Racic pudo con Oblak y con su maldición de madera
El serbio se estrenó en LaLiga con un golazo por la escuadra, tras cinco intentos en los que ha estrellado el balón en el palo. El abrazo con Gracia, sintomático de su implicación con el equipo.
Si no es el gol de la temporada, al menos el golazo que Uros Racic le endosó al Atlético de Madrid se llevará el premio a mejor tanto de la jornada. El remate que el serbio enganchó al primer toque a casi 25 metros de la portería de Oblak para batirle con un testarazo de potencia y colocación a partes iguales, permitió a su equipo tener una efímera ventaja que finalmente sirvió de muy poco.
Sin embargo con ese zurdazo Uros se quitó una losa de encima que le ha tenido con la mosca detrás de la oreja los últimos meses, una maldición de madera. Y es que hasta la fecha Racic había estrellado cinco balones entre palos y largueros, en disparos en los que solo esa maldición o inconmensurables paradas como la que le hizo Dimitrovic, le habían privado de celebrar golazos.
Y como tras todo éxito llegan los agradecimientos, Racic no dudó en lanzarse a los brazos de su entrenador, Javi Gracia, después de marcar el 0-1. El abrazo es sintomático y refrenda la implicación del centrocampista tanto con la plantilla como con su entrenador, de hecho él mismo lo expresó al concluir el partido: "Quería agradecerle toda la confianza que tiene en mi, él me dijo que lo intentara, que tarde o temprano iba a entrar".
Más allá del gol, las actuaciones de Uros Racic cada vez son mejores y lo que al principio de curso fueron dudas, ahora es confianza en una progresión que invita al optimismo. Ante el Atlético de Madrid, Uros completó los mismos 41 pases que Carlos Soler, fue el jugador de campo que más pases largos dio (7) y sus 5 recuperaciones aliviaron a su equipo. Ese crecimiento exponencial no ha pasado desapercibido en Europa y como informó AS la Juventus le llamó hace un par de semanas. No obstante, como se relataba en tal información, Racic está feliz en Valencia y está feliz con Javi Gracia. Sus goles y abrazos así lo refrendan.