Cejudo, el abrazo y las croquetas de Arancha
Hay quién sostiene que no hay nada peor que tener un veterano de suplente en un vestuario. En concreto, en el propio Racing no las tenían todas consigo sobre el papel que iba a jugar Álvaro Cejudo en una plantilla en el que un chaval de 17 años le mandaba al banquillo. De hecho, cuando el cordobés anunció su retirada a final de temporada se llevaron las manos a la cabeza. Nos la va a preparar, pensaban. Y se equivocaron. Álvaro Cejudo, además de un gran jugador, todavía más que aprovechable, es un señor. Para quién lo dude, después del despido de su amigo Jordi Figueras, después de quedarse otra vez de suplente pese a haber sido mejor que Pablo Torre ante el Leioa (y marcar un gran gol), aquí van dos detalles:
1) Cuando el domingo, en el derbi, con el partido resuelto, es el último cambio, el último, no es que choque la mano protocolariamente con Pablo Torre, es que le da un abrazo de padre, que poco le faltó al de Soto de la Marina para soltar una lágrima, más después de haber marcado su primer gol como racinguista.
2) Hoy lunes, como está haciendo cada vez que el Racing gana por dos goles de diferencia, ha vuelto a invitar a todos sus compañeros a tomar unos pinchos en el vestuario. Se lo prometió en plena crisis de resultados y ya lleva cuatro rondas pagadas. Más que Chuti. Hoy han sido las espectaculares croquetas de bacalao que cocina con mimo Arancha, la cocinera que tiene adoptados a todos los chavales de la cantera que viven en la residencia.
Álvaro Cejudo juega lo que le dejan, pero suma como el que más. Ya digo, un señor.