"Zidane me ayudó a superar la tragedia"
Ex del Castilla y del Manchester United, Varela vuelve a sentirse futbolista en el Dinamo de Moscú tras superar varios baches en su carrera.
Está a punto de cumplir 28 años, pero ha dado muchas vueltas en esto del fútbol. Guillermo Varela (Montevideo, 24 de marzo de 1993). Su aparición fulgurante en el planeta fútbol se produjo en 2013, tras un sensacional subcampeonato mundial Sub-20 en Turquía. Real Madrid y Mancheter United se pegaban por un prometedor futbolista uruguayo. Ferguson fue el encargado de reclutarle para los diablos rojos, pero cuando aterrizó en Old Trafford todo cambió porque era David Moyes quien dirigía al equipo. Desvela en una entrevista en Интервью que De Gea y Herrera se burlaron de él cuando se estaban jugando la Premier y en un partido contra el Arsenal, Varela dijo que no conocía a ningún futbolista gunner. “No conocía a nadie porque no me interesaba el fútbol europeo. Soy de Sudamérica, tenemos nuestros propios héroes. Me sentí avergonzado, se rieron de mí”, cuenta. En cuatro años en Inglaterra sólo jugó 11 partidos. Su infructuosa etapa con los red devils dejó anécdotas como la dieta que impuso Moyes al vestuario, al que prohibió la comida basura y las patatas fritas, y el malestar de varios pesos pesados con la decisión: “A los jugadores no les gustó, sobre todo porque todos tienen mucha experiencia: Van Persie, Giggs, Rooney…”.
"Mi madre pasó un mes y medio en coma"
Del Manchester acabó cedido en el Castilla. Pero una desgracia fuera del fútbol perjudicó su carrera. Sus padres se acercaban a un semáforo y vieron un perro salir corriendo. Para no aplastarlo, dieron un volantazo y acabaron dando vueltas de campana. “No sabía si mi madre iba a seguir viviendo después del accidente. Pasó un mes y medio en coma. El United me dejó ir a Uruguay. No existe un consejo universal para este tipo de situaciones, todos los toman a su manera. Le recé a Dios y esperé lo mejor. No quedaba nada. Ahora todo está bien con la salud de mi padre, pero mi madre todavía no puede moverse, está completamente paralizada”, rememora. Su llegada al Castilla fue una bendición y Zidane, que por aquel entonces dirigía al filial blanco le sirvió de gran apoyo. “Me ayudó a sobrevivir moralmente después de la tragedia y no pensar que todo iba a acabar en un desastre. Me gustó su franqueza y su manera de hablar cara a cara. No como algunos entrenadores que no dicen nada, esperan algo y luego comentan que estás haciendo todo mal. Sentí que se convertiría en un buen entrenador, tenía mucha energía e inteligencia. Creo que Zidane y Oscar Tabares son los mejores entrenadores de mi carrera”, explica.
El Madrid no ejerció la opción de compra que tenía por él a final de temporada (seis millones de euros) y acabó nuevamente cedido, esta vez en Alemania, en el Eintracht de Frankfurt, donde protagonizó otro capítulo que dejó marcada su carrera. El entrenador Niko Kovac le echó del equipo por hacerse un tatuaje unos días antes de jugar la final de Copa ante el Borussia de Dortmund (27 de mayo de 2017). Así es como regresó a su país, Uruguay, para volver al Peñarol. En 2018 volvió a dar el salto a Europa, al Copenhague, donde disputó 53 partidos en dos temporadas y media. Le valió para jugar el Mundial de 2018 con Uruguay. Esta temporada volvió a cambiar de aires para reiniciar su carrera en el Dinamo de Moscú. Tuvo ofertas de España. “Además de la oferta del Dinamo, recibí dos más, del Alavés y del Getafe. Elegí Rusia porque jugué aquí en el Mundial, me gustó todo. Además, en España me ofrecieron unas condiciones que no me convenían. Aunque no diré que en el Dinamo tengo el salario más alto de mi carrera. El más alto fue en Alemania”, finaliza.