“Rechazó una oferta millonaria del Barça porque quería quedarse aquí”
Juan Guedes despide el serial de AS sobre la figura de su padre. “Su ilusión era haber sido presidente de Las Palmas”, afirma el hijo del mito.
Hubo un día, hace justo 50 años, en el que la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria se echó a la calle. Ocurrió que un ídolo de masas, referente absoluto de toda una isla, lo mismo da que fuera mandando sobre el césped del Estadio Insular que allende el recinto del barrio de Ciudad Jardín, hoy convertido en un coqueto parque urbano, falleció al no poder superar el cáncer que le tenía atenazado. No solo a él, sino a tantísima gente que lo adoraba hasta un extremo divino, acaso tratándole como una deidad, reconocido por tantas personas como “un icono de canariedad”. Algo se murió con Juanito Guedes, mas no un recuerdo que permanece imperecedero en cualquiera que pudiera disfrutar de su presencia sobre el césped o en la calle.
La marcha de su padre pilló a Juan Guedes siendo poco más que bebé. “Me faltaban apenas 13 días para cumplir tres años”, nos recuerda el hijo de esta leyenda de la Unión Deportiva Las Palmas, nadie mejor que él para cerrar hoy, coincidiendo con el 50ª aniversario del fallecimiento de su padre, el serial que le hemos dedicado desde el martes pasado. “Los recuerdos que tengo son mínimos, y vienen a través de los comentarios que me hace la gente con el paso del tiempo. Así es cómo me he ido recreando en la historia y en su persona”, insiste.
50 años después, en la calle y en el hogar permanece intacto el recuerdo de Guedes. “En mi casa siempre le he hecho un gran homenaje, que es en cada espacio tengo una foto suya. Después, mi madre lo nombra todos los días sin ningún problema. Parece que todavía está entre nosotros”, reconoce Juan, discurso lleno de “orgullo”: “Lo que más sentimos es un orgullo presente. Todo esto nos llena al oírlo a diario y cada año. Es algo que jamás podremos olvidar en el resto de nuestras vidas”.
Donde más escuchan Juan Guedes y su familia tantas cosas buenas que se podían decir del patriarca es en los encuentros con los compañeros de la leyenda, igualmente mitos todos ellos. “Por obligación mía y respeto a la memoria de mi padre intento estar con ellos en todos los actos que puedo”, asegura el hijo. Tantos buenos momentos compartidos le sirven como aval para asegurar que su padre se ganó el respeto reverencial que se le profesaba, en ningún caso impuesto: “Ese respeto era algo asiduo en él pero no porque lo impusiera por su temperamento, sino más bien por esa personalidad que hacía que sus propios compañeros lo reconocieran como un líder”. Así lo confirmaba uno de ellos, también protagonista en este homenaje, como es Paco Castellano. “No es que tuviese un don para sobresalir entre los compañeros y la gente con la que estaba. Lo que pasa es que, por su templanza y personalidad, lo tenían como un líder”, insiste.
Tal era su ascendencia en aquel inolvidable equipo que compartió con Gernán Dévora, León, Castellano, Gilberto I… que probablemente se habría convertido en el jefe de todos ellos. “Hoy en día yo creo que sería presidente de Las Palmas si las cualidades físicas y psíquicas lo hubiesen ayudado, como era su ilusión”, sentencia su hijo.
Al alba de los años 70 del siglo pasado la vida fue cruel con la Unión Deportiva Las Palmas. Si el 9 de marzo de 1971 falleció Juanito Guedes, otro día 9, pero de junio y cuatro años más tarde, en 1975, tuvo lugar el adiós de Tonono Afonso. Ni que fuera una premonición, el vínculo entre ambos tenía el poder de la sangre, el valor del corazón y la fuerza del alma. Un 2x1 perfecto de personalidad y talento futbolístico, mitos los dos incluso mucho antes de su óbito. Emocionado, contagiosa alguna lágrima y el erizado de la piel, así define la relación entre ambos: “Eran mucho más que íntimos (se detiene, emocionado) algo que claramente sobrepasaban. Sin ser saguineamente hermanos, lo eran”.
“Seguiría en la Unión Deportiva”.
El talento de Guedes traspasaba fronteras en una época en la que las comunicaciones nada tenían que ver con lo que un mundo tan globalizado nos ofrece en la actualidad. Si sus aptitudes futbolísticas eran superlativas, mucho mayor era su amor a Las Palmas y el apego que sentía a Gran Canaria. Daba igual el insistente roneo de los clubes más poderosos de España. “A finales de los años 60 recibió una oferta millonaria del Barça, pero quiso quedarse aquí y renovar ‘en blanco’ por el equipo de su tierra”, desvela Juan. “Es más, tengo que claro que, pese a la globalización del fútbol actual, si hoy en día fuera jugador seguiría aquí”, añade, rotundo. De nuevo, la emoción: “Ese amor por Las Palmas y su tierra era uno de sus rasgos más característicos”.
