El equipo rojiblanco se vio superado en intensidad desde el primer minuto, perdió el centro del campo, le volvió a castigar la estrategia y no generó peligro.
El Atlético vivió una pesadilla en el derbi contra el Real Madrid. El equipo blanco fue superior de inicio a fin, aunque consiguió sus dos goles con detalles desafortunados rojiblancos, y Simeone deberá hacer varias lecturas del partido, como dejó claro al final del encuentro destacando que "el entrenador se equivocó en el planteamiento y en la búsqueda del partido. Luego trata de intervenir para mejorar lo que se estaba viendo. Cuando el rival es superior hay que felicitarlo".
Zidane tenía claro los jugadores que quería detener y como hacerlo. Alejar muchísimo del área a Luis Suárez, que no pasa por su mejor estado físico y pierde todas sus cualidades jugando en campo propio. No gozó de ninguna ocasión, no pudo recibir de espaldas y los desmarques tenía que tirarlos con 50 metros por delante por recorrer. Frenar a João Félix con constantes ayudas cada vez que recibía el balón y Casemiro muy encima cerrando líneas de pases. Taponar los desmarques de Llorente a la espalda del lateral izquierdo, con un Mendy muy fuerte también físicamente y que cerraba todas las puertas al pase de Trippier que tanto rédito le ha dado al Atlético; no dejar nunca encarar a Carrasco en un uno contra uno a Carvajal y evitar que Koke jugase con comodidad y pausa para dar ritmo al equipo. Los jugadores del Atlético que mejor rendimiento están dando este curso quedaron anulados y solamente la entrada de Lemar en la segunda mitad proporcionó algo de agitación y desequilibrio entre líneas.