El calvario de Douglas
El ex del Barcelona lleva sin jugar desde el año 2019 por tener el fémur desgarrado. No se espera que vista de nuevo la camiseta del Besiktas y saldrá en verano.
"Zubi, ¿quién es Douglas?". Aquella frase, entonada por un aficionado, ajustició desde el día 1 a un joven lateral que llegaba desde Brasil. En Can Barça, nadie conocía al futbolista, pero no por ello significaba que fuera a hacer un mal papel. En el Camp Nou, desde luego, pasó desapercibido. Tuvo que esperar a salir en calidad de cedido para demostrar algo más su valía. En 2019, finalizó su vínculo al Barcelona tras varios préstamos. Entonces, su carrera volvía a empezar y su decisión fue continuarla en el Besiktas.
Sin embargo, no ha cesado la tormenta desde entonces. Transfermarkt apunta que firmó hasta 2022, aunque la prensa turca desliza que este verano ambas partes podrían tomar distintos caminos. Sea como fuere, la experiencia no ha sido como él se esperaba. Es más, está viviendo un auténtico infierno. Hasta el mes de octubre de 2019, alternaba titularidades y suplencias e incluso llegó a probarse como mediocentro. Poco después se rompió el ligamento del tobillo para un total de dos meses en el dique seco.
Las campanadas de 2020 reabrian un nuevo horizonte para él. Pero nada más comenzar febrero volvió a tocar la puerta de la enfermería. Llegó su gran calvario. Se desgarró el fémur, una grave lesión que le impidió siquiera regresar tras el parón que desató la pandemia. Desde entonces, no ha vuelto a pisar el terreno de juego. La prensa de su país apuntaba a que el Besiktas le buscaría una salida en este mercado invernal, cosa que finalmente no se produjo.
Todo apunta a que en verano romperán el vínculo para que el brasileño pueda volver a disfrutar del deporte rey. Quién sabe si en su Brasil natal, al no funcionar su aventura en el continente europeo. Sea como fuere, de la presentación modo estrella que le dedicó el Besiktas a su llegada al día de hoy todo ha cambiado por completo. No solo en términos médicos o contractuales. También del futbolista que cuajó el mejor año de su carrera deportiva en el Sivasspor, con el que fue titular indiscutible y con el que marcó tres goles y dio otros siete a sus compañeros.
Las lesiones, su pesadilla
No es la primera vez que las lesiones echan por tierra la carrera de Douglas. En el Barcelona, pese a que en ningún momento tomaría un rol protagonista, no dejó de sufrir problemas físicos que le impidieron, por qué no, sumar minutos de calidad en segundas partes o se de la partida cuando se requiriesen rotaciones o en partidos de menor calibre. En El Comercio, reconoció en 2016 cómo visitar la enfermería le afectó psicológicamente: "En Barcelona pasé momentos muy díficiles con las lesiones. Llegaba a casa llorando todos los días".
En el Sporting de Gijón vivió otro controvertido momento. Gerardo Ruiz, preparador físico del equipo, contó públicamente que Douglas se lesionó en el glúteo al dormirse en el autobús, algo que desató las bromas de los aficionados y el enfado de otros por el presunto bajo compromiso del futbolista. Este, cansado de ser la comidilla de redes sociales, se quiso defender también en la entrevista en El Comercio: "Aquello no estuvo bien en absoluto. Fue solo un músculo que se estiró excesivamente y todo lo que necesitaba era una masaje. Estaba entrenando al día siguiente y se dijo que me lesioné cuando no lo hice. Eso me entristece".
¿Y ahora qué?
Marque lo que marque su contrato, parece claro que Douglas abandonará el Besiktas este mismo verano. Deja Turquía sin pena ni gloria, tras un fantástico año en Sivasspor y la pérdida de expectativas con posterioridad. A sus 30 años, quizás sea el momento de regresar a Brasil para abordarse en la liga que le hizo fichar por todo un Fútbol Club Barcelona en el año 2014. Por el momento, no hay rumores de incorporación. Con la pandemia y las lesiones que figuran en su currículum, se antoja difícil que algún club llame al despacho del Besiktas para ofrecer una cantidad. La carta de libertad, opción más barajada, le permitirá decidir su destino. Y en sus manos, por tanto, la llama aún no apagada de seguir disfrutando del fútbol lejos de hospitales y fisioterapeutas...