De seguir entre nosotros, Juanito Guedes tendría hoy 78 años. Pese a la inestabilidad del club, de su boca no saldría ni un reproche. “Las Palmas podría haber estado mejor, podría haber estado peor. Pero sí estoy seguro de que mi padre no hubiese sido crítico con el club”, incide Guedes júnior. Se le vería como el aglutinador que fue hasta su último aliento. “Puede que hubiera aunado esfuerzos para la situación la situación mejorara y se apostara más por la cantera”, añade Juan, que enfatiza, con su padre como ejemplo palmario, el valor y potencial del futbolista canario: “Soy de los que piensa que la solución está en casa, no en gente de fuera. Cada vez que se tira de la cantera, esta responde. Aquí hay mucho talento”.
Que se lo digan a su padre, que llegó a Las Palmas siendo apenas un juvenil. “Era la situación más crítica económicamente del club en aquella época. Más o menos, la Unión Deportiva se vio obligada a ficharlo cuando él estaba en Tamaraceite. De todas maneras, él apuntaba unas condiciones técnicas que en el fútbol regional o juvenil ya se lo rifaban”, relata. Años más tarde, ni que fuera el calco de la carrera de su progenitor, Juan también hizo sus primeros pinitos futbolísticos, por cierto a gran nivel, donde otrora lo hiciera la leyenda. “Jugué en el Tamaraceite, y debuté en Tercera División con 16 años”, recuerda. Sin embargo, una lesión ocular truncó su sueño y, de paso, una carrera que apuntaba maneras: “Estuve compitiendo hasta los 18-19 años, pero desgraciadamente sufrí una lesión ocular que no es que impidiese jugar, pero sí me hizo coger bastante respeto. Fui incluso con la selección juvenil de Las Palmas. Pero cuando tuve que dar el paso decisivo arrastraba esa lesión y mis posibilidades estaban mermadas”. Compararse con su padre no parece una opción, mucho menos para él. “Tampoco éramos muy iguales en el juego. Él era zurdo y yo, diestro. Jugábamos más o menos en la misma posición, pero nunca sería ni la sombra de la figura que fue él”, sostiene.
Internacional.
Su talento y actitud deportiva convierten en ridícula la cifra de dos internacionalidades que apenas lucen en la biografía de Juanito Guedes. “Eran otros tiempos” debe ser la única explicación, cuando realmente la distancia sí que traía el olvido consigo. Además, fallecer con apenas 28 años impidió que la cuenta creciera. “Antes, las visitas al combinado nacional eran esporádicas. Murió con 28 años, en su dulzura futbolística, empezando su madurez deportiva”, remarca su hijo.
La incógnita de “qué habría sido si…” es rápidamente despejada en este punto: “Ahí ya deslumbraba, así que imagínate las veces que hubiera sido internacional en los dos años siguientes. Si habláramos de la época de hoy sería un jugador con muchísimas internacionalidades. Fue campeón del mundo con la selección militar, internacional juvenil… Todo eso en un breve espacio de tiempo. Fue campeón del mundo con la selección militar en el año 1963-64, y murió en 1971”.
Despedida.
La conversación se despide, pero no el recuerdo y la pasión que sigue generando este mito auténtico de la UD Las Palmas y toda la isla de Gran Canaria. “Es que parece que sigue entre nosotros”, insiste Guedes Jr. No solo entre “ellos”, sino mucho más allá: “Me ha llegado por muchísima gente que mi padre era un símbolo de canariedad. En Las Palmas habla de él gente que ni lo conoció, que ni había nacido cuando él murió (se emociona). Eso dice mucho”.
Además, su fallecimiento supuso “la conmoción social más grande que ha vivido la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria”, como un día le afirmó Antonio de Armas, historiador oficial de la UD, al propio hijo de Juanito Guedes. La “sensibilidad” continúa a flor de piel: “Mi madre siempre ha intentado no comunicarnos nada del tema de su fallecimiento por la sensibilidad del tema. Pero sí es verdad que, con el tiempo y gente con la que hablas…”. Se le quiebra la voz. Se detienen las palabras, aunque tampoco es que hiciera falta decir mucho más. O tal vez sí. Es lo que tiene Juanito Guedes, ni que fuera el Cid Campeador, que sigue ganando partidos y mandando exquisitos balones largos 50 años después de su fallecimiento. Siempre habrá sitio para el ‘Mariscal’.