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ESPANYOL

El día de la marmota

El tiempo se ha detenido a su alrededor. Se necesitaba al Espanyol que debe subir a Primera y apareció el del descenso hasta que ya era demasiado tarde.

LUGO, SPAIN - FEBRUARY 08: Raul de Tomas of RCD Espanyol de Barcelona reacts during the Liga Smartbank match betwen CD Lugo and RCD Espanyol de Barcelona at Angel Carro Stadium on February 8, 2021 in Lugo, Spain. Sporting stadiums around Spain remain unde
Octavio PassosGetty Images

Demasiado tarde. Comenzaba el Espanyol su partido provisionalmente fuera del ascenso directo, o sea, con los minutos en su contra. Pero se esforzó por ir aún más a contrarreloj el conjunto perico al permitir tan pronto el gol del Lugo. Y eso es paradójico, porque a su vez el tiempo se ha detenido a su alrededor. Se necesitaba al Espanyol que debe subir a Primera y apareció el del descenso hasta que ya era demasiado tarde para alcanzar esa victoria que precisaban los pericos para que el liderato siguiera dependiendo de ellos. Evitan una racha lamentable de tres derrotas seguidas y retoman la segunda plaza, tan engañosa como que al Almería le resta un partido pendiente y como la sensación que destila el equipo de Vicente Moreno: todo lo que antes le caía de cara, ahora le sale cruz o de canto.

Algo más que una muralla. No es una casualidad el empate de un Lugo que no ha perdido en el Anxo Carro desde la llegada de Nafti, hace ya cuatro meses, y que resistió con estajanovismo las embestidas del Espanyol en la segunda mitad. Los albirojos ya habían sido uno de los adversarios más aseados que pasaron en la primera vuelta por Cornellà, donde acaso merecieron algo más que el 2-1. Y sus primeros ocho minutos ante el Espanyol, hasta su gol, mostraron a un equipo que supo superar en criterio, en presión alta y, por supuesto, en el balón parado, a un conjunto perico incapaz de hacer frente a la acumulación de jugadores a la salida de un córner ni a la segunda ni tercera jugada.

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Todo al talento. Solo Diego López, el hijo pródigo que regresaba a Lugo 21 años después de su salida, salvó al Espanyol de la goleada en la primera mitad. Y, como en las intervenciones del portero, poco más que el talento y el arrojo de las individualidades evitó la derrota. Así lo exhibió Javi Puado, tanto en su gol al borde del descanso –anulado por fuera de juego– como su construcción del 1-1, que culminó Raúl de Tomás en un movimiento de desmarque de 'nueve' innato. El madrileño también arrancó tarde, aunque estrelló en el palo el gol de la victoria. Entre tanto, un exceso de centros laterales como única vía de ataque de todo el equipo. Dos tiros a puerta son un bagaje demasiado pobre como para exigir un triunfo.

Once conservador. No practicó de entrada Vicente Moreno ni un cambio más de los necesarios a pesar de que venía el equipo de sufrir dos derrotas consecutivas, con Fran Mérida por el sancionado Darder y el retorno de David López, que por si quedaba alguna duda, el día en que quedaba una vacante en el mediocentro, ya es central a todos los efectos. El reverso de la moneda de que tenga tan claro el entrenador a su equipo titular es que los suplentes van tomando distancias y corre el riesgo de que frustren un plan B cuando se lo necesita imperiosamente.

Dimata y el intervencionismo. La excepción a ese plan B la conforma desde esta jornada Dimata, que debutaba con la camiseta del Espanyol en el minuto 64 no en una circunstancia favorable, como esperaba Moreno, sino en la más comprometida. Tampoco esperaba el entrenador tener que dar rienda tan rápidamente a ese 4-4-2 con el belga y Raúl de Tomás que barruntaba para más adelante. Otro detalle que deja la entrada del fichaje, que se mostró conectadísimo y entregado en la labor de desordenar el bloque bajo del Lugo, es que el entrenador removió al fin el banquillo antes del minuto 80, cosa que no había hecho en las derrotas ante Girona y Rayo Vallecano. A partir de ahí, intervencionismo hubo el justo.

Temblor de piernas. La combinación que permitía al Espanyol ser líder ganando en Lugo y haciéndolo el próximo domingo se desmoronó como lágrimas en la lluvia. La que caía sobre Lugo. Y ahora la visita al Mallorca, otrora apetecible, se vuelve tembleque de piernas para los pericos, que tienen una semana para revertir esa sensación. Quedan 18 jornadas, un mundo, pero una derrota podría descabalgarle casi definitivamente de un tren de alta velocidad. Y, más allá del resultado, está la imagen de un equipo encasillado, que debe salir como sea de su día de la marmota. Difícilmente lo logrará haciendo lo mismo de siempre.