Lamento por el Muro Amarillo
El histórico Westfalen, uno de los estadios más calientes del Mundo, cumple un año sin aficionados. Este martes, el Sevilla lo visita en Champions con las gradas vacías.
Hace dos semanas que Angela Merkel reabrió los colegios; desde hace seis días, las peluquerías; y este lunes 8 de marzo ya se pueden comprar flores y clonar llaves en las ferreterías. Aunque la incidencia es bastante menor que la de España (alrededor de 70 casos por cada 100.000 habitantes), Alemania se prepara para salir a la calle en una lenta desescalada que no contempla, ni de lejos, la reapertura de los estadios de fútbol profesional como el Westfalen, que este martes volverá a albergar un partido grande pero solitario, con la visita del Sevilla en la vuelta de octavos de Champions. Hace ya más de un año que no hay hinchas en sus gradas: el 29 de febrero de 2020, contra el Friburgo, en Bundesliga.
"Fussball lebt durch seine fans" (El fútbol vive a través de su afición), se puede leer en una de las esquinas del coliseo amarillo, Signal Iduna Park desde hace años por motivos de patrocinio aunque la UEFA no permita apellidarlo de esa manera en competiciones europeas. Maldito parné, capaz hasta de cambiarle el nombre al estadio más grande de Alemania y quinto de Europa, a un lugar repleto de historia donde se han jugado dos Mundiales (1974 y 2006). Aunque el dinero parece ahora más necesario que nunca. La falta de afición in situ y la bajada de caché en los derechos de televisión provocará que el Borussia Dortmund pierda más de 100 millones de euros en temporada y media. Y que sea solo eso, si las vacunas ayudan a que los hinchas regresen pronto a los campos.
"Los estadios vacíos parecen muertos, sobre el Westfalen, que tiene vida. Cuando vuelva la gente, resucitará", le dice a As con melancolía Lukas, un joven obrero alemán, socio del Borussia, que pasa por delante del campo camino de una obra cercana. La pandemia ha desolado el interior y también los alrededores de este impresionante estadio con capacidad para más de 80.000 espectadores, escenario de atmósfera mítica en el que destaca el famoso Die Gelbe Wand, El Muro Amarillo. Una imponente grada casi vertical en la que los más enfervorizados hinchas renanos se agolpan, se agolpaban al menos antes de la pandemia, para animar a su equipo. La leyenda de esta escalinata de cemento arrancó en los 90, cuando se duplicó su aforo de 12.000 a 25.000 espectadores, justo detrás de una de las porterías del campo.
El Muro late sin parar desde muchos minutos antes de que comiencen los partidos y retumba con cada gol borusser. Infunde temor, más que respeto, y verlo vacío seguro que contribuyó a que el Borussia Dortmund viva una de sus temporadas más irregulares de los últimos años, sexto actualmente en la Bundesliga a pesar de un repunte de resultados en las últimas semanas. En casa, el equipo renano ha sufrido casi tanto como a domicilio. Colonia, Stuttgart y Bayern le derrotaron sin el calor de su gente y la Lazio le arrancó un empate en Champions. También en el Westfalen, el modesto Padelborn de Segunda le llevó a una prórroga en octavos de Copa alemana. Y aquí juega mañana el Sevilla, con un Muro vacío. Un enemigo menos para escalar por los de Lopetegui en busca de otra proeza continental.