad de le valió a Gravesen el apodo de 'Perro Loco' dentro del vestuario del Everton. Según narran sus compañeros, a él no le molestó e incluso les seguía el juego. De hecho, él era el protagonista habitual de los juegos y travesuras en las instalaciones del club.
Alan Myers, del equipo de comunicación del Everton, recuerda varias de las travesuras que hizo en el campo de entrenamiento de los toffees. "El hacía lo que quería hacer le gutara a la gente o no. El quería llegar y molestar un poco porque lo necesitaba. A veces molestó de más a algunos y había que pararle", reconoce.
Este miembro del Everton reconoce que Thomas tenía una afición por los fuegos artificiales como artículo de broma para llevar a los entrenamientos. "Adoraba los fuegos artificiales. No entiendo porque. Me acuerdo que una vez tiró un cohete enorme desde una ventana de Bellefield", asegura.
James McFadden, excompañero suyo, recordó una con más 'mala intención'. "Gravesen compró fuegos artificiales un día. La la sala del fisio estaba al lado de uno de los campos y el fisio era uno de los tipos más en forma del club. Él estaba corriendo con los jugadores lesionados cuando Tommy, de repente, salió con un cohete enorme y se lo tiró directo hacia ellos", explica aunque añade que todas estas trastadas eran "siempre en tono de broma, nunca nada vengativo".
Además de sus bromas, aseguran, su carácter no dejaba indiferente a nadie desde el primer momento. "Si estabas parado en la recepción y entraba Thomas estabas perdido. Siempre dejaba rastro a su paso, era como un tornado que atravesaba la oficina. Era travieso y divertido y además, hablaba con acento escocés todo el tiempo", sentencia Myers sobre su forma de hablar en referencia a su etapa anterior en el Celtic de Glasgow.
Un 'Perro loco' danés que dejó huella allá por donde pasó y ahora vive en una lujosa mansión en Las Vegas gracias a que consiguió multiplicar su fortuna con inversiones acertadas. Según The Sun, ya no pasea con un Nissan Micra y ha recuperado su afición por los coches con un Mercedes-Benz SLR McLaren de 400.000 euros. Un tipo peculiar.