El Racing gana tiempo y tres puntos de oro bien trabajados
Lucas Díaz detuvo un penalti y un minuto más tarde Jon Ander provocaba otro que transformó Bustos. En la segunda parte fueron más sólidos y apenas sufrieron
Dios aprieta, pero no ahoga. A saber quién fue al que se le ocurrió juntar esas cinco palabras, pero desde luego ayer, viendo lo que sucedía en La Florida, las podían haber firmado miles de racinguistas. Y Solabarrieta el primero. Especialmente en la primera mitad, y no les digo nada en los dos minutos que van del 36' al 38'. ¿Han visto el inicio de la película Macht Point, cuando la pelota se queda dando vueltas sobre la red? Pues eso. Luego ya no, porque tras la reanudación la intervención divina es más discutible ya que el Racing creció, se encontró más a gusto en el campo y apenas concedió esperanzas al Portugalete de poder empatar al partido. Incluso en los últimos minutos, con Jon Ander y Soko al borde del desmayo por agotamiento (lo dejaron todo en el verde), sus nueve compañeros se sobraron para asegurar el triunfo.
El partido, la verdad, se jugó entre iguales. Patadón de cada portero lo más lejos que llegaba y balones colgados al área en cualquier falta. Desde cualquier parte del campo. Y a partir de ahí, saltar, chocar, buscar los rebotes..., y cruzar los dedos. Visto ese plan de juego, resultaba difícil de descifrar alguna de las apuestas de Solabarrieta en el once inicial, al que rejuveneció pero, también, quitó altura, lo cual se notó en muchos momentos del partido. Dos laterales bajos, tres centrocampistas que no van de cabeza..., en fin, solo Jon Ander arriba y Mantilla en el centro de la defensa parecían capaces de ganar duelos aéreos. El Portu, en cambio, estaba en su salsa. De hecho, dominaba el estilo del partido y parecía más cerca del gol, aunque el Racing tuvo los dos primeros acercamientos peligrosos, un gol anulado a Gil por fuera de juego y un tiro duro de Cedric que se marchó un palmo por encima del travesaño. Y en esas estábamos cuando llegaron dos minutos locos. Penalti cometido por Martín Solar, que no está hecho para defender balones frontales colgados al área, pésima ejecución de Güemes, floja y por el centro, y Lucas Díaz hizo lo que tenía que hacer: pararla. En la siguiente jugada, balón en largo sobre Jon Ander, le zancadillean y el penalti consecuente lo transformó (esta vez sin discusiones) Álvaro Bustos. Las cosas del fútbol, ya saben.
El Portu salió del vestuario con la vena hinchada, forzó dos saques de esquina y una gran parada de Lucas Díaz a Güemes y parecía que los de Ezequiel Loza iban a encerrar a los santanderinos. Pero no. Los de Solabarrieta fueron creciendo, entre otras cosas porque el equipo agradeció los cambios. Algunos obligados por lesión, como los de los Ceballos y Bustos, y otros por decisión del entrenador como los de Pablo Torre, Martín Solar y Cedric. A cada relevo entraban más kilos y más centímetros y todos, hay que reconocerlo, con una magnífica actitud.
A medida que los portugalujos empezaban a perder los balones aéreos, incluso los duelos en el medio ante Íñigo, inmenso desde que entró al campo, y Villapalos, se iban quedando sin vías de acceso al área verdiblanca. Incluso la sensación era que el Racing, en una contra, estaba más cerca del segundo gol que los vascos de empatar. Los últimos minutos, incluso, se vio impotente, casi con desánimo, a la muchachada de La Florida.
Mención aparte merece Álvaro Mantilla. Homérico. Con el hombro izquierdo otra vez subluxado, incapaz de sacar de banda y casi de mover el brazo en los últimos 40', fue el mejor sobre el terreno de juego. Y sin pizca de miedo, demostrando que está hecho de la misma madera con la que se tallaron los defensas legendarios de este club. También Soko dejó en Portugalete su tarjeta de visita. ¡Qué lástima que este futbolista no hubiera llegado a España dos años antes! Tiene cosas muy buenas, pero está todavía en primero de fútbol.