Un Valencia sin presión ni liderazgo
En Valdebebas se ejemplificó la realidad de un club sin estructura deportiva definida, con un entrenador que ansía el fin de curso para poder marcharse y un vestuario en el que los capitanes ya no pueden hacer más.
Tardará en olvidarse en la capital del Turia la dolorosa imagen que dejó el Valencia en Valdebebas en el duelo del domingo ante el Real Madrid. La falta de actitud generalizada, especialmente en la primera mitad, sumado al nulo planteamiento de Javi Gracia llevó a que el partido fuera para los blancos como un entrenamiento más. Sin embargo, a nivel clasificatorio el resultado distó mucho de ser una sesión de entrenamiento, pues la derrota vuelve a colocar a los che a tres puntos del descenso y sin un líder claro en el club, la ausencia de presión en todas las facetas de la entidad es un riesgo que tiene al Valencia muy próximo a la Segunda División.
Club sin presión
Desde la marcha de Mateu Alemany nadie ha cogido el relevo del liderazgo que este tenía para poder 'apretar'. Ni César, cuyo poder estaba limitado hasta el punto de que reivindicó a Celades delante de la plantilla por la mañana, para que lo echaran por la tarde. Ni Anil Murthy, que ni siquiera presentó a Javi Gracia al vestuario y su relación con la plantilla es anecdótica ("No tengo mucho trato con Anil Murthy" dijo Soler, uno de los capitanes en El Partidazo de Cope). Ni evidentemente Peter Lim, cuyo poder y capacidad de decisión es inversamente proporcional al liderazgo que ostenta.
Entrenador sin presión
La falta de liderazgo por parte de la directiva no ha sido suplida, ni de lejos, por el entrenador, Javi Gracia. El navarro, que de manera premonitoria quiso marcharse para que su nombre no apareciera en una hipotética esquela del Valencia, es consciente de que su etapa en Mestalla concluirá en verano ("solo trato de acabar la temporada" comentó). Y pese a contar con el apoyo del núcleo duro del equipo, que le ha apoyado incluso cuando iba a dejarles en la estacada, no se ha alzado como líder.
La ausencia de actitud generalizada ante el Real Madrid fue la triste consolidación de lo que el equipo había vivido ante el Elche en Alicante o frente al Granada. Sin embargo, dejando al margen los aspectos intangibles, futbolísticamente el navarro no ha ofrecido las respuestas que se esperaban de un entrenador consolidado en la élite del fútbol como es él.
La famosa presión elevada signo de identidad del navarro ha sido fácilmente desmontada por, entre otros, el Sevilla, el Atlético de Madrid o el propio Real Madrid. El claro ejemplo es como ante los blancos los che solo recuperaron 5 balones en campo rival, pese a que Gracia había advertido que tratarían de "ser agresivos en campo contrario". Por otra parte, la ausencia de creación de juego ha sido una constante en el equipo del navarro y ante el Real Madrid tocó fondo, pues los che no dieron ni un solo pase en profundidad.
Plantilla sin presión
Y mientras tanto, la plantilla valencianista vive sin presión la tensa situación, o al menos lo vive sin presión externa al vestuario. Gayà, Soler, Jaume, Gabriel y compañía han dado un paso al frente y son conscientes de la delicada situación en la tabla del plantel, no obstante sin una figura de rango superior que marque las pautas similar a la de Mateu, sus intentos de levantar al vestuario han caído en ocasiones en saco roto.
Gonçalo Guedes es un claro ejemplo de ello. Después de que Gracia le diera un toque de atención, los capitanes hablaron con él para que se sumara a la causa, el luso respondió con dos buenos encuentros en los que, sobre todo, mostró compromiso defensivo (4 recuperaciones en cada duelo), sin embargo ante el Real Madrid volvió a las andadas. La imagen del segundo gol de los blancos le retratan a él y a su inexistente trabajo defensiv, de hecho, Javi Gracia lo cambió al descanso por segunda vez esta temporada.
Un Valencia sin presión ni liderazgo
Y con todo lo dicho, José Luís Gayà tuvo que dar la cara al concluir el partido -casi con los ojos llorosos de hecho-, "jugando así no sé a qué aspiramos" dijo el capitán. Y lo cierto es que razón no le falta, pues la falta de un objetivo común parece haberse afianzado en un colectivo del que forman partes jugadores con ganas de salvar al club y otros cuyo deseo de que llegue el mercado de verano para marcharse les eliminan cualquier atisbo de competitividad.