Imanol, un líder anónimo
Es el entrenador de moda del fútbol español, pero es la antítesis de lo que se estila en el fútbol moderno: un tipo normal, alejado de la polémica y lejos siempre de los focos mediáticos.
Imanol Alguacil (Orio, Gipuzkoa, 4-7-71) es el entrenador de moda del fútbol español. Haber logrado liderar la clasificación de Primera división con la Real Sociedad durante siete jornadas, por delante de superpotencias como el Real Madrid, el Barcelona y el Atlético de Madrid, en el contexto del fútbol actual, tiene un mérito tremendo. Al técnico oriotarra, de forma inevitable, le ha puesto en los focos mediáticos más que nunca, algo que siempre quiere evitar. "Yo hago poco, el mérito es de ellos, de los jugadores, son los que tienen un mérito terrible por todo lo que están haciendo", dice siempre Imanol cuando se le pregunta por su papel en este inicio glorioso de la Real Sociedad en LaLiga. Poco amigo de ser protagonista en los medios, le gusta hablar sobre todo sobre el campo, con los resultados, cediendo todo el protagonismo a los jugadores. "Ellos son los que juegan", dice siempre. Él se queda en un segundo plano, prefiere pasar siempre desapercibido.
Donde está en primer plano es en Zubieta. Es el primero que llega y el último en marcharse. Trabaja sobre el césped, visita el gimnasio y sus reuniones técnicas con su equipo y con Roberto Olabe son tan largas como constantes. No elude ni un segundo de su responsabilidad. Vive con pasión su trabajo, pero sobre todo vive con pasión la Real Sociedad. Entrenador hecho a sí mismo, si trabajo en la cantera fue muy valorado, y él no olvida sus orígenes, hasta el punto de que no para de mirar al filial, haciendo debutar hasta ahora a 11 potrillos, contando con ellos en los entrenamientos y hablando constantemente con Xabi Alonso para conocer la evolución de los chavales. Sabe mejor que nadie que el presente y el futuro de la Real está en Zubieta. Tan convencido está que cuando subió al primer equipo por primera vez, pidió como condición indispensable que después volviera a entrenar al filial.
Ahora pensar en bajar al filial es ya una quimera. Se ha ganado ser el entrenador de la Real Sociedad durante mucho tiempo. Hay quien le considera algo así como el Arsene Wenger o el Alex Ferguson de Anoeta. Tiene una personalidad tan marcada que parece que vive al margen de lo que se estila del fútbol moderno. Termina contrato a final de esta temporada y aún no ha firmado su renovación. Pero ha pedido a sus representantes que no escuchen nada de fuera. "Ni aunque llamara el Barcelona", dijo en tono jocoso recientemente. Su intención es clara, aprovechar la primera semana de enero, sin partido entre semana, para reunirse con Jokin Aperribay y renovar por otra temporada más. Tan desapercibido quiere pasar que hasta cuando se crea una polémica a su alrededor lo pasa mal. Como cuando sus palabras sobre Maradona incendiaron Nápoles en la Europa League. Lo pasó tan mal que esperaba con ganas la rueda de prensa post partido para que le volvieran a preguntar y pudiera matizar sus palabras. Es el peso de ser una persona pública. Pero él ansía ser anónimo y que sólo se le reconozca en la manera de jugar de su Real Sociedad.