El Atlético, de la fuerza del Calderón a las cábalas de Bucarest
El equipo se ha hecho gigante en Champions en su casa, también en el Metropolitano, pero hoy es local, sin afición, en el estadio donde logró el primer título de la era Simeone.
El poder del Vicente Calderón en Champions era enorme y el efecto Metropolitano empieza a ser una realidad, pero ahora las circunstancias de este mundo extraño mandan. Al Atleti le toca trasladar toda esa magia a Bucarest y, lo más difícil, sin la afición. Porque el viejo hogar rojiblanco vibraba en las grandes noches, en las que se generaba un ambiente único, y la nueva casa ya tiene escritas algunas páginas para la historia (Arsenal, éste en Europa League, Juventus y Liverpool, especialmente, que cayeron y se fueron sin marcar). La del Chelsea debería ser la siguiente, con un estadio lleno tras una previa bulliciosa en los alrededores, incluso en el hotel del equipo la noche anterior. Pero al Atlético no sólo le tocará jugar sin su gente, sino que se muda a 2.500 kilómetros para recibir a su rival, otra consecuencia de la pandemia.
Así, el Cholo y su equipo serán los anfitriones en el estadio Nacional de Bucarest. Puestos a jugar lejos de casa, mejor mirar destinos que traigan buenos recuerdos. Y la capital rumana ofrece uno muy especial. La Europa League 2012. Es decir, el primer título de Simeone con el Atlético, apenas unos meses después de coger el mando. Y el primero de Koke, entonces un canterano que peleaba por un sitio en el once y hoy el segundo jugador con más partidos de rojiblanco de la historia.
Aquel 9 de mayo se desató la primera gran fiesta del Cholismo. Casi diez mil atléticos en las gradas y muchos más disfrutando en Madrid (y luego, concretamente, en Neptuno) de aquel 3-0 al Athletic, con un Falcao desatado (doblete), con Arda, Diego, Gabi, Juanfran, Filipe, Adrián, Godín, Mario... Esta noche, el estadio estará vacío. De hecho, cuando acabe el partido ya habrá toque de queda en la ciudad.
Aquella noche, en las gradas estaba también la peña Gasca Bucuresti, la agrupación de rojiblancos de la ciudad. Hoy, cada miembro lo verá en su casa y "con un ojo en la tele y el otro en el móvil", comentándolo por el chat. El subidón de que el Atleti vuelva a Rumanía se queda en nada por la situación de la pandemia. "Cuando se jugó aquella final teníamos muy poquito tiempo como peña. Bromeábamos con eso: ‘¿Y si el Atleti llega a la final...?’ El club se portó de cine con nosotros, y ahora también, nos han llamado durante la pandemia para ver cómo estamos y agradecen nuestra labor fuera de España. Aquel día estuvimos en el estadio y tratamos de ayudar a los colchoneros que vinieron, hicimos una guía de la ciudad...", recuerda Leandro Arias, el presidente, que echará de menos al resto de miembros en una cita tan señalada: "Desde el principio solemos juntarnos en un bar en el centro donde nos hacen un hueco, pero ahora es imposible".
Gasca Bucuresti ha llegado a juntar a 40 miembros. "La peña se formó en principio con españoles destinados en Rumanía, aunque algunos ya se han ido. Pero ya tenemos también rumanos, hacemos nuestra labor de evangelización, pero con los que no eran antes ni del Madrid ni del Barça (risas)". La peña, como anécdota, tiene incluso un lingote conmemorativo que había regalado Cerezo al embajador de España en Rumanía, muy madridista. “Si nos ganáis la final en el Bernabéu (2013) os lo regalo”, retó a la peña. Así ocurrió y días después invitó a un cocido y entregó el lingote. Y más trocitos de la historia rojiblanca: "Tenemos un banderín de 1977, de la última visita del Atleti al Dinamo de Bucarest en Copa de Europa. Al capitán de aquel Dinamo lo conocemos, coincidimos en el bar donde vemos los partidos y nos lo regaló", presume Arias.
El deseo de la agrupación, como el del resto de hinchas del Atlético, es que la ciudad siga siendo talismán y anime al Cholo y los suyos a regresar en el futuro. El equipo, por lo que pueda pasar, repite los pasos que tan bien le funcionaron en 2012. No sólo ha elegido este estadio, sino que ha dormido en el mismo hotel que entonces, en el Intercontinental. Las cábalas. Todo suma